Correlación no implica causalidad. Vicente Nieves lleva buscando explicaciones a los movimientos de los mercados y de la economía desde la crisis financiera de 2007. Aún no tiene la respuesta.

Imaginen un granizado al que ya solo le queda un poco de hielo al fondo y poca sustancia, cada vez que absorbemos con la pajita obtenemos una mayor cantidad de agua y menos sabor... y recordamos con tristeza lo que al principio (hace unos minutos) fue una auténtica explosión de sabor en nuestra boca. Pues de una forma sencilla, esto es lo que le está sucediendo a la Cuenca Pérmica de EEUU, el mayor yacimiento de petróleo de esquisto (shale oil) del mundo. Este gran yacimiento está empezando a sufrir el agotamiento de sus mejores reservas de crudo. Todo el mundo sabía que este momento iba a llegar, pero no se sabía cuándo. Algunos expertos ya habían vaticinado que el principio del fin de la Cuenca Pérmica estaba a la vuelta de la esquina, una predicción que llegó acompañada de críticas por parte del sector petrolero. Sin embargo, cada vez parece más evidente que el gran yacimiento de petróleo de EEUU se enfrenta a crecientes problemas para seguir incrementando su producción de crudo: la geología parece haber llegado a su límite.

La historia deja valiosas lecciones de las que se puede aprender en el presente, pero sobre todo da la experiencia para saber cómo actuar cuando el mismo problema aparece una vez tras otra. Grecia, cuna de la civilización europea, fue la fuente de sabiduría y conocimiento que alimentó a Europa y Occidente. Hoy, Grecia puede ser una vez más un ejemplo a imitar si Europa quiere protegerse de Rusia. ¿Por qué? Grecia lleva milenios luchando contra su eterno enemigo, un enemigo que está a las puertas de su casa y que es mucho más grande en términos de población. Sin embargo, Atenas está preparada. De hecho, lleva décadas lista para cualquier conflicto, por lo que su experiencia puede ser una buena guía de la que Europa puede aprender. Esta guía se podría titular 'Aprender a sobrevivir cuando tu mayor enemigo está casa'.

España es el país con la esperanza de vida más alta de la UE. Por si fuera poco, la región con la mayor esperanza de vida en toda Europa está también en España. No solo eso, esta región presenta unos datos sorprendentemente elevados, puesto que sus ciudadanos viven de media 11 meses más que la segunda región en el ranking, una diferencia abismal si se analiza con detalle esta clasificación: las siguientes 10 regiones muestran unas esperanzas de vida muy similares, dejando un ranking muy apretado. Para encontrar una brecha tan gran hay que comparar a la segunda región con mayores probabilidades de alcanzar la longevidad, el cantón suizo de Ticino con 85,2 años y la región vigesimocuarta, que es Cataluña con 84,2 años. Se acabó el misterio, la región con la mayor esperanza de vida de toda Europa es la Comunidad de Madrid. Aunque este éxito es, probablemente, producto de una multitud de factores imposible de completar (economía, clima...), ponderar y analizar en su conjunto, sí se pueden dar algunas pinceladas que podrían explicar algo de este éxito.

Si las anteriores revoluciones industriales han sido impulsadas por grandes avances en el transporte (máquina de vapor, motor de combustión...), esta nueva revolución industrial podría venir de la mano de una transformación del transporte y la generación de datos e información. Mientras que el carbón, el petróleo o la electricidad estuvieron detrás de los grandes cambios en los últimos siglos, esta vez podría ser el turno de una sustancia que a primera vista está en todas partes, pero que en realidad es extremadamente escasa: el agua.

El petróleo de América se ha convertido en la gran fuente energética de España. Más del 60% de las importaciones de petróleo de España vienen de América. Entre los países de continente americano se encuentra Venezuela, al que España compra 70.000 barriles diarios de crudo (último dato disponible) de los 1,24 millones que importa cada día. Esos 70.000 barriles son una fracción pequeña del total, pero pueden convertirse en los 70.000 barriles de petróleo más caros del mundo para la economía española. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha anunciado la imposición de aranceles del 25% a los países que compren petróleo de Venezuela. Estos aranceles entrarán en vigor en poco más de una semana. El Gobierno de España ya ha asegurado que habrá respuesta "contundente".

La Unión Europea tiene un plan para rearmarse e intentar garantizar su seguridad frente a enemigos externos. Hay cifras económicas (unos 800.000 millones de euros), cierta coordinación y acuerdo entre los países del bloque... pero hay un problema con el que nadie había contado o, al menos, no se ha puesto sobre la mesa: el gran cuello de botella a nivel de material y, sobre todo, humano al que se van a enfrentar los países europeos. El material ya está siendo visible con la escasez de pólvora y ciertos metales clave para la industria bélica. Mientras que el humano se podría convertir más pronto que tarde en el gran cuello de botella. Europa es un continente envejecido, con escasez de mano de obra y con una población que no está dispuesta a dejar sus empleos para enrolarse en el ejército... ni siquiera los desempleados. Mientras que los nacionales no parecen la solución, los que vienen de fuera tampoco han sido una opción históricamente para ocupar puestos en el ejército. El caso de las Fuerzas Armadas españolas, con un mínimo de efectivos desde 2001, es solo un ejemplo más.

La Comunidad de Madrid se ha convertido en los últimos años en una potencia muy importante para España... y para Europa. La economía de la capital ha ido ganando fuerza y no solo ocupa el primer lugar en el país, muy por delante de Cataluña, sino que también ha avanzado posiciones en el continente, donde ya juega en el top 5 de economías más potentes. Los últimos datos publicados por Eurostat, la agencia de estadística de Bruselas, revelan que la región española se ha convertido en la cuarta economía más grande de toda la Unión Europea tras superar a la irlandesa Eastern and Midland (mayormente compuesta por Dublín) y mantenerse un año más por encima de las regiones que albergan a ciudades como Berlín, Roma (región de Lazio) o Lyon (región de Ródano-Alpes). El PIB de la Comunidad de Madrid superó los 293.000 millones de euros en 2023 (último dato disponible en Eurostat), lo que supone 2.000 millones más que la región irlandesa que había estado por encima de Madrid en la anterior publicación perteneciente a 2022. Con todo, la Comunidad de Madrid se ha convertido en la región más importante de todo el sur de Europa, mientras que la ciudad de Madrid se ha posicionado como capital simbólica de la región.

El gasto público vuelve por todo lo alto y esta vez es para financiar el rearme de Europa y una mejora de las infraestructuras (con el covid fue para pagar ERTES y otras ayudas). Esta nueva oleada está liderada por Alemania (el 'sargento' de la austeridad fiscal) y el gran problema es que coge a los países del sur de Europa con unas finanzas públicas vulnerables. Los problemas de déficit estructural y deuda pública no han variado demasiado en los últimos años y los expertos ya empiezan a avisar de lo que puede suceder.

La economía global parece estar entrando un nuevo ciclo marcado por el proteccionismo, los choques entre potencias y la tensión geopolítica. Aunque aún es pronto para sacar conclusiones, parece poco probable que esta nueva etapa sea beneficiosa para la economía global en su conjunto y, sobre todo, para el comercio internacional, que ha sido en los últimos 40-50 años la cadena que ha ayudado a mover hacia delante la economía global para mejorar los niveles de vida en buena parte del mundo. Un buen ejemplo es lo que está ocurriendo con los buques portacontenedores hechos en China, país que se ha convertido en una auténtica potencia (como en tantas otras cosas) en este sector. Las amenazas arancelarias de EEUU sobre estas embarcaciones que transportan bienes por miles de millones de valor de unas regiones a otras pueden generar un auténtico apocalipsis comercial, según alertan los expertos.

En lo más septentrional de la Rusia europea, donde el suelo permanece congelado durante la mayor parte del año y el silencio de la tundra es apenas interrumpido por el crujir de los vientos árticos, un hito de la ciencia soviética aguarda en la quietud: el pozo superprofundo de Kola. Una obra de este calibre y coste debería tener un importante retorno económico, pero no. El pozo no fue concebido para extraer el valioso petróleo que abunda en Rusia, sino para adentrarse en las entrañas de la Tierra misma. Este coloso vertical, con sus 12.262 metros de profundidad (el segundo pozo más profundo se ha terminado hace unas semanas en China), continúa siendo el agujero más profundo jamás perforado por el ser humano. Lo que empezó como un símbolo de la supremacía científica del bloque soviético durante la Guerra Fría, acabó convertido en una odisea geológica que desafió los límites técnicos, físicos y financieros del siglo XX.