
La rentabilidad de la banca ha cogido velocidad cuando el Banco Central Europeo (BCE) ni siquiera ha comenzado a subir los tipos de interés. Superado lo peor de la pandemia en 2020, cuando las entidades más significativas llegaron a registrar una rentabilidad negativa del 3,5%, el grueso ha rebasado la codiciada meta del coste de capital, salvo Sabadell, Kutxabank, Unicaja y Cajamar.
El coste del capital (COE por las siglas en inglés de cost of equity) es el retorno o rendimiento que un accionista espera obtener del dinero que invierte en una compañía. Si bien es difícil de cuantificar -el propio BCE y la Autoridad Bancaria Europea (EBA) lo estiman en base a encuestas entre las entidades-, se ha convertido en el faro para el sector en la última década, con la obsesión de rebasar la horquilla de entre el 10%-12% que durante años se estimaba que pedía el mercado.
La simple expectativa de que el cambio de la política monetaria meterá oxígeno a los estrangulados márgenes después de una década de travesía en tipos en negativos y de que el esfuerzo en provisiones quedaba atrás contribuyó a aplanar su curva. Y según datos del Banco de España, este ratio cayó al 6,9% en abril para las entidades españolas. Venía del 8,1% a cierre de 2021 y en marzo bajó al 7,3%, por debajo ya del 11% registrado por el conjunto de la banca en rentabilidad medida sobre recursos propios (ROE), aunque con gran dispersión por entidades.
Duplican el ROE de 2020
Con las cautelas de que los datos a marzo no recogen aún los impactos de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, sí se puede concluir que el sector habría dado el sorpasso al ambicionado coste de capital. El ranking lo lideraba BBVA, con una rentabilidad sobre capital tangible (RoTE) en marzo del 15,9%; seguido por Santander (14,21%), Bankinter (12,4%), Ibercaja (9,5%), y CaixaBank y Abanca (ambas con el 7,6%). Por debajo se situaban Sabadell (6,53%), Kutxabank (4,26%), Unicaja (3,8%) y Cajamar, con un ROE en su caso del 3,31% (dato incluido en su informe financiero y que resulta más exigente y ajustado que el RoTE).
En muchos casos, las entidades han duplicado la rentabilidad de 2020, cuando encajaban millonarias pérdidas por los fuertes saneamientos preventivos por la pandemia -provisionaron más de 18.900 millones- y porque el grupo presidido por Ana Botín registró 8.771 millones de euros negativos tras actualizar fondos de comercio.
Su ambición es, además, pulverizar el 12% en la mayoría de los casos en un año o dos. Incluso Sabadell, que había sido comedido al establecer llegar al 6% este año, mejorará su objetivo en el arranque de 2023 toda vez que ya se ha quedado desfasado (alcanzó el 6,5% en marzo) e Ibercaja espera llegar al 10,5% frente al 7% fijado originalmente en un plan estratégico que ha revisado en hasta dos ocasiones para elevar su meta de rentabilidad.
Batir el coste de capital -ser rentable para el inversor- se coló como prioridad número uno en sus agendas de trabajo a raíz de la crisis financiera. En la época pre-Lehman apenas rozaba el 5% y la banca exhibía rentabilidades superiores al 15%-20%. Estalla la crisis, el ratio se dispara por encima del 16% en la antesala del rescate financiero en España y con las primas de riesgo desorbitadas y desde entonces se ha movido entre el 8% y 12%.
El retorno exigido por el inversor galopó cuando las cuentas de las entidades sufrían máxima tensión con los tipos en negativo desde 2014, el negocio a la baja por las crisis y los incesantes requerimientos regulatorios de capital y provisiones. Fue la etapa de la fuerte concentración para enderezar la anémica rentabilidad por la vía del ahorro de costes con ajustes.
Sobre el ratio aún pesa que las valoraciones bursátiles continúan por debajo del valor en libras pese al rally preguerra, pero la rentabilidad ha cogido tracción. Los analistas de UBS estiman que una subida de los tipos de interés de 50 puntos básicos elevaría entre un 8% y un 10% el margen de interés de las entidades españolas y un 15%-20% su beneficio. El consenso de mercado espera que el BCE suba 0,75 puntos este año y lleve el interés al 1,5%. La banca española será de las más beneficiadas por su gran cartera de crédito a tipo variable -entre un 60% y 70% en hipotecas-.
La gran incógnita es el comportamiento en pagos de familias y empresas si la economía desacelera más de lo deseable bajo el cambio de política monetaria para doblegar la inflación. Las medidas de alivio puestas en marcha durante la pandemia como moratorias, Erte o avales del ICO evitaron una oleada de impagos y hoy la morosidad está por debajo del 4,2%, con datos de abril. El sector cuenta con más de 8.000 millones en hucha preventiva para el Covid para paliar eventuales fallidos, que si no se usasen podrían añadirse al resultado y la rentabilidad.