
Las previsiones económicas del BCE lanzan un mensaje de que la lucha contra la inflación no ha terminado al elevarse la inflación prevista para este y los siguientes años. En concreto, el BCE espera que la inflación general se sitúe en el 5,4% en 2023, del 3% en 2024 y del 2,2% en 2025. "Los indicadores de las presiones inflacionistas subyacentes siguen en niveles elevados, aunque algunos muestran señales incipientes de debilitamiento", señalan. Suponen una décima más que en las previsiones de marzo.
El dato de inflación se ha llevado todos los focos en las nuevas previsiones. En las anteriores, para 2025 el BCE todavía mantenía la inflación en el 2,1% y no bajaba la expectativa del objetivo del 2% hasta la segunda mitad del ejercicio. En el universo de los bancos centrales, las expectativas de la inflación deben ajustarse a su mandato para comenzar a valorar que el trabajo de contener los precios está hecho. Solo en este caso, sobre la mesa estará la posibilidad de que Frankfurt valore una pausa en los tipos.
El pasado mes de marzo, los economistas del banco situaban la inflación media para este año en el 5,3% y en el 2,9% para 2024.
En el último dato de junio, la inflación sorprendió con una notable caída en la zona euro. Incluso bajó la subyacente, cuatro décimas al 6,9%, pero no es suficiente para que el BCE baje la guardia. En un reciente discurso, Lagarde dijo "la inflación subyacente se refiere a la parte de la inflación que se mueve lentamente y que, cuando los choques temporales se han desvanecido, persistirá a medio plazo. Por lo tanto, al observarla podemos estar más seguros de que la inflación está en el camino correcto, sin embargo, no hay evidencia clara de que la inflación subyacente haya tocado techo".
"La inflación ha estado bajando, pero se prevé que se mantenga demasiado alta durante demasiado tiempo", ha explicado la banquera gala y ha señalado al mercado laboral como uno de las principales fuerzas para mantener elevados los precios. "Las presiones salariales, aunque en parte reflejan pagos únicos (bonus), se están convirtiendo en una fuente de inflación cada vez más importante".
También ha remarcado que "los acuerdos salariales recientes en varios países se han sumado a los riesgos al alza para la inflación" . También señala que las presiones inflacionistas se deben, en menos medida, a que "los costos de la energía todavía están elevando los precios en toda la economía" y a la "demanda reprimida por la reapertura de la economía".
El BCE también ha revisado al alza sus proyecciones de inflación, excluidos la energía y los alimentos, la subyacente especialmente para este año y el próximo, "dados los inesperados aumentos anteriores y las implicaciones de la solidez del mercado de trabajo para el ritmo de desinflación". Esperan que la inflación subyacente se sitúe, en promedio, en el 5,1% en 2023, y que descienda hasta el 3% en 2024 y el 2,3% en 2025. Son cinco décimas más, respecto a las previsiones de marzo. De hecho, ha sido el dato donde el mercado ha puesto el acento, para entender que Lagarde ha endurecido el discurso.
Crecimiento débil
Las previsiones de crecimiento han sido recortadas una décima para este año y 2024. El BCE prevé ahora que la economía crezca un 0,9% en 2023, un 1,5% en 2024 y un 1,6% en 2025. El organismo todavía no observa que la actual subida de tipos esté impactando demasiado en la economía. El más evidente está siendo sobre el crédito, pero no en los datos finales. "Queremos que las condiciones de financiación se endurezcan", ha manifestado Lagarde, recientemente. El volumen de crédito ha bajado y las condiciones se han endurecido, pero la fortaleza del mercado laboral está aguantando al PIB.
"Es probable que el crecimiento económico siga siendo débil a corto plazo, pero se fortalezca a lo largo del año, a medida que la inflación baje y las interrupciones del suministro continúen disminuyendo", ha anticipado para los próximos trimestres.
"Las perspectivas de crecimiento económico e inflación siguen siendo muy inciertas", ha añadido, pero "el crecimiento también podría ser más lento si los efectos de la política monetaria son más contundentes de lo proyectado".
La inflación necesita una caída de la actividad económica para relajarse. De momento, parece que la entrada en recesión técnica este invierno puede no ser suficiente.