
Este domingo 9 de junio ha vuelto a haber elecciones en España, pero esta vez no fueron autonómicas, ni municipales, ni a las Cortes Generales. Se trató de las europeas. Esto es, tocó escoger (si queríamos) a las personas que preferimos que representen a la ciudadanía de este país en el Parlamento Europeo. Una institución que parece lejana, con sus sedes en Bruselas y Estrasburgo, aunque lo que allí se vota tiene una notable influencia en las leyes que acaban aplicándose aquí (y en los otros 26 países que forman la Unión Europea, o UE). No obstante, el margen de actuación de la Eurocámara es limitado frente a la subida de los precios o el encarecimiento de los créditos, dos de los factores que más han afectado a los bolsillos de las familias del Viejo Continente en los últimos años. ¿Por qué? Para comprenderlo, es necesario conocer las reglas de juego en la UE y, más en concreto, el peliagudo equilibrio de poderes entre el Parlamento Europeo y otra institución de peso en el bloque: el Banco Central Europeo (o BCE).
Empecemos por la base: la Unión Europea es una organización internacional a la que los Estados que la conforman (actualmente 27, España entre ellos) le han cedido voluntariamente una serie de poderes y competencias. Para abarcarlo todo, o al menos intentarlo, la UE se ha organizado en siete instituciones diferentes. Una de las más importantes es la Eurocámara, la única que representa de forma directa a la ciudadanía de todo el bloque. Al igual que cualquier parlamento, su poder es básicamente legislativo (generar normas).
Otra de las instituciones del complejo esquema de la UE es el Banco Central Europeo, que se encarga de la política monetaria de la eurozona. ¿Qué significa esto? Pues que el BCE decide "el coste y la disponibilidad del dinero en la economía" de 20 países en la actualidad (aquellos cuya divisa es el euro), tal y como detalla el Banco de España en su web.

El amplio alcance del poder monetario se ha notado, de una forma u otra y de manera más o menos directa, en todos los hogares de la zona del euro a lo largo de los últimos años. Para muestra, un botón: las hipotecas a tipo variable se han encarecido desde el verano de 2022 porque están referenciadas al euríbor, un índice que está enormemente influenciado por los cambios en los tipos de interés del BCE.
Con todo esto en mente, toca preguntarse: ¿qué papel juega el Parlamento Europeo frente al banco central?
Una independencia que conlleva rendir cuentas
El BCE es una institución independiente dentro de la UE. O, mejor dicho, debe serlo porque así lo establece el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (TFUE): tiene que tomar sus decisiones sin "solicitar" ni "aceptar instrucciones" de otras instituciones comunitarias, ni de Gobiernos "ni de ningún otro órgano".
Por lo tanto, los responsables del banco central tienen que resolver por sí mismos qué medidas toman para cumplir con la obligación que les impone el TFUE de "mantener la estabilidad de precios" en la eurozona, es decir, de controlar la inflación.
El propio ente ha concretado que esto significa situar la tasa de inflación en el 2% (simétrico) a medio plazo. Según los últimos datos, en España el índice de precios al consumo (IPC) se encuentra en el 3,3%, claramente por encima del objetivo del BCE, y en el 2,6% en la región del euro.
Artículo 130 TFUE: "Ni el BCE, ni los bancos centrales nacionales, ni ninguno de los miembros de sus órganos rectores podrán solicitar o aceptar instrucciones de las instituciones, órganos u organismos de la UE, ni de los Gobiernos de los Estados miembros, ni de ningún otro órgano"
"El BCE es una institución independiente que tiene plena discrecionalidad para utilizar sus instrumentos, según sea necesario, para llevar a cabo sus tareas y cumplir su mandato", dice el Parlamento Europeo en su página web. Pero como se suele decir: un gran poder conlleva una gran responsabilidad.
"La rendición de cuentas es la contrapartida necesaria de esa independencia", explicaron fuentes del banco central consultadas por elEconomista.es en febrero. "El BCE es responsable de sus actuaciones ante el Parlamento Europeo, como órgano compuesto por los representantes electos de la ciudadanía de la UE", agregaron.
¿Cómo es esa rendición de cuentas? Por un lado, el presidente del Banco Central Europeo (actualmente presidenta: Christine Lagarde) tiene que acudir al menos una vez al trimestre a la Eurocámara "en el contexto del diálogo monetario", explica la institución legislativa en su página.
Por otro lado, el BCE elabora un informe anual sobre su política monetaria para presentarlo ante los eurodiputados. En particular, a aquellos que forman parte de la ECON (la Comisión parlamentaria de Asuntos Económicos y Monetarios). Estos, por su parte, hacen un informe igualmente cada año en el que dan su visión sobre las actuaciones del banco central y le hacen peticiones y sugerencias.
En el Informe Anual 2023 del BCE el Parlamento Europeo solicitó al organismo con sede en Fráncfort que, ni más ni menos, se replantee su forma de establecer el objetivo de inflación. Algo que no parece estar en los planes de la entidad central pero que, de hacerlo, supondría una revolución en su política monetaria y podría poner en peligro su credibilidad, según los expertos.
En su respuesta, el BCE arguyó que "un objetivo numérico preciso para la inflación general es fundamental para anclar las expectativas de inflación", lo que a su vez "resulta esencial para mantener la estabilidad de precios".
"De hecho, la mayoría de las expectativas de inflación se han mantenido ampliamente ancladas en torno al 2%, a pesar del reciente episodio de tasas de inflación muy elevadas", lo que, a su parecer, demuestra que el objetivo actual "es comprensible y creíble", alegó en su feedback al Europarlamento.
Perro guardián
Sabiendo cómo interactúan ambas instituciones toca cuestionarse si existe el riesgo de interferencia política en el BCE. "¡En absoluto!", aseguró Irene Tinagli, presidenta de la ECON durante la pasada legislatura, en una entrevista reciente con este periódico. "No tenemos ninguna intención de interferir en el proceso de toma de decisiones del Consejo de Gobierno del BCE. Pero, como he dicho, la independencia no significa que no tengas que rendir cuentas a nadie y que no tengas que explicar qué haces. Todos los bancos centrales deben rendir cuentas", argumentó la italiana.
¿Y de qué le sirve esto a la Eurocámara? ¿Qué hace con la información que le da el banco central? "Podemos usarla para nuestras otras propuestas, en otras acciones en las que estamos trabajando. Es importante ser capaces de coordinar un poquito la política monetaria con las políticas fiscales y económicas", indicó Tinagli, que subrayó que ese "es uno de los mayores desafíos" de la UE: "No tenemos un solo Gobierno federal, sino que tenemos una política monetaria y 27 políticas fiscales".
En conclusión: el Parlamento Europeo no puede (ni debe) influir en las decisiones del BCE, por lo que su poder es prácticamente nulo sobre factores tan claves en el día a día como el coste de la compra en el supermercado o la escasa rentabilidad que los bancos ofrecen por los ahorros. Aun así, quienes ocupan los escaños de Bruselas y Estrasburgo sí tienen la responsabilidad de pedir explicaciones a los banqueros centrales, así como de tomar las medidas oportunas para minimizar los posibles efectos nocivos de la política monetaria u otras acciones, como la creación del euro digital, en nuestros bolsillos.
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