
El Banco Central Europeo (BCE) celebra la primera reunión de las tres capitales para el futuro de la economía, que se celebrarán hasta septiembre. El foco está puesto en las citas del 21 de julio y del 8 de septiembre por la importancia y las implicaciones de subir tipos. En el caso del BCE, la primera desde 2011. Pero en la reunión de este jueves se deben sentar las bases para los próximos movimientos y, posiblemente, es la que tenga más implicaciones. Estos son los puntos claves que tiene que abordar.
Retirada del programa de compras
El BCE ha convertido el fin del APP, el programa de compra de activos, en una condición sine qua non para comenzar a elevar los tipos de interés. Pesa a que pocas veces en su historia la institución ha sido tan clara y transparente en lo que va suceder hoy, con la presidenta Lagarde haciendo pública la hoja de ruta del BCE hasta septiembre; todavía hay flecos que cortar.
Para empezar no hay fecha clara y concreta para que el BCE deje de comprar deuda soberana. En el mes actual, el volumen asciende a 20.000 millones. Una cifra que apunta a su retirada. En pleno apogeo del programa, las compras mensuales superaban los 80.000 millones entre 2016 y 2017. En el planteamiento de Lagarde encajaría para finales de este mes, pero el Financial Times apunta a que hay halcones que prefieren que sea de inmediato. Carsten Brzeski, jefe de Economía de ING, comenta que sería una manera clara de sorprender con un mensaje más duro y permitiría abrir la puerta a la posibilidad de subir las tasas de interés antes de la reunión del 21 de julio, en una reunión extraordinaria. Sería una manera de guardar una bala, si la situación con la inflación y la deuda se complica.
Cuidado con las primas de riesgo
Desde 2015, la deuda europea cotiza con red de seguridad en los mercados financieros, gracias a las compras del BCE. Esta herramienta ha sido clave para mantener a raya los intereses de los bonos, especialmente, los de la deuda periférica. La perspectiva de retirada de la aspiradora del BCE en el mercado ha devuelto la preocupación por una fragmentación financiera de la zona euro. En 2012, fue el principal motivo que llevó al euro al borde de su ruptura. Los intereses, primero, en la deuda griega, luego en Portugal, Irlanda, España e Italia se dispararon hasta niveles inasumibles para mantener un mercado único.
Ahora las primas de riesgo de Italia y España vuelven a coger vuelo. En una reciente encuesta a economistas que siguen al BCE en Bloomberg, al 75% le preocupa los diferenciales de la deuda periférica. Y el 62% no descarta que el BCE anuncie un nuevo programa destinado a rebajar las tensiones en los bonos. Fabio Panetta, miembro del Comité Ejecutivo de la institución, ha hablado ya de una 'herramienta anti-fragmentación' que impida que la normalización monetaria genere una Eurozona con dispares condiciones financieras, mientras que Christine Lagarde señaló esta semana que "cualquier decisión futura sobre el balance tendrá que ser coherente... con nuestro compromiso de garantizar la transmisión de la política, especialmente, porque la reinversión flexible de la cartera del PEPP (Programa de Emergencia contra la pandemia) es una herramienta que hemos puesto a disposición para mitigar los riesgos de fragmentación".
Ya el mes pasado, cuando la banquera gala estableció la hoja de ruta para dejar atrás los tipos negativos, ya apuntó a que "si es necesario, podemos diseñar y desplegar nuevos instrumentos para asegurar la transmisión de la política monetaria a medida que avanzamos en el camino de la normalización de la política, como hemos demostrado en muchas ocasiones en el pasado".
Nuevo programa anti-fragmentación
El fin del APP no significa que el BCE salga del mercado de bonos, simplemente que deja de adquirir nueva deuda. Pero la sombra del guardián del euro seguirá siendo alargada. Los analistas calculan una capacidad de 200.000 millones, en lo que queda de año, teniendo en cuenta los vencimientos y futuras reinversiones. Sin embargo, la mayoría de expertos del panel de Bloomberg consultados creen que no será suficiente para dar estabilidad a la deuda periférica.
No obstante, la gran mayoría de expertos no esperan un anuncio detallado del nuevo programa. El 86% del panel de Bloomberg apuntan a una intervención verbal. "Sospechamos que el BCE confiará primero en la intervención verbal en primera instancia", inciden los analistas de JP Morgan. "Solo si las presiones del mercado aumentan considerablemente, se llegará a un acuerdo sobre una herramienta y sobre los niveles de intervención, condicionada a reformas y a los fondos del Next Generation", concretan.
La alusión al PEPP, al programa pandémico, por parte de algunos miembros del BCE no ha sido inocente. "Cuando el BCE comenzó el APP, las compras no podían desviarse de la clave de capital, por lo que, en principio, no era posible controlar las primas de riesgo", explica Robin Brooks, economista jefe de Institute of International Finance, al referirse a la cuota correspondiente a cada país del euros dentro del programa. "El PEPP se movió en la dirección para controlar la propagación de los intereses, ya que permitía desviaciones en la clave de capital, pero PEPP era un programa único", añade. Los expertos señalan que el nuevo programa se enfrentará a desafíos legales. Todavía está reciente la ofensiva legal de Alemania para fiscalizar los programas de compra lanzados por el BCE, por si incurrían en financiación directa a los Estados. "No ofrecer detalles tiene sus ventajas para BCE al lanzar un mensaje al mercado y hay menor riesgo de ser impugnada legalmente en el tribunal constitucional alemán", comenta desde Berenberg, Holger Schmieding, economista jefe de la firma.
Previsiones económicas
Coincidiendo con el final del trimestre, el BCE presenta sus proyecciones económicas. Siempre suelen ser uno de los puntos importantes de las reuniones. Pero en esta ocasión adquieren especial relevancia. Primero, por toda la incertidumbre que hay alrededor de la economía. Y segundo, las nuevas previsiones de la institución deben dar apoyo argumental para la futura escalada de tipos. El 100% de los encuestados esperan un recorte en la estimación del PIB para este año y un aumento en la inflación prevista. En marzo, el BCE rebajó su pronóstico de crecimiento al 3,7%, con un crecimiento del IPC para la zona euro del 5,1%. El consenso apunta a una rebaja por encima del 2,5% y que la nueva previsión de precios roce el 7%, en el peor escenario.
Hasta ahora Lagarde y el resto de banqueros han evitado hacer referencia a la amenaza de recesión y mucho menos al temido escenario de estanflación. "Al temor de que esta elevada inflación genere un espiral de precios-salarios contribuyó el dato de los salarios negociados del BCE, que mostró un aumento del 2,8% en el primer trimestre. La cifra en sí no es muy preocupante, al ser consistente con una inflación al 2%, pero preocupa el aumento respecto al trimestre anterior y la posible tendencia que pueda tener este indicador en los próximos trimestres, con una tasa de paro que se mantuvo en el 6,8% en abril, un mínimo histórico", comenta Ricard Murillo, economista de CaixaBank Research.
Peores condiciones para la banca en las TLTRO
Las TLTRO, los préstamos en condiciones especiales para la banca a través de subastas, fue otro de los pilares del BCE para apoyar a la economía. Las entidades acudieron en masa ante el atractivo de los intereses. El BCE llegó a pagar un 1%, aunque posteriormente se estableció un sistema de tramos, dependiendo de la entidad. El mercado descuenta un aumento en los intereses de 50 puntos básicos, para situarse al -0,5%. De esta manera, el BCE avanzara hacia la normalidad y evitará el carry trade libre de riesgo en la cartera de préstamos de los bancos.
Los tipos de interés centrarán la rueda de prensa
Al menos cinco de los 25 miembros del Consejo de Gobierno del BCE han abogado públicamente por un movimiento de 50 puntos básicos en lugar de 25 puntos básicos para la reunión del 21 de julio, pese a que Lagarde no dejó muchas opciones con su famoso post. Sin duda este aspecto gobernará la rueda de prensa, posterior a la reunión de Lagarde.
Será difícil que la presidenta se desdiga y merme su credibilidad tras un movimiento tan inaudito dentro del BCE, expresando abiertamente la hoja de ruta del banco para las tres próximas reuniones. Pero hasta julio, quedan por publicarse varios datos relacionados con la inflación que pueden desatar cierto nerviosismo. Incluso, el economista jefe del BCE, Philip Lane, llegó a comprometer la subida de tipos del próximo mes en 0,25%, en otro gesto excepcional en la cúpula del BCE. "Poner fin a las compras netas de activos y aumentar las tasas en 50 puntos básicos dentro de tres semanas en julio probablemente sería una exageración, especialmente, porque el BCE ha prometido en repetidas ocasiones normalizar su postura política gradualmente", apuntan desde Berenberg.
El consenso de analistas apuesta por la prudencia que pide Lagarde, pero el mercado ya descuenta cuatro subidas de tipos de 25 puntos básicos para todo el año, lo que dejan entrever que en algún momento, durante 2022, habrá una subida de 50 puntos básicos. Solo ha habido dos ocasiones en la que el incremento de los tipos ha sido igual o superior a 50 puntos básicos. La primera fue el 22 de enero de 1999, en su tercera reunión, cuando subió de golpe los tipos de 125 puntos básicos hasta el 4,5%, en el primer mes de estreno del euro en los mercados financieros, y la segunda data del 9 de junio de 2000, cuando el BCE subió los tipos en 50 puntos básicos al 5,25%.
¿Hasta dónde llegará el BCE?
El otro punto en el que se insistirá en la rueda es hasta dónde llegará el BCE para controlar la inflación. Y aquí surgirá el debate alrededor del tipo neutral, nivel teórico en el que las tasas de un banco central mantiene la economía creciendo de manera equilibrada con pleno empleo. Lagarde ha descartado una posición del BCE por encima del tipo neutral, el punto de equilibrio de una economía para funcionar con pleno empleo y con estabilidad en los precios. "Si vemos que la inflación se estabiliza en un 2% a medio plazo, será apropiada una mayor normalización progresiva de las tasas de interés hacia la tasa neutral, pero el ritmo y la escala general del ajuste no pueden determinarse ex ante", ha aclarado.
"Esto significa que es sensato avanzar paso a paso, observando los efectos sobre la economía y las perspectivas de inflación a medida que aumentan las tasas", ha añadido.
Piet Haines Christiansen, de Danske Bank, destaca que "no esperamos que el problema de la inflación se resuelva en un futuro próximo, las expectativas de inflación deberían disminuir gradualmente hasta la marca del 2% a finales de 2024, principios de 2025, lo que deja escaso margen de maniobra al BCE". El mercado ya descuenta para 2023 que los tipos suban al 1,5%. La gran incógnita para cualquier banco central es fijar dónde está la tasa neutral. Es decir, a donde dirigir los tipos para equilibrar la economía. Para muchos miembros del BCE está cerca del 1%, para los banqueros con un perfil más duro está más cerca del 2%.