
Europa y otras regiones del mundo se están enfrentando a unos costes energéticos cada vez mayores. La recuperación económica y la rigidez de la oferta están provocando que el precio del gas suba con fuerza, lo que a su vez está arrastrando a otras fuentes de generación eléctrica como el carbón y ahora también el petróleo. Bruselas está buscando soluciones para intentar suavizar una situación que parece crítica. Aún así y pese a los esfuerzos políticos, lo peor podría estar por llegar. Parece mentira que en pleno siglo XXI Europa corra el riesgo de sufrir una crisis energética en toda regla.
El Viejo Continente ya está sufriendo algunas de las consecuencias de una transición energética que pretende reducir las emisiones y la contaminación en general. La gran apuesta por las energías renovables ha dejado a una Europa todavía dependiente de las energías fósiles en un situación compleja de cara al invierno. Los inventarios de gas están en niveles históricamente bajos para esta época del año y aunque se espera que aumenten durante este mes, los niveles no serán lo suficientemente elevados para sortear una crisis energética si las temperaturas terminan siendo muy bajas en el hemisferio norte.
Massimo Di-Odoardo, vicepresidente del departamento de investigación de Wood Mackenzie, se pregunta en una nota si habrá suficiente gas para hacer frente al invierno en Europa. La respuesta es cuando menos inquietante: "Depende".
Este experto explica que son muchos los factores que influirán en cómo se equilibrará el mercado europeo este invierno: la cantidad de gas natural licuado (GNL) al contado, las importaciones por gasoducto, los niveles de inventarios disponibles para Europa, cómo responde la demanda a estos precios récord y cuánta capacidad (y suministro real) estará disponible en Rusia. Estos son los factores clave a día de hoy.
No obstante, hay un factor que prima sobre el resto: "El factor clave que definirá si la oferta será suficiente para cubrir la demanda es la dinámica climática, no solo en Europa, sino también en Asia y Rusia", sostiene Di-Odoardo. Un inverno más frío de lo previsto en Asia y Rusia podría concentrar el gas en estas regiones, dejando a Europa 'desnuda' y 'aterida de frío'.

Con el escenario actual, lo mejor que puede pasar es que el invierno transcurra con normalidad, registrando temperaturas dentro de la media de los últimos años. El problema es que con el cambio climático se están produciendo eventos extremos que amenazan con polarizar las temperaturas a nivel global. "Si las condiciones climáticas invernales son normales en todo el hemisferio norte, Europa no tendrá problemas para satisfacer la demanda".
Se prevé que los inventarios de gas alcancen el 78% de la capacidad en octubre, unos 87.000 millones de metros cúbicos (bcm), mínimos históricos para esas fechas. Se espera que durante el invierno esas reservas caigan en 58 bcm para hacer frente a la demanda, dejando los inventarios en unos niveles delicados. Además, las importaciones de GNL serán limitadas este invierno ya que la demanda asiática sigue siendo fuerte.
Un reparto desigual
Otro problema es que las reservas de gas en Europa están muy mal repartidas. Países Bajos, Alemania, Francia e Italia tienen grandes instalaciones de almacenaje, mientras que el resto de la Unión Europea depende de los envíos por gasoducto a través de sus socios, según explican desde Reuters. Para reducir los problemas y lograr un mayor poder de negociación, España y otros países han pedido que Bruselas la creación de una reserva estratégica de gas a nivel europeo y la compra conjunta de esta fuente de energía para lograr unos precios más atractivos (como se ha conseguido con las vacunas contra el covid). Aunque esto puede mejorar la situación a futuro, la suerte ya está echada para este invierno.
La importancia del clima
Esa suerte dependerá en gran modo del clima, que será el que decida si hay gas suficiente. Esta escasez tendrá su repercusión en los precios, que ya han alcanzado los 120 megavatios por hora (futuros a un mes del gas holandés, referencia del precio en Europa). No obstante, el investigador de Wood Mackenzie advierte de que "el techo para los precios del gas este invierno podría estar en el cielo", una metáfora bonita para reconocer que el gas podría subir hasta niveles insospechados.
"Un invierno frío en Europa y Asia significaría que no hay suficiente gas disponible para satisfacer la demanda, a menos que se disponga de más capacidad a través de los gasoductos que conectan Europa con Rusia", aseguran los expertos de la consultora experta en materias primas. Pero incluso contando con la voluntad de Moscú, la capacidad de Rusia podría ser insuficiente si la demanda interna de gas es mayor de la esperada. Un invierno muy frío en el hemisferio norte provocaría una suerte de 'tormenta perfecta' que terminaría golpeando a Europa.
"Un invierno frío en Europa podría impulsar la demanda de calefacción hasta en 20 bcm, mientras que un invierno más frío en Asia sumaría otros 10,5 bcm de demanda de GNL en China, Japón, Corea del Sur y Taiwán. Esto quitaría 10,5 bcm en importaciones de GNL del mercado europeo", aseguran desde Wood Mackenzie. De este modo, la UE tendría que consumir una mayor parte de sus inventarios que llegarían a marzo de 2022 casi exhaustos (unos 29 bcm de gas almacenado).
"Con solo 29 bcm de gas almacenado, existe el riesgo de que los niveles de almacenamiento caigan a cero. Si esto se cumple, Europa dependería totalmente que Rusia pueda incrementar sus flujos por encima de la capacidad existente", advierte Di-Odoardo. A su vez, la capacidad de Rusia para enviar suministros dependerá también de su demanda interna y de la aprobación del Nord Stream 2.
Nord Stream 2
Si el gasoducto Nord Stream 2 se aprueba antes de fin de año podría dar un respiro al mercado europeo, entregando hasta 12,5 bcm durante el invierno. No obstante, "esta hipótesis sigue siendo un tanto incierta y puede materializarse demasiado tarde para que el mercado se estabilice ante un clima frío", señalan desde Wood Mackenzie.
"En consecuencia, Europa también necesitaría flujos durante el invierno de la capacidad adicional de 12 bcm a través de Ucrania por encima del actual acuerdo firmado. Rusia lo ha descartado hasta ahora, pero las recientes promesas del presidente Vladimir Putin para estabilizar el mercado podrían suponer la llegada de flujos adicionales a través de Ucrania".
El problema es que si las temperaturas son más bajas de lo previsto en Rusia durante el invierno, Gazprom solo tendrá volúmenes suficientes para aumentar las exportaciones a través del Nord Stream 2 o través de Ucrania, pero no de ambos al mismo tiempo.
Ahora mismo, Rusia tiene capacidad para aumentar su producción, pero los bajos niveles de almacenamiento y la alta demanda invernal puede terminar limitando su capacidad de exportación a Europa a 106 bcm durante el invierno. Se podría decir que Europa es 'rehén' de Rusia en el mejor de los casos, pero es que quizá ni Rusia tenga la capacidad para suministrar todo el gas necesario en el peor de los escenarios.
En este escenario las cuentas no salen. "Rusia necesitaría 12 bcm adicionales (hasta 118 bcm de suministro) para abastecer esas dos rutas adicionales. Parece poco probable que Rusia pueda suministrar esos volúmenes si su invierno también es frío", asegura Di-Odoardo.
"Este invierno podría ser como ningún otro. Un invierno frío tanto en Europa como en Asia generaría el riesgo de que los inventarios europeos cayeran a cero, dejando a Europa totalmente dependiente de la aprobación de Nord Stream 2 o de la voluntad de Rusia de enviar más gas a través de Ucrania si se quiere evitar recortes de demanda... no obstante, un invierno frío en Rusia limitaría la capacidad de Gazprom para exportaciones adicionales a través del Nord Stream 2 y Ucrania", asegura el experto de Wood Mackenzie.
La gran esperanza
Con unas condiciones climáticas normales y con la voluntad de Rusia todo debería marchar bien. Es más, los precios del gas deberían reducirse poco a poco a medida que avanza 2022, mientras que los inventarios de Europa se recuperan.
Rusia tendría que usar toda su capacidad existente, incluida la que aporta el Nord Stream, Yamal-Europa, TurkStream y Ucrania. Si Rusia está dispuesta a colaborar, todo será mucho más fácil para los países de la UE y el riesgo de que la crisis energética se agudice se reduciría sobremanera.
Con los envíos de Rusia, la Unión Europa lograría acumular unos inventarios que estarían por debajo del promedio de los últimos cinco años, pero cómodamente por encima de los mínimos históricos. Esto permitiría que los precios del gas se relajasen a lo largo de 2022.