
Carlos Torres se estrena este viernes en la junta general de accionistas de BBVA como máximo responsable del grupo con el caso de las escuchas ilegales supuestamente encargadas al excomisario José Manuel Villarejo entre 2004 y 2017 totalmente abierto.
La asamblea, en la que el banco lleva tiempo trabajando, se espera la "venganza" del denominado clan de Neguri, que fue expulsado por Francisco González en 2001 de la primera línea de mando del grupo. Miembros de este colectivo probablemente tomarán la palabra para hacer una dura crítica a la gestión de González durante su presidencia única, que se remonta a 2002 y llega a su fin en diciembre de 2018. Durante este periodo es cuando se produce el espionaje masivo de Villarejo tanto a políticos y empresarios vinculados a la operación de asalto de Sacyr, al constructor Fernando Martín y a la asociación Ausbanc.
Beneficios honoríficos
Al menos las compañías del exinspector habrían cobrado 10 millones de euros por sus trabajos de investigación, que pudieron en ocasiones estar al margen de la ley. Los accionistas más críticos reprocharán, previsiblemente, que a pesar de todo González haya mantenido hasta el jueves la presidencia de honor, por la que tenía derecho a coche, despacho y secretaria y por la que aún no había representando en ningún acto a la entidad. También pondrán en entredicho la presidencia ejecutiva de Torres, que está estrechamente ligada a la de su antecesor y que, con sus declaraciones públicas, vinculó al desarrollo del caso de las escuchas.
El máximo responsable de la entidad, cuyo cargo se somete a reelección en la junta, hasta la fecha había defendido a capa y espada la honorabilidad de Francisco González, del que había dicho que le creía cuando decía que él no sabía nada de la trama de espionaje.
La renuncia del cargo de honor se ha tomado con cierto alivio en el cuartel general de BBVA, pero en él no creen que el clan Neguri y otros accionistas se vayan a amilanar por el gesto realizado por el banquero de Chantada. Nadie duda de que la junta será el escenario propicio para que ajusten las cuentas pendientes y alcen la voz para hacer una denuncia pública y sonora contra la actuación González en todo este tiempo. El ánimo en Bilbao, sede central del banco, está caldeado desde hace unas semanas, donde se ha preparado el ataque oportuno.
Hay que tener en cuenta que dos de los exdirectivos vascos afectados por la limpia de González hace años han presentaron semanas atrás una querella contra los responsables del espionaje de Villarejo, hecho que anticipaba que el clan estaba en armas.
El hundimiento de la acción desde que González tomó la presidencia hace diecisiete años, además, acompaña sobremanera a que las críticas de los Neguri sean aplaudidas por otros socios descontentos con la pérdida de valor de sus inversiones.
Torres acude a esta cita algo más tranquilo por la dimisión de González, pero es consciente de que la cita será complicada. Los accionistas tendrán que decidir si lo reeligen para el plazo de otros años como consejero ejecutivo del banco, cargo imprescindible para que ostente la presidencia a la que llegó el pasado 1 de enero, cuando su antecesor colgó las botas antes de lo previsto por el caso Villarejo.
Investigación interna
En la asamblea no está previsto que Torres desvele nada relevante sobre la investigación que BBVA inició en junio del ejercicio pasado sobre los contratos al excomisario, una tarea en curso que fue reforzada a mediados de este mes de enero con más personal externo y con una intensidad en las pesquisas. Se escudará, previsiblemente, en que el análisis de los datos está en curso y que éstos son cuantiosos como para sacar conclusiones en un periodo corto de tiempo. A principios de febrero ya avanzó que la tarea iba para largo y que sería la Justicia quien, finalmente, debería tomar una decisión al respecto.
La asamblea también tendrá que votar la designación del turco Onur Genç como consejero delegado, puesto que ostenta desde principios de 2019. Este punto del orden del día, en principio, no tiene por qué generar mayores complicaciones. Asunto distinto es la aprobación de la política retributiva de la cúpula, que está generando cierto debate entre los grandes fondos de inversión. Algunas de estas firmas podrían votar en contra debido a que, a su juicio, los sueldos no se corresponden bien con la marcha en bolsa.