Economía

La inflación media de la eurozona se elevará hasta llegar al 6,5% en 2022

  • Los altos precios, junto con el daño al crecimiento
  • Las proyecciones dependen de la magnitud de la guerra
  • Las exportaciones españolas a Rusia sólo bajaran un 1,3%
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La invasión rusa del territorio ucraniano inicia un nuevo capítulo negro en la historia europea que remueve los peores temores económicos. Concretamente, una de las primeras aristas que abre esta irrupción bélica radica en su capacidad de hacer que se enquiste el muy alto nivel de precios actual. En esta coyuntura, la tasa media del IPC no tomaría la previsible senda descendente que marcaban las previsiones. La inflación estaría así abocada a cerrar 2022 en una tasa promedio récord (tanto para España como para la eurozona) del 6,5%, muy por encima del 3,5% de media registrado el año pasado.

Pero también hay riesgos en lo que respecta a la recuperación económica, todavía endeble tras el golpe asestado por la epidemia del Covid. En concreto, los expertos de Oxford Economics ya descuentan una reducción de, como mínimo, entre un 0,3% y un 0,5% en el crecimiento de la eurozona para este ejercicio. Existen, no obstante, riesgos de un daño mayor debido al impacto de la persistencia de los altos precios en el bolsillo de los consumidores y las empresas de la Unión Monetaria.

Al otro lado del Atlántico, la cotización del barril de petróleo por encima de los 100 dólares es igualmente contraproducente para la demanda interna, según avisan los analistas en Estado Unidos.

Como resultado, cada vez más voces avisan de que la tan temida estanflación (aquel escenario en el que se combinan los altos precios con bajo o nulo crecimiento del PIB) es ahora más factible que nunca. Estos temores surgieron ya en la segunda mitad del año pasado, cuando el IPC comenzó a acumular récord tras récord, mientras las sucesivas oleadas del Covid amenazaban con volver a paralizar la economía.

Gracias a las campañas de vacunación, esa congelación no se produjo, pero ahora vuelve a ser factible debido a la acción de un cisne negro con el que muy pocos expertos contaban en sus predicciones.

La incursión iniciada por las tropas rusas en la madrugada del pasado jueves ha encendido las alertas y aumenta la preocupación respecto al cálculo de unos pronósticos que han quedado pulverizados. Dos casas de análisis consultadas por este medio lanzaron este jueves, Funcas y Capital Economics, elevan las previsiones de inflación con gran intensidad. Funcas, en su dato más pesimista, recogido en vista de un escenario en que los precios actualmente observados se perpetuaran, el IPC se incrementaría hasta el 6,5%, casi dos puntos más que en la previsión pre-conflicto.

La británica Capital Economics, en un briefing realizado ayer con los medios, argumentaba que la inflación se elevaría al menos un 1,5% frente a sus previsiones publicadas antes de la guerra. ¿Qué incide entre los países del euro? El análisis privado indica varias claves. El efecto principal será el aumento de los precios del petróleo y del gas natural. Si el precio del petróleo Brent sube a 130 billetes verdes y los precios del gas europeo suben a 180 euros por MWh en las próximas semanas la contribución de la energía a la inflación general media en las principales economías avanzadas aumentaría, en lugar de caer como se había supuesto anteriormente.

Debe recordarse que, esta misma semana, el Banco de España descontaba que los precios al consumo descenderían a partir de la primavera. Los expertos consultados por elEconomista cifraban en el 3,7% el IPC que se registraría en nuestro país en mayo.

La analista macroeconómica de Funcas, María Jesús Fernández, explicó que, dentro de la tremenda incertidumbre de la situación actual, hay tres pilares sobre los que se cimenta la coyuntura más próxima. Primero, la magnitud de un conflicto que acaba de abrir fuego. En segundo lugar, la duración de la guerra. Y, por último, el impacto de las sanciones sobre Rusia.

Fernández, en conversaciones con este medio, explicó un cálculo conservador de aumento del IPC en un 1%. "Antes del estallido de la contienda, se anticipaba una menor tensión en los mercados del gas a partir de la primavera, como lo evidenciaba el mercado de futuros. Esta relajación permitía vislumbrar una desaceleración en el precio de la electricidad a partir de abril", explica en un comentario la Fundación.

En cuanto al petróleo, la previsión era de un mantenimiento en torno a 80 dólares el barril de Brent durante el resto del año. Con estas hipótesis, la previsión de IPC para 2022 era de un incremento del 4,6% en media anual, un ritmo significativamente menor a las cotas alcanzadas en el periodo más reciente. De esta forma, el botón rojo de Putin proyecta una inflación más alta y persistente de lo esperado en España, hasta el citado 6,5%.

Miedo económico

En el análisis global de Capital Economics, su economista jefe, Neil Shearing expuso el "miedo económico" que viven los países. Además del gran riesgo que supone la inflación en un entorno de total incertidumbre el primer día que corre sangre por Europa del Este, las proyecciones también restan ya décimas al crecimiento europeo. En un escenario de total invasión pero no de forma permanente, Oxford Economics cifra que el PIB de la eurozona verá restado su crecimiento entre un 0,3% y un 0,5%. Este análisis coloca a la invasora, Rusia, como la economía más perjudicada. Las acciones de Rusia claramente muestra la inestabilidad, con posibles repercusiones para Europa y potencialmente para el mundo, son ahora más que un riesgo de fondo. Sin embargo, Oxford Economics cifra el retroceso en un 0,7% del PIB. Eso sí, Capital Economics alerta: con una batería de sanciones fuerte, Rusia se llegaría a dejar hasta un 5% de su PIB.

Entre las principales conclusiones de los economistas se encuentra el IPC como riesgo de atrincherar el crecimiento. El aumento de la inflación es el principal canal de transmisión de unas perspectivas económicas más débiles. Aunque suponemos que el gas sigue fluyendo, el impacto del aumento de los precios de la energía debido a la incertidumbre del suministro actuará como un impuesto sobre gran parte de la economía mundial.

España no se iba a librar pese a los más de 3.600 kilómetros que se paran Madrid y Kiev, la capital de Ucrania. En un contexto globalizado, Funcas explica que "una inflación más elevada erosionaría la capacidad de compra de los hogares y por tanto restaría fuelle a la recuperación del consumo privado, con una incidencia muy importante en el crecimiento".

Su analista María Jesús Fernández cifró el descenso del consumo en un 3%, mientras señaló la incertidumbre como hachazo de la inversión empresarial. También afectaría a las exportaciones hacia países como Alemania, aún más expuestos que el nuestro a los recortes de suministro de gas ruso. Todo ello sin contar el previsible deterioro de la confianza, factor clave de la inversión empresarial, o el impacto sobre los tipos de interés y las primas de riesgo.

Por tanto, de mantenerse las actuales tensiones, la economía española crecería a una tasa significativamente inferior al 5,6% anticipado por Funcas.

Desde el punto de vista del comercio exterior, lo que el Vladimir Putin ya ha conseguido es dividir en dos al Viejo Continente en cuanto a los efectos que tendrá la más que previsible restricción de los intercambios con la economía rusa, fruto de las sanciones que tanto Washington como Bruselas harán efectivas.

Una clara separación

Es posible trazar una línea divisoria muy clara entre los Estados europeos que van a sufrir una merma superior al 3% en su cuota de mercado extracomunitaria una vez sea una realidad el cordón sanitario en torno al territorio de la Federación rusa.

La reducción esperada en el caso de las repúblicas del Mar Báltico rondará el 10%, e incluso lo superará en lo que respecta a Estonia, de acuerdo con los cálculos de los expertos del laboratorio de ideas Rassmusen Global. República Checa, Polonia, Austria e incluso Alemania también tendrán que encajar importantes contracciones de su volumen de comercio ajeno a la Unión Europea.

En el polo opuesto del espectro, se sitúan las economías más occidentales, entre las que se encuentra España, cuyas transacciones con una economía como la rusa, muy ligada a las explotación de materias primas como el petróleo, representa una pequeña fracción de su comercio foráneo.

En concreto, en nuestro país la reducción queda en el 1,3% según Rassmusen Global, e incluso tiene visos de que el impacto será finalmente "muy limitado o nulo" de acuerdo con la Secretaría de Estado de Comercio española. Este organismo destaca cómo las exportaciones con destino Rusia suponen sólo el 0,7% del monto total de los productos y servicios que España vende en otros países. El porcentaje se reduce todavía más, hasta el 0,2%, en lo que se refiere a las ventas dirigidas a Ucrania.

En cuanto a las inversiones directas de nuestras empresas en esa área se sitúan en 2.000 millones.

Paradójicamente, la mayor o menor exposición delas economías europeas al mercado ruso no es el factor determinante a la hora de decidir su posición política a favor o en contra de imponer sanciones a Moscú.

Así, llama la atención que sea el estonio uno de los Gobiernos más partidarios de un castigo severo a la economía rusa. Por el contrario, Grecia, cuyo comercio extracomunitario solamente mermará un 1% de acuerdo con los expertos se alinea con decisión entre los Estados que más insisten en contemporizar con el Kremlin y evitar una política de restricciones demasiado agresiva.

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