Mejor Imposible

El momento lo requiere. La política lo necesita. La ciudadanía ya no aguanta más. Los líderes políticos tienen que cambiar. Caras rancias, que evocan la mentira, el engaño, la rapiña… Los últimos sucesos políticos para formar gobierno, junto a los nuevos casos de corrupción, junto a nuevas tramas, como la de Panamá, que no amenaza sólo a los políticos, hacen que la ciudadanía normal esté completamente asqueada sin ganas de votar, sin ganas de elecciones. Y si los mismos que hemos visto hasta ahora van a ser los que nos venden el mismo pescado, no lo queremos. Un Rajoy que no ha sabido, ni ha podido alcanzar un pacto, rodeado por la corrupción; un Sánchez con ansias de poder y negociando con todos y en ocasiones bajo cuerda, sin que haya tenido un mínimo sentido de Estado; un Rivera falto de ideas; un Iglesias con ansias de entrar, como sea, en la Moncloa y pidiendo puestos en el gobierno, con fuertes divisiones dentro del partido y con ingresos presuntamente dudosos. Por eso, si las elecciones se convocan con los mismos rostros difícilmente las urnas van a dar un resultado conveniente a lo que necesita España en este momento.

Estamos todos a vueltas con el déficit y ahora se cierne sobre nuestra economía una sanción por tener un déficit superior al permitido por la Unión Europea. Pero este déficit el Gobierno del PP supo controlarlo cuando quiso, el problema es que en 2015 el Ejecutivo no lo hizo porque era año electoral y había que prometer y dar. Este año ocurre exactamente lo mismo y de ahí que en Europa nos amenacen con una sanción porque saben que puede ser año electoral. Pero evidentemente un Gobierno en funciones tan débil como el actual no resiste a hacer un brindis al sol a la espera de mejores resultados electorales y el que venga detrás que arree y si el déficit está disparado, ya haremos recortes. Este año gastamos lo que no tenemos porque es año electoral y hay que ofrecer lo imposible por un puñado de votos.

Cuando la corrupción alcanza los niveles a los que ya hemos llegado, el ciudadano se pregunta y ahora qué podemos hacer. La inseguridad que produce es tremenda; la desazón, absoluta y el futuro, desolador. Al corrupto no se le persigue hasta conseguir que devuelva todo lo mal adquirido y así lo hemos visto con Mario Conde. Es verdad que muchos pasan por la cárcel, pero una vez superada esa etapa pueden disfrutar de los bienes de dudosa adquisición. Y otros muchos no terminan ni de pasar por la cárcel y en este momento tenemos ejemplos claros de estos. Ante una situación en la que cada desayuno es un nuevo susto, no queda más remedio que alguien tome las riendas para que se lleve a cabo un pacto contra la corrupción. La figura para liderarlo claramente debería ser la del Rey, pero no es la figura que en este momento goce de prestigio suficiente, por lo que debería salir una persona elegida entre los “lideres” de los partidos políticos. Cuando instituciones como Manos Libres o Ausbanc están también en entredicho, se hace apremiante tomar medidas.

La situación actual de incertidumbre no beneficia a nadie y mucho menos a la economía española. Ya son demasiadas semanas sin Gobierno y sin que se vislumbre un panorama claro en el horizonte. Las diferencias entre un Gobierno y otro son muy importantes y la economía le tiene mucho miedo a esas políticas tan renovadoras que nos les importa que el gasto sea muy superior al ingreso y, consecuentemente, la deuda siga subiendo. Eso hasta ahora es propio de las políticas de izquierdas y cuanto más izquierda más gasto, no les importa. Y tiene que llegar la derecha para corregir o enderezar algo ese tipo de desmanes. Nos guste más o menos, pero hasta ahora es así. La situación actual tiene paralizados algunos sectores y uno de ellos es el inmobiliario, donde la parálisis es total, parecía empezar a recuperarse pero no es así. Y otros campos como el inversor, el financiero,… están también en una situación de frenazo. Ante un escenario así sería muy deseable que las dos fuerzas mayoritarias hicieran un gobierno a la alemana y de no ser así vamos a tener unos años malos, porque además cualquier catarro exterior nos puede meter en una pulmonía.