Economía

El 'espejismo' de la reducción de deuda en España: las 'crisis' ineludibles que se esconden bajo la alfombra

  • La deuda/PIB podría caer por debajo del 100% en 2026...
  • .. pero luego los factores estructurales romperán la dinámica
  • Demografía, una economía improductiva, la estructura empresarial y la política
Cibeles (Dreamstime)

Un déficit desatado en Francia y una actividad industrial y económica languideciendo en Alemania y el norte del continente han dejado un escenario que pocos vislumbraban hace unos años. El sur de Europa y en particular España, se sitúan como las economías más dinámicas del continente. Un crecimiento más ágil y una situación mucho menos turbulenta permiten soñar con una deuda bajando mientras en el resto del continente sigue el camino opuesto. Los expertos de Bankinter ven la deuda sobre el PIB bajando a l 102% este año y hasta el 101,2% en 2026. Sin embargo, diversos analistas están hablando de que el 'sueño español' podría ser breve y verse frustrado en muy poco tiempo.

Una cosa es el corto plazo y otra muy diferente el largo. En el corto plazo, la coyuntura lo marca casi todo. España disfruta ahora de una composición productiva muy favorable, con un sector servicios muy intensivo en turismo, que está dando alas a la economía de España. Esto, junto a un consumo público creciente y la entrada notable de población extranjera están incrementando el PIB y generando una suerte de espejismo: la economía española crece cuatro veces más que la media de la eurozona. Sin embargo, cuando la marea del turismo vuelva a la normalidad y el consumo público se estabilice se verá que la economía de España estaba nadando 'desnuda'.

La economía tendrá que enfrentarse a un endeudamiento históricamente alto, a una demografía adversa, un mercado laboral cuya tasa de empleo está a la cola del mundo desarrollado y una productividad que crece muy despacio o simplemente no crece. Cada uno los componentes que impulsan el crecimiento económico a largo plazo se enfrenta a limitaciones importantes, lo que podría condenar a España a sufrir décadas de bajo crecimiento.

Esto ha provocado que los analistas de Capital Economics comenten que la reducción paulatina de la deuda de España se convierte en una quimera y que no tarde en evaporarse. Según los mismos la relación de deuda caerá al 100% para 2026, "las perspectivas a largo plazo son realmente preocupantes" y, si bien "creemos que se mantendrá por debajo de la de Francia e Italia" diversos problemas llevarán a una trayectoria de la deuda "dolorosa" a partir de ese año por las "grandes dificultades sobre la consolidación fiscal".

Los expertos de Funcas comentan que a una ralentización del PIB se le unirá "que el déficit estructural ha aumentado. De modo que si no se adoptan medidas de ajuste, la reducción de la ratio deuda/PIB podría detenerse en el 100%, y a partir de algún momento (quizás 2029, o incluso antes) comenzar a aumentar de nuevo debido a los efectos del envejecimiento sobre el gasto en pensiones y en sanidad". Incluso aunque se realice algún ajuste que a lo largo de los próximos dos o tres años permita reducir la ratio por debajo del 100%, "el efecto del envejecimiento volvería a elevarla igualmente, si no se realiza una reforma profunda del gasto (del total y en pensiones)".

Jose Emilio Bosca, investigador de Fedea y Catedrático de Economía coincide en que si bien "los objetivos son bastante creíbles los primeros años (en lo que respecta a déficit y deuda)", a partir de entonces todo se basa en "previsiones muy optimistas que no dejan margen de acción". El experto espera que los próximos años incluso de logre el hito de que el ratio deuda/PIB caiga por debajo de ese 100% pero posteriormente esperan un repunte sostenido (aunque no disparándose por encima de otros países como Francia o Italia) dado que "los gastos serán presumiblemente mayores y el crecimiento del PIB no alcanzará".

La espada de Damocles en las pensiones

Salvo milagro productivo o migratorio (ni siquiera este último garantizaría la salvación), España se enfrenta a un futuro marcado por unas pensiones y un gasto en sanidad creciente que tendrá que ser financiado por una población en edad de trabajar que podría no variar demasiado a lo que se observa en la actualidad. Al menos así se desprendía del el último informe sobre las pensiones publicado por la Comisión Europea, el Ageing Report 2024, que reveló este creciente desequilibrio del sistema, que pone de manifiesto la necesidad de tomar algún tipo de medida para asegurar la sostenibilidad de las pensiones en el largo plazo.

El informe señalaba en uno de sus recuadros una preocupante evolución prevista del número de ocupados y de pensionistas en España. En 2022, el sistema sostenía a más de 9 millones de pensionistas con 20,5 millones de ocupados. Es decir, por cada dos ocupados (algo más) había un pensionista que 'sostener'. Desde 2022 hasta 2050 se puede observar un crecimiento estrepitoso del número de pensionistas, que llega hasta los 15,6 millones en 2050, mientras que el de ocupados se queda 21,3 millones, un nivel muy similar al que presenta hoy el mercado laboral español. En tres décadas habrá un 60% de pensionistas más que mantener con la misma cantidad de ocupados de hoy, es decir, menos de 1,4 cotizantes por cada jubilado. Esto supone que la tasa de dependencia sube con intensidad hasta alcanzar el 74%, frente al 49% actual.

Según la propia Comisión Europea, a partir del año 2030 estaríamos ante una caída de población en edad de trabajar del 1,3% al año sin contar con inmigración. Actualmente, la llegada de extranjeros está aliviando esta carga, pero, si España recurriese a su media histórica, la caída solo se aliviaría a un rango de entre el 0,6% y el 0,7%. Un envejecimiento que "hará imposible reducir el nivel actual de deuda e incluso mantenerlo", comentan los expertos de Capital Economics. Según el Ageing Report este envejecimiento supondrá un gasto público aumentando en un 3,3% gracias a las pensiones y otras partidas como la sanidad pública.

Salvo milagro de la productividad, los caminos son de sobra conocidos: drástico recorte de la tasa de reemplazo (porcentaje que supone la pensión pública por jubilación respecto al último salario cobrado), subidas de impuestos y cotizaciones o una combinación de ambas. Todas estas medidas tendrá un impacto sobre la economía. Si no se toman medidas, el déficit de las pensiones se dispararán, elevando de forma notable la deuda pública. Si se toman medidas, el recorte del gasto impactarán en el crecimiento económico.

Desde Fedea explican que la senda de las pensiones "es un camino plagado de incertidumbres" y que las previsiones apuntan que España tenga un gasto "dos o tres puntos por encima de los países de su entorno". En ese sentido señalan que "lo razonable sería cambiar el modelo a uno que sea sostenible". Osca comenta que se ha generado "un sistema deficitario y que es excesivamente generoso, el salario medio y la pensión media están casi tocándose, algo que no tiene ningún sentido".

El invierno demográfico

El fenómeno del 'invierno demográfico' en España es una realidad ante el rápido envejecimiento de la población y el comienzo de la jubilación de la vasta generación del 'baby boom', lo que conlleva un crecimiento natural negativo de la población. Desde hace varias décadas, España experimenta una de las tasas de fertilidad más bajas de Europa, situada en torno a 1,3 hijos por mujer, muy por debajo del umbral de reemplazo generacional de 2,1 hijos por mujer. Este escenario, sumado al aumento de la esperanza de vida, ha llevado a una estructura poblacional envejecida que continuará agravándose en las próximas décadas.

Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), la población en edad de trabajar podría disminuir drásticamente hacia mediados de siglo, mientras que la proporción de personas mayores de 65 años se incrementará significativamente, llegando a representar más del 30% de la población total para 2050 (Instituto Nacional de Estadística, 2021). Esto, sin duda alguna, será un lastre para el crecimiento potencial de la economía, lo que podría poner en peligro algunos indicadores como el de deuda pública sobre PIB, muy dependiente del crecimiento de la economía. Si la actividad económica deja de crecer a los ritmos nominales de la actualidad (cercanos al 6%), la deuda pública se disparará. Una vez que baje la marea de inflación y crecimiento, España se encontrará con una montaña de deuda pública que podría poner en duda la sostenibilidad fiscal del país.

"La ventaja demográfica de España desaparecerá pronto, ya que el proceso de envejecimiento en España se va a producir de forma más marcada y rápida que en el resto de la UE"

El crecimiento natural negativo de la población tiene implicaciones profundas para el crecimiento potencial del Producto Interno Bruto (PIB). Un factor determinante en el crecimiento económico es el tamaño y la productividad de la fuerza laboral, que se verán comprometidos debido a la reducción del segmento poblacional en edad de trabajar y al aumento de la población jubilada. Como destacaba el Banco Central Europeo (BCE), una reducción en la población activa puede llevar a una menor oferta de trabajo y a una ralentización en la acumulación de capital humano, lo que reduce la productividad y, en consecuencia, el crecimiento del PIB en el largo plazo. España podría enfrentar tasas de crecimiento económico cada vez más bajas, limitando la capacidad del país para sostener su economía, financiar políticas públicas y cubrir los gastos de una población envejecida.

Es en los próximos años cuando España se va a enfrentar a esta peligrosa situación. "España todavía se beneficia de una ligera ventaja demográfica, ya que la población en edad de trabajar como porcentaje de la población total -otro componente de la renta per cápita- es 3 pp mayor que en la UE. Sin embargo, esta ventaja desaparecerá pronto, ya que el proceso de envejecimiento en España se va a producir de forma más marcada y rápida que en el resto de la UE", explicaba Margarita Delgado, antigua subgobernadora del Banco de España.

Además, "conviene recordar que vivimos en una época de profundos cambios tecnológicos y demográficos que, entre otras consecuencias, harán más difícil la sustitución de la población activa en las próximas décadas. De hecho, los efectos del cambio demográfico, las políticas de empleo, los determinantes de la productividad y el papel del cambio tecnológico ocupan un lugar destacado en la agenda de investigación y análisis del Banco de España".

La inmigración no podrá salvar a España

Ni siquiera una avalancha migratoria, como la que señalaba el Banco de España en uno de sus últimos informes, garantiza que la deuda pública vaya a caer ni que el agujero de las pensiones se vaya a cerrar. La OCDE publica cada cierto tiempo unos indicadores del impacto fiscal de la población según su origen de nacimiento. Estos indicadores revelan que en algunos países como Suecia o Bélgica, el saldo fiscal neto de la población extranjera es negativo, es decir, los extranjeros reciben más del estado (vivienda social, ayudas, prestaciones…) de lo que aportan con sus impuestos. Esto sucede sobre todo cuando la población extranjera que llega no termina de incorporarse al mercado laboral, presenta una productividad muy pobre, comienza a envejecer o una combinación de todas ellas.

Aunque en España el saldo neto fiscal de los extranjeros es positivo, Fernández admite que "no se trata, en general, de población muy formada, ni especializada en nuevas tecnologías (seguro que hay muchas personas que sí, pero no de forma general, como fenómeno). Por tanto, no cabe esperar que generen unas complementariedades y unas sinergias que favorezcan un aumento de la productividad por sí mismos. Pero lo mismo puede decirse de la población nacional, dadas las enormes deficiencias de nuestro sistema educativo", apunta esta economista.

La experta de Funcas reconoce en declaraciones a elEconomista.es que "ni el aumento de la productividad ni la llegada de inmigración sirven para solucionar el problema, solo para retrasarlo en el tiempo. Si llega un número de inmigrantes suficiente como para sostener a lo largo de los próximos 20 años el sistema de pensiones, después esos inmigrantes se jubilarán, y en el futuro se necesitará una masa de población trabajadora aún mayor que la de esos inmigrantes para sostener las pensiones del futuro. Y así hasta el infinito. Y con la productividad ocurre lo mismo: si creciera lo suficiente podría sostener el sistema ahora, pero, si crece la productividad también lo harán los salarios, y, por tanto, las pensiones que habrá que pagar en el futuro a esos trabajadores serán mayores, lo que requerirá en ese futuro crecimientos de la productividad muy elevados de forma sostenida en el tiempo", señala la economista.

Por su parte desde Fedea indican que aunque "la economía (y pensiones españolas) necesita más inmigrantes, la realidad es que esta solución a medio-largo plazo es mala noticia". Osca defiende que la llegada de este tipo de trabajadores al mercado laboral repercutirá en sectores de menor productividad. Además, algunos de ellos pueden encontrar un techo pronto. "Hasta ahora el turismo ha seguido creciendo, pero hay un tope que no puede ser muy lejano".

Política, presupuestos y PIB

Estos problemas deberían solucionarse o al menos aliviarse con el Presupuesto General del Estado. Es decir, el Gobierno podría afilar sus cuentas para adaptarse a la nueva situación, evitar los déficits y seguir bajando la deuda a pesar de todo. Sin embargo, los expertos creen que tanto la voluntad política como la propia disposición del Congreso en España de cara a los próximos años bloquean esta vía y solo verían una rebaja de deuda gracias a un potente crecimiento, tal y como está sucediendo ahora y no a una rebaja de gastos a través de los recortes.

"En España hay un panorama político totalmente fragmentado que dificultará que los futuros gobiernos logren una consolidación fiscal", comentan desde Capital Economics. Adrian Prettejohn, analista de la firma explica que "ya son cinco elecciones que han marcado por completo el final del sistema bipartidista y ahora los partidos tienen dificultades para formar coaliciones mayoritarias". En este contexto, "el déficit estructural ha ido aumentando y ya son diez años en los que es recurrente que no logren unos presupuestos con consenso". En ese sentido, "incluso si España se acostumbra a lograr coaliciones eficaces, es muy difícil imaginar un gobierno fuerte que aborde el tema del déficit estructural".

Desde Funcas explican que "lo importante no es el déficit de los próximos dos años, que se puede lograr con escaso esfuerzo político. Lo importante son los próximos 15 años, donde para lograr detener el déficit hay que tomar medidas a largo plazo impopulares, con coste electoral y que ningún gobierno va a tomar por sí solo, incluso si tiene la mayoría suficiente". Para Fernández esto solo puede ocurrir si se genera "un amplio acuerde que englobe todo el espectro político para que el coste electoral no lo asume un partido".

Bosca comenta que si bien "con subidas de impuesto siempre puedes cuadras las cuentas", la realidad es que estos son "lesivos para el crecimiento". Y ese es principalmente el problema, que el crecimiento no cumpla con lo esperado en el plan y, e consecuencia "al final el ajuste sea muy bajo" para evitar que la deuda siga escalando.

A falta de previsiones más a largo plazo, los expertos de AIReF apuntan a que en 2026 España seguirá con un déficit del 2,5%. Todo esto en la etapa más favorable para España, antes de que unos costes de la seguridad social más elevados empiecen a hacer mella. Además, los mayores costes no son el único elemento a tener en cuenta, también el lado de los ingresos, pues no está claro hasta cuando podrá mantener España el ritmo de crecimiento en el PIB que ha estado logrando estos últimos años.

La realidad es que a largo plazo se antoja complicado un crecimiento del PIB como el que se ha vivido. El FMI habla de una desaceleración que empezará a darse a partir de 2025. "En el futuro, lo que necesitamos ver es un rendimiento del crecimiento que sea impulsado por el aumento de la productividad", dijo Gueorguieva, que demanda reformas estructurales.

"El elevado crecimiento nominal del PIB ha estado sostenido por factores transitorios (un crecimiento del turismo a unas tasas difícilmente sostenibles, un crecimiento del consumo público también insostenible) y a partir de ahora el crecimiento real será sensiblemente menor"

Sin embargo, donde queda más patente es en la previsiones del propio Gobierno de España que ha remitido a Bruselas en el plan fiscal enviado hace un mes a la UE. Según el mismo a partir de 2027 el PIB se quedará congelado en el entorno del 1%. Desde Caixabank Research son ligeramente más optimistas hablando de que los "factores demográficos" van a ir limando el dinamismo del PIB hasta el 1,3% en 2030. Desde la OCDE apuntaban en su último informe a que en los próximos 30 años quedará atrapada en ese mismo rango (1,3%).

Desde Funcas comentan que "el elevado crecimiento nominal del PIB ha estado sostenido por factores transitorios (un crecimiento del turismo a unas tasas difícilmente sostenibles, un crecimiento del consumo público también insostenible) y a partir de ahora el crecimiento real será sensiblemente menor, y, con la normalización de la inflación, la ralentización del crecimiento nominal lo será aún más".

Desde Fedea insisten en que "si el crecimiento no se mantiene por encima del 2%" la reducción de deuda de España queda totalmente cortada y se iniciara un camino opuesto. "Para que hubiera un crecimiento sostenido debería haber unos movimientos en la productividad y dada la situación actual, estamos más cerca del 1% de crecimiento en el futuro que del 2%".

El lastre de la productividad

La única forma de acelerar este cambio sería un incremento de la productividad muy acelerado. Algo que pocos ven en el horizonte. Desde la pandemia la productividad ha caído en cinco puntos frente a los 2,5 de la eurozona. En su último informe al respecto este verano, la Comisión Europea ha hablado de este como el "problema endémico" que asola la economía española. En términos generales la productividad laboral está en los 97 puntos frente a los 100 que marca el conjunto de la UE. Todo esto con una constante caída desde los 105,7 puntos en 2009.

El último estudio de BBVA Research habla de una brecha con el continente del 19,4% en 2023 y que tenderá a ensancharse. Oriol Aspachs, de Caixabank Research, explican que la baja productividad de España se debe a tres factores. En primer lugar "una inversión de capital físico y humano menor con un amplio margen frente al resto de países desarrollados". En segundo lugar, el tamaño de las empresas "en España el peso de grandes empresas es inferior. Las empresas más grandes suelen ser más exitosas y productivas". Por último está la composición sectorial "en España los sectores con mayor nivel de productividad tienen un mayor peso frente áreas de gran rendimiento como la industria manufacturera, actividad científicas o servicios de la información".

En 2023 la inversión empresarial en España se situó en los 28.215 millones de dólares un crecimiento de solo el 3%. Según datos del Banco de España el mayor crecimiento se ha concentrado en el sector de la energía y en el resto hay un saldo negativo desde 2019. "En España, la inversión empresarial ha experimentado una notable debilidad en los últimos años y aún permanece por debajo de los niveles registrados antes del estallido de la pandemia", comentan desde el Banco de España.

Desde Capital Economics señalan que "España ha logrado históricamente un crecimiento de la productividad tendencialmente bajo. En los últimos 25 años, el aumento promedio del PIB por empleado ha sido de apenas el 0,4% interanual. Y hay pocos motivos para pensar que el crecimiento de la productividad será mucho mejor en el futuro". Esto, combinado con una población en edad de trabajar en descenso, "hará que a España le resulte difícil seguir creciendo para salir de su carga de deuda".

España se enfrenta a diversos desafíos en su productividad laboral, tanto en el presente como en el futuro, los cuales limitan su crecimiento económico y su capacidad competitiva. Según Jesús Castillo, economista de Natixis, el mercado laboral español muestra una "ineficiencia" significativa que obstaculiza una asignación óptima de la mano de obra. Entre los factores que contribuyen a esta situación, Castillo destaca la "escasa movilidad geográfica" de la fuerza laboral, lo que limita la capacidad para cubrir eficientemente las demandas de empleo en distintas regiones.

Además, el país presenta una "gran dualidad en el mercado laboral", caracterizada por una alta proporción de empleos temporales y una baja integración de los jóvenes al mercado laboral, lo que afecta la inversión en habilidades y el compromiso de los trabajadores temporales. Esta falta de continuidad laboral reduce la formación de capital humano y, a largo plazo, repercute en la productividad nacional?.

Por otra parte, el bajo nivel de inversión en investigación y desarrollo (I+D) limita las oportunidades de mejora en la eficiencia y la innovación. Como señala Castillo, España es el país de la zona euro con menor porcentaje de inversión en I+D respecto al PIB, lo que "impide que se puedan mejorar los procesos productivos de manera efectiva". Este déficit de inversión no solo afecta la producción actual, sino que también representa un riesgo para el futuro, ya que limita las capacidades innovadoras necesarias para competir en un mercado global en constante evolución?.

Además, Margarita Delgado, exsubgobernadora del Banco de España, señalaba en un discurso este verano que el papel de los cambios demográficos y tecnológicos que afectan la disponibilidad y la naturaleza de la fuerza laboral. "La evolución tecnológica y el envejecimiento poblacional harán más difícil reemplazar a los trabajadores en las próximas décadas", explicó Delgado, enfatizando que el impacto de la inteligencia artificial y la robótica en el mercado laboral español podría ser significativo. Estos avances, aunque pueden aumentar la productividad, también traen consigo el riesgo de "destrucción de empleo en sectores tradicionalmente dependientes de mano de obra humana"?.

La baja productividad explica la diferencia de PIB per cápita de España con los países más avanzados de Europa: "La menor productividad de España explica en gran medida esta diferencia. De hecho, si la productividad por trabajador en España fuera igual a la media de la UE (actualmente es 11 puntos porcentuales (pp) inferior), la renta per cápita española sería sólo un 4% inferior a la media de la UE", señala esta experta que trabajó para el Banco de España hasta la llegada José Luis Escrivá como gobernador.

"No hay ningún motivo para esperar que el pobre desempeño de la productividad española en lo que llevamos de siglo vaya a aumentar"

Desde Funcas coinciden en que será complicado ver una productividad repuntando en España. "No hay ningún motivo para esperar que el pobre desempeño de la productividad española en lo que llevamos de siglo vaya a aumentar. No se ha hecho ninguna reforma (educativa, liberalizadora o de otro tipo) que vaya en esa dirección. Más bien al contrario". Además, Fernández comenta que "la inversión empresarial está preocupantemente estancada".

Por su parte, ante la posibilidad de que una IA revolucionando el trabajo solucione este problema, desde Funcas comentan que "las novedades tecnológicas del último siglo no han servido para elevar nuestra productividad (en EEUU sí, en Europa menos que en EEUU, pero en España menos que en Europa) porque estas novedades requieren, para que sirvan para aumentar la productividad, de ciertas condiciones en cuanto a capacidades de los trabajadores, dinamismo empresarial, etc". Por su parte, la experta sentencia que "tampoco tengo demasiadas ilusiones en que las inversiones relacionadas con el Next Generation vayan a tener un impacto relevante".

Por su parte desde Fedea explican que "el PIB por persona de España es lamentable, acabamos de recuperar (el primer trimestre de 2024) las cifras prepandemia". En ese sentido, "realmente no notamos una mejora clara en la productividad que pueda activar el PIB. Si bien algunos ratios (productividad aparente y PIB por hora han subido" la realidad es que "no hay ningún indicio de que estamos en una buena tendencia más que en un leve repunte". Osca prosigue alegando que "no se ve un resurgimiento, y hay medidas extrañas para activarlo (y que pueden suponer un lastre) como la reducción de la jornada laboral".

Con una productividad baja, España tendría casi imposible resolver una amenaza que se cierne sobre todo el continente. Aunque en países como Francia las alertas hayan saltado. Lo que parece claro es que, independientemente de la dirección de la deuda los próximos años, el peligro está lejos de disolverse. Queda por ver si desde Madrid se podrán emprender medidas para que la tendencia cambie pero si todo sigue igual, no es solo que el peligro no esté conjurado, sino que puede convertirse en unos los mayores lastres que se recuerdan para la economía ibérica.

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