
El ritmo de la política ya no será nunca más lo que un día fue. Ni siquiera para aquellos que tenían la virtud del control de los tiempos, como hasta hace poco se le atribuía a Mariano Rajoy. Prueba evidente de ello, y ahora sin Manual de Resistencia del que tirar, son las consecuencias políticas que tiene sobre el Gobierno de España la gestión de la crisis del coronavirus.
Secuencia rápida de una película, desde cuya butaca se observa a un presidente palidecer, refugiarse en los mítines y contestar a preguntas de la prensa en diferido, al tiempo que se deja arrastrar por la retórica ideológica y populista que ejerce sobre él Pablo Iglesias. El vencedor mediático de una crisis de la que costará más que meses, años remontar en términos sanitarios, en términos económicos, y lo más importante, en términos humanos.
Iglesias ha ido ganando poco a poco espacio en el Consejo de Ministros, de modo silente pero filtrador
En este desaguisado que domina la gestión monclovita del coronavirus observamos que el líder de Unidas Podemos, vicepresidente segundo del Gobierno, delegado de las cuestiones sociales del Ejecutivo, y fuera del Comité técnico, ha ido ganando poco a poco espacio en el Consejo de Ministros, de modo silente pero filtrador, con un discurso doctrinario y calculado, como escudo social, como se arroga, y dejando claro que el curso que en su día recibió en RTVE, de Locución y Presentación de programas, es un terreno en el que el líder podemita se mueve como pez en el agua.
Entretanto, y mientras Iglesias mete goles estando en cuarentena, o no -quién lo sabe-, la influencia de la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, se ve desvanecer en Consejos de Ministros tensos, con amagos de dimisiones, mucho ministro callado por temor a quedar señalado, aunque después de dicharachero para hablar de cohesión. Solo hay que ver el desgaste de la vicepresidenta tercera en los decretos firmados por el Gobierno, comulgando públicamente con ruedas de molinos, sobre cuestiones que le resultan muy difícil de asumir y de explicar en la UE en época de desplome del empleo, del déficit púbco, de la deuda, y por ende del PIB nacional.
Decretos que rezuman improvisación, falta de concreción, ninguna memoria del impacto económico y, muy poca transparencia con las comunidades autónomas, los partidos políticos y los agentes sociales a los que les afectan las medidas tomadas, entre los que se encuentran la gran industria, la empresa, las pymes y los autónomos.
La paradoja del austericidio
Pareciera que el poder de decisión de Calviño se va reduciendo y solo le quedan los empresarios y las patronales con quien hablar. Aunque también comparte con sus homólogos en Bruselas, donde ella es la mejor interlocutora que puede tener el Ejecutivo español, pese a que Sánchez se dedique a cuestionar la solidaridad de los que aplicaron el "austericidio" en 2008 y hoy tienen superávit en sus cuentas, y ahora sea a los paradójicamente llame a su puerta para pedirles el dinero con el que aumentar el gasto social, sin más acicate para el ciudadano de a pie que subirle impuestos.
Esa es precisamente la regla de oro de Iglesias. "Hemos aprendido la lección", dice el vicepresidente en sus comparecencias televisivas dirigiéndose a las empleadas del hogar y recordando que ellas fueron "las grandes olvidadas" de la crisis de 2008, sostiene. Claro que en 2008 todavía no se tenía conocimiento de la escolta que años más tarde denunció a la pareja Iglesias-Montero por utilizarla como recadera más allá de su horario laboral. O tampoco se podía adivinar que su compañero Pablo Echenique tuviera una asistenta trabajado para él sin contrato legal. ¡Así son las contradicciones del ser humano!
Cambio de parecer
Además del ascenso de Iglesias en el predicamento de Pedro Sánchez, el otro gran efecto colateral es la pérdida de confianza progresiva de los socios de investidura. La prohibición del despido y el decreto rápido para imponer el cierre de la actividad productiva no esencial ha levantado tal sarpullido en el Partido Nacionalista Vasco como para decidir apoyar al Partido Popular en el Senado en la iniciativa que obligará al presidente a comparecer por ello ante la Cámara Alta.
En esa división que el PNV y el Gobierno vasco de Iñigo Urkullu mantienen, los jeltzales han traslado su sorpresa "por la forma en que el Gobierno español ha tomado y ha comunicado la medida de paralizar todas las actividades no esenciales, sin especificar cuáles son estas y sin detallar los criterios de los expertos en que se basa".
Se han suspendido las elecciones autonómicas en Galicia, Euskadi y en Cataluña
El enfado del PNV podría plasmarse en los próximos Presupuestos Generales del Estado, o llamados por el secretario general del PSOE, en los Presupuestos de la Reconstrucción. Y es que en cuatro semanas, España le ha dado la vuelta al calcetín, se han suspendido las elecciones autonómicas en Galicia, Euskadi y en Cataluña -también con las cuentas paralizadas-, y ya no hay socio que no tenga en cuenta que, en estos momentos, ir de la mano de Pedro Sánchez -para el 65,1% de los españoles ha tomado medidas insuficientes para salir de este agujero, según el último sondeo de Gad3- es un lastre demasiado grande, y por tanto, un riesgo innecesario.
Casado se plantea votar en contra de los dos decretos, si antes no se tienen en cuenta iniciativas como suprimir las cuotas de autónomo
Socios como ERC también preparan enmiendas alternativas al último decreto. JxC pide más liquidez para el mantenimiento del empleo y las pymes. Y el PP, leal en este estado de alarma, muestra hoy sus discrepancias con el fondo y la forma de las dos últimas medidas económicas. Pablo Casado se plantea votar en contra de los dos decretos, si antes no se tienen en cuenta iniciativas como suprimir las cuotas de autónomo y obligatoriedad de impuestos o, finalizar los ERTE un mes después del estado de alarma.