Arte
01/03/2020, 08:54
Sun, 01 Mar 2020 08:54:15 +0100
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August Thyssen (1842-1926) es el origen de la fama del apellido. Empresario del acero, fue el que amasó la fortuna familiar que permitió a los barones Heinrich y su hijo Hans Heinrich atesorar una de las colecciones de pintura más importantes reunidas en el siglo XX. Lo mismo sucedió con Henry Clay Frick (1849 -1919), también empresario siderúrgico que, según su biógrafo oficial, se convirtió en el mayor accionista ferroviario individual del mundo. Sin embargo, ahora es conocido por The Frick Collection, un destacado museo de arte de Manhattan. Lo mismo ocurrió con el español Joaquín Rivero (1944-2016), expresidente de Metrovacesa, que acumuló en Jerez de la Frontera, su ciudad natal, una colección de obras maestras de Zurbarán, El Greco, Goya o Velázquez. Unas credenciales que, junto a Bodegas Tradición, permanecen mejor en la memoria que los problemas judiciales que sufrió al final de su carrera o su caída empresarial a consecuencia del estallido de la burbuja inmobiliaria de 2008. El arte y, sobre todo, los actos filantrópicos que se realizan con ella son uno de los motivos que llevan a las grandes fortunas a invertir en arte, pues les ayuda a transcender, a generar un legado positivo en la socidad en la que se han hecho ricos. "Si los Thyssen no hubieran creado la colección nadie hubiera sabido quienes son", sentencia Carmen Reviriego, presidente de Callia Art y asesora de grandes patrimonios en cuestiones de arte, en una entrevista para Status.