
Los mercados parecen interpretarlo a libertad, pero el mensaje desde la Reserva Federal de EEUU se antoja nítido: los tipos de interés seguirán subiendo en 2023 y se mantendrán en techo superior al 5% hasta final de dicho año. La última reunión del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) de la Fed el pasado 14 de diciembre fue particularmente reveladora. No solo el presidente, Jerome Powell, agitó una vez más las alas de 'halcón' en la rueda de prensa. El dot plot o diagrama de puntos con las proyecciones de los funcionarios evidenciaba que la relajación es una quimera a corto plazo. Sin embargo, más allá de datos que ponen en duda que sea necesaria esta senda (las dos últimas lecturas de IPC en EEUU), también hay indicadores que contradicen esta declaración de intenciones.
Los analistas de 3Fourteen Research apuntan al bono del Tesoro de EEUU a dos años para ver si las pretensiones de la Fed tienen las alas muy cortas. Según los estrategas de la firma de investigación económica, al repasar la historia reciente se aprecia cómo la Fed ha detenido de inmediato las subidas de tipos cuando el rendimiento del bono a dos años quedaba por debajo de la banda de tipos decretada por el banco central. Es decir, cuando el diferencial (spread) se tornaba negativo.
Ahora mismo, el rendimiento a dos años se sitúa en el 4,19% y los tipos de interés se encuentran en el rango 4,25%-4,5% tras el alza de 50 puntos básicos precisamente en la reunión de diciembre de la Fed. Aunque la inversión es relativamente pequeña, puede ser una señal de que Powell y sus colegas se detendrán pronto, algo que el mercado espera con cierta ansia.
Echando la vista atrás, en todos los casos en los que se produjo esta inversión en el diferencial y se mantuvo 21 días, menos en 1978, la Fed procedió rápidamente deteniendo las subidas y su siguiente paso fue recortar los tipos, según los datos recopilados por 3Fourteen Research. Esa secuencia se dio en 1982, 1986, 1989, 1990, 1995, 1998, 2000, 2006 y 2019.
Desde la firma de investigación parten del planteamiento de que "los rendimientos de los bonos son una conjunción de los tipos de interés actuales, expectativa de tipos futuros y la prima a plazo", siendo esto último el retorno extra que exigirá un inversor por asumir el riesgo de un bono a largo plazo respecto al menor de las letras a corto plazo. "Es por eso que, cuando los tipos federales superan el rendimiento a dos años, el mercado está enviando una fuerte señal de que la política del banco central es demasiado restrictiva", coligen. Su conclusión es clara: "Nuevas subidas de tipos nos meterán de lleno en un mundo de errores de política monetaria. Los errores de política no terminan con un aterrizaje suave".
Consideran por tanto estos analistas que la senda telegrafiada por la Fed compromete sus intenciones de evitar un aterrizaje forzoso de la economía con la inflación contenida pero sin mucho daño a la actividad y sin sangría en el empleo. "Creemos que existe el riesgo de que la Reserva Federal endurezca demasiado su política y provoque una desaceleración ligeramente peor de lo que esperamos actualmente, ya que intenta sofocar la inflación, en gran medida por el lado de la oferta, con un instrumento por el lado de la demanda", avisaba en una nota de finales de la semana pasada Ryan Sweet, analista de Oxford Economics.
"Pensamos que la subida de los tipos pronto afectará a la economía real más de lo que espera la Fed. La debilidad de las ventas minoristas y de la producción manufacturera en noviembre sugiere que el lastre puede estar empezando a dejarse sentir, agravado por la creciente debilidad de la economía mundial. Nuestros modelos mixtos de seguimiento de la recesión siguen en rojo. El resultado es que, a pesar de la firmeza de la Fed, seguimos pensando que volverá a recortar los tipos de interés antes de finales del próximo año, mucho antes de lo que Powell sugirió tras la reunión", valora Andrew Hunter, de Capital Economics.
"Queda abierta la cuestión de hasta qué punto los funcionarios creen realmente en sus previsiones de inflación y tipos de interés, o si se aferran deliberadamente a una línea excesivamente dura para evitar una mayor relajación de las condiciones financieras. En cualquier caso, si la inflación sigue cayendo bruscamente y la economía empieza a debilitarse, esperamos que el tono de la Fed cambie el año que viene", plantea Hunter.
Históricamente, la Fed solo ha esperado una media de seis meses entre la última subida de tipos de un ciclo y el primer recorte de tipos. En este sentido, la Fed tiene un doble mandato que incluye una dinámica de empleo además de la estabilidad de precios. Esto ofrece al banco central una flexibilidad aún mayor frente a otros bancos centrales que solo tienen un objetivo de inflación, para responder con estímulos, y creemos que lo hará a partir del tercer trimestre de 2023", expone James Knightley, de ING.
Otros sí otorgan credibilidad a la Fed. Gilles Moëc, economista jefe de la gestora AXA IM lamenta en uno de sus últimos comentarios que "los inversores siguen sin escuchar" al banco central y advierte del "espacio incómodamente grande para la decepción de los mercados" en 2023 por sus expectativas de relajación por parte del FOMC.
Moëc señala que "la Fed está lejos de haber terminado, y sería un error esperar un giro rápido en cualquier momento de 2023". "Como era de esperar, las proyecciones se dispersan a lo largo del horizonte de previsión, pero creemos que el mercado debería tomar nota del hecho de que solo un miembro del FOMC cree que en 2025 la Fed podría permitirse situar su tipo de interés por debajo del nivel a largo plazo del 2,5%, comúnmente considerado neutral en EEUU", agrega el analista.
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