Mejor Imposible

El Impuesto de la Renta es posible bajarlo e incluso adelantar una rebaja prevista porque las elecciones generales se celebran antes de que termine el año y nada más y hay que demostrar que España va bien. Parece que los ciudadanos no nos merecemos esta falta de rigor y de seriedad. Ahora sí es posible bajar el IRPF cuando persiste el peligro de déficit y cuando nuestra deuda pública está muy cercana a la totalidad de nuestro PIB. Es difícil de entender cómo se puede tratar así a la población española. No se merece todo esto, la confusión a la que se nos somete puede llegar a dar al traste con cualquier gobierno.

No deja lugar a dudas: la educación no le interesa al PP. En sus años del Gobierno actual y en los anteriores de Aznar se vio claramente que la educación nunca le ha interesado al Partido Popular. El nombramiento de Rajoy para ministro a Méndez de Vigo pone de manifiesto que no le importa la educación, sin ánimo, lejos de mí, de infravalorar al nuevo titular de Educación, pero parece obvio que su procedencia dista mucho de que su conocimiento sobre la materia sea el propio del puesto para el que se le requiere. Nunca Rajoy ha querido un pacto de Estado por la educación; la reforma que puso en marcha Pilar del Castillo para la calidad educativa no duró más allá de tres meses porque los populares perdieron las elecciones; la mano que tendió Gabilondo, ministro del PSOE de la época, a todas las fuerzas políticas para lograr un acuerdo nacional, no importó al PP… En fin, la educación al PP no le afecta mínimamente, ni tan siquiera todo lo que se refiere a los temas de fondo como son privada-pública; coeducación; libre elección de centro, etc. Ni los votos que la educación lleva aparejados parecen interesar al PP.

Las últimas elecciones municipales y autonómicas, que han traído un buen nivel de populismo, pueden hacer pensar que todos los políticos están preparados para regir un territorio y no es así. Todavía no se han enfrentado a tomar decisiones serias sobre la problemática que afecta a cada zona concreta. La toma de algunas decisiones que afectan a miles de personas son difíciles de ejecutar y en muchas ocasiones no se ven todas las aristas que tiene la medida. Lo que sí es cierto es que cuando las bravuconadas son excesivas pronto salta nuestra querida prima de riesgo, con más o menos razón, para decirnos que ese no es el camino. En España en las últimas semanas ha estado observando cómo se componían los nuevos gobiernos pero una vez que ya se conocen nuestra amiga nos advierte: cuidado que quizás no sea este el camino. Y aquí los empecinamientos no conducen a nada bueno y si no miremos a Grecia que por mucho que se empeñe con sus intentos populistas no salen del agujero.

El origen de la democracia occidental se encuentra en Grecia, así como el pensamiento filosófico y los más importantes principios matemáticos y científicos, lo que nos lleva a asegurar que es todo un ejemplo para nuestra civilización. Sin embargo, en la nueva era Grecia no se va a caracterizar por los planteamientos amplios, democráticos, bien tramados. En la actualidad las cosas son bien distintas. Lleva años negociando con la Unión Europea y con algunos organismos internacionales, como el FMI, para salir del agujero económico en que se encuentra desde hace ya años por una mala concepción política, poco espíritu democrático y falta de saber conocer hasta dónde podían endeudarse. Los gobiernos de izquierdas griegos han sabido endeudarse, pero no han podido devolver sus deudas y así llevan ya años. Han pedido y han pedido y ahora discuten cómo devolver el dinero y si las comisiones por esos préstamos son abusivas. Sea como fuere, Grecia puede entrar en suspensión de pagos en las próximas semanas y en ese momento la Unión Europea y Estados Unidos tienen que mostrarse firmes y enseñar que gastar más de lo que se tiene no es recomendable, ni real, ni justo, y que ya está bien de chantajear a muchos países y organismos.

Los precios de los combustibles se encuentran en su precio máximo del año. Han subido nuevamente y han comenzado una escalada que no parece tener relación con ningún motivo geopolítico o económico. Los combustibles, en sus distintas versiones, las utilizan los gobiernos para sacar una buena partida de ingresos por impuestos. España es de los países donde llenar el depósito del coche es un lujo, lo ha sido siempre, pero parece que en momentos que se podrían aprovechar para mejorar el precio de las gasolinas no se actúa directamente. El litro de gasolina en este momento se sitúa de media en 1,318 euros; el gasóleo, se paga a 1,20 euros. Llenar el depósito de 50 litros nos costaría en este momento casi 66 euros, mientras que a comienzos de año se pagaba a 57,5 euros. El principal motivo de la subida de los combustibles es el coste del barril de Brent y efectivamente hemos pasado de los 46,5 dólares en enero de este año a los casi 64 y en ese sentido estaría justificada la subida de los carburantes. Sin embargo, lo que no se ha visto ha sido la repercusión de las bajadas del precio de barril de Brent que fueran proporcionales con un menor precio en las gasolinas. En definitiva, la intervención del Gobierno en este sentido no ha sido la adecuada y el manejo de precios e impuestos es mejorable.

Vaya patio de corrala que se ha organizado en el PP porque han ganado en número de votos las elecciones, pero no van a gobernar ni en el pueblo más recóndito de nuestra geografía. Cuando ocurre eso en cualquier otro partido de cualquier lugar del mundo se cierran filas sobre el líder y se analizan resultados pensando en el futuro. En el PP no es igual, se pelean entre ellos, unos contra otros, y ofrecen un espectáculo difícil de explicar en política, donde no se entienden esas posiciones maximalistas. Es verdad que en Madrid nadie quería una alcaldesa como la que nos impusieron fuera de las urnas; o que en Valencia se buscaba una limpieza profunda; o que en Castilla-La Mancha se esperaban de su líder más trabajo y menos horas de peluquería; o que la media de edad bajara un poco; o que esos asesores de comunicación, como Arriola, hubieran desparecido de las proximidades de Moncloa hace años, o la secretaria de comunicación; y así se podría continuar la lista, pero tampoco se puede negar que el PP sabe arreglar la economía: la personal, en algunos casos, y la general. Lo más cuerdo, visto desde fuera al menos, sería mantenerse unidos para seguir siendo fuertes, eso es lo que cualquier tratado político aconseja.

Por primera vez un Banco o una compañía telefónica premian la fidelidad. El Santander saca una nueva cuenta que premia con acciones de la entidad a sus clientes que apuestan por el Banco. Nunca se había visto. Hasta ahora Bancos y compañías de teléfono premiaban a los que se cambiaban y se iban de un lado a otro, buscando la última ganga de la entidad de turno. Parece que esta nueva campaña del Santander que pondrá en marcha en estos días marcará una nueva cultura comercial, al menos, en la Banca, lo que puede ser muy bien acogido por los clientes. Es una medida excepcional en tanto que corrige una práctica que se había instaurado en nuestra sociedad y que premiaba permanentemente la infidelidad. Las promociones eran para aquellos que se llevaban de un Banco a otro sus ahorros, o sus planes de pensiones, o la nómina, o los recibos… Parece llegado el momento en que la medida debe ser imitada por otros Bancos y por las compañías de teléfono y que se instaure la cultura de la fidelidad como un valor más.

Los españoles, se calcula de media, trabajamos para Hacienda desde el 1 de enero al 30 de mayo, es decir, los cinco primeros meses del año se los lleva íntegramente Hacienda. Y la pregunta surge sola: ¿lo que recibimos los españoles se corresponde con ese pago? Y se mire por donde se mire resulta excesivo. Claramente el aparato del Estado es excesivo y mantener un país no puede ser tan costoso, algo estamos haciendo mal. No dudamos nadie de que España es un país con una estructura que funciona correctamente: justicia, educación, sanidad, seguridad, etc. Todo ello se puede mejorar, y mucho, pero en términos generales, podemos decir que España funciona. Sin embargo, el funcionamiento estatal está sobrevalorado y debería poder rebajarse lo que se paga, pues su calidad deja mucho que desear, en todas sus facetas: desde lo puramente administrativo, hasta los servicios de sanidad, educación, seguridad, etc. etc. No se corresponden los cinco meses que damos todo nuestro dinero a Hacienda con lo que recibimos, ni mucho menos.

Conozco pocos sondeos electorales que se hayan acercado a la realidad. Lo ocurrido en Gran Bretaña ha sido el culmen de lo que puede suceder. Resulta divertido ver los titulares de los periódicos de fechas anteriores al escrutinio y los de las fechas posteriores. No tiene nada que ver lo diagnosticado con lo que realmente ha sucedido. Los sociólogos en estos días se dedican a justificar por qué sucede esto sin que ofrezcan un análisis más allá de justificar su propio error. Lo peor de todo esto es que parece que los medios de comunicación son los responsables de este desaguisado y en este caso, lo único que hacen es ofrecer unos datos que le han servido e interpretarlos según esos mismos resultados. Pero llegados a este punto habría que preguntarse si los periodistas debemos seguir publicando esas encuestas que en muchas ocasiones se manipulan en beneficio de algunos políticos. En fin, si por mi fuera…

Imposible legislar ética. A lo sumo se puede aconsejar, pero es muy difícil que la ética se pueda imponer con un puñado de artículos. Las posibilidades de bordearlos siempre son muchas y no se puede acotar tanto una ley que nos imponga cómo debe ser nuestra conducta personal. Nos pueden prohibir superar los 120 kilómetros por hora en las autovías; o nos pueden obligar a hacer la declaración de la renta, pero no me pueden obligar a ser honrado, es un asunto completamente personal. Estamos en un momento en el que la honradez más básica se ha perdido por parte de nuestros políticos, incluso de aquellos de los que jamás hubiéramos dudado. Se ingresan sumas altas de dinero con la única justificación del asesoramiento, o con firmas por distribución de lo público. Parece que la honradez ya no es un principio básico y que todo da igual. Sindicatos, políticos, empresarios… que nos parecían que la ética era su bandera de identidad, ahora también salen a la palestra y no precisamente por su buen hacer. Y si Rajoy quiere seguir legislando ética se equivoca.