Mejor Imposible

El suceso aéreo en los Alpes franceses de esta última semana libraba, además de la tragedia humana, una fuerte lucha de dos países y dos industrias: Francia contra Alemania y Airbus contra Lufthansa. Lo que en un primer momento pareció que se centraba sobre el aparato y su vulnerabilidad: vejez, revisiones, etc., todo cambió en pocas horas. El dispositivo francés ponía toda su maquinaria para que en 48 horas se conocieran los datos del luctuoso suceso: se encuentra una de las cajas negras; el fiscal francés Brice Robin pasa toda la noche trabajando y logra ofrecer un relato que parece bastante verosímil: el copiloto tuvo voluntad de destruir el avión. Así, cambia el rumbo de los comentarios, centrados sobre Airbus hasta ese momento, para dirigirse a partir de ahí en torno al copiloto de la nave y consecuentemente sobre Germanwings, filial de Lufthansa. El esclarecimiento de lo sucedido ha sido rápido y la lucha de las dos grandes empresas ha terminado.

Parece increíble que el ministro que más ha hablado de corrupción y más la ha perseguido, junto con su predecesor Josep Borrell, ahora pueda estar implicado en algo que, en el mejor de los casos, parece turbio y que es la concesión de dos millones de euros por unos contratos con la administración a un despacho que él mismo fundó. De momento tendrá que dar una explicación, pero más le vale que sea convincente, aunque hasta ese momento vamos a suspender el juicio. Ciertamente ya tenía que haber salido a la palestra a explicarlo, pero es verdad que necesitará documentarse sobre lo ocurrido. Sea como fuere la mujer del César tiene que ser honrada y parecerlo. Sobre todo un cargo público que persigue hasta las últimas migajas y que se pone en duda si utiliza la misma vara de medir para todos los casos de corrupción.

Esta semana que termina se ha puesto de moda debatir sobre la alta velocidad en nuestro país. Por un lado, Fedea presentaba un informe sobre la baja rentabilidad económica del AVE en España; al mismo tiempo, el Gobierno en su reunión del viernes aprobaba el anteproyecto de ley ferroviaria, que entre otras cosas flexibiliza el canon ferroviario y que por resumir intenta que con una mayor competencia de las empresas se puedan reducir costes y que le lleguen al consumidor. Las críticas de los autores del informe de Fedea sobre el AVE parecen desconocer que todo lo que sea crear infraestructuras es sinónimo de crear riqueza y nunca se puede dar por mal gastado el dinero que se utiliza para tal fin. Las medidas del Gobierno tampoco parece que vayan a tener un efecto inmediato sobre los precios de la alta velocidad. Pero lo que sí es claro es que si la alta velocidad no es rentable es porque no están ajustados oferta y demanda con los precios. Nadie pide que se obtenga un retorno por la construcción de las infraestructuras porque para eso está el Estado y para eso está la deuda pública. Los déficits del Estado tienen sentido en esta línea, no en los gastos caprichosos y electoralistas. Pero al Gobierno ahora le correspondería bajar precios en el AVE y rentabilizar las líneas y se puede.

La venta de viviendas se ha animado algo, con las cifras de enero en la mano parece que la vivienda usada ha tenido un incremento de ventas de poco más del 50 por ciento, la mayor cifra desde 2008. Sin embargo no hay que dejarse engañar por estos datos porque es un mercado que estaba agonizante y lo que está haciendo es reanimarse. Con unas cifras muy pequeñas la estadística puede deslumbrarnos. Pero no cabe la menor duda de que el mercado se está animando y todo apunta a que de nuevo se elige el ladrillo como forma de inversión, una de las mejores si consideramos cómo está el mercado financiero en general o la Bolsa. Parece pues acertado para el pequeño ahorrador destinar fondos a la vivienda con la que obtendrá mayores beneficios en el futuro inmediato.