Correlación no implica causalidad. Vicente Nieves lleva buscando explicaciones a los movimientos de los mercados y de la economía desde la crisis financiera de 2007. Aún no tiene la respuesta.

La economía de El Salvador empieza a ver la luz. Es cierto que esta era la gran asignatura pendiente de Nayib Bukele, el célebre presidente de esta nación centroamericana, pero poco a poco se empiezan a atisbar cambios que han llevado a que el banco de inversión JP Morgan incremente el crecimiento potencial (lo que la economía puede crecer sin generar desequilibrios) de forma notable en su última revisión. El crecimiento potencial es el 'marco' al que debe ajustarse la economía. Cuanto más grande sea ese marco, mayor podrá ser el crecimiento de la actividad de forma sostenible. Desde JP Morgan explican que el radical descenso de la inseguridad en el país ha sido la base para aumentar sus previsiones de futuro para El Salvador. Todo ello, junto con la apuesta de Bukele por el bitcoin, está llevando a que los bonos soberanos del país, y las finanzas en general, registren mejoras generalizadas. El milagro de Bukele en El Salvador se filtra a la economía.

2024 está tocando a su fin y, con él, uno de los años más críticos para la economía y los mercados que se recuerdan. Tras una brutal recta final de 2023 la IA y su frenético optimismo han seguido llevando en volandas a la renta variable mientras que los bancos centrales han finalizado su histórico ciclo de subidas de tipos y han comenzado el descenso desde el 'Everest monetario'. Mientras las principales industrias de Europa sufren los estragos de una menor demanda y mayores costes, entrando en contracción, la economía de EEUU resiste gracias al potente consumo interno y el resistente mercado laboral. En medio de la dubitativa Europa, el crecimiento de España la ha situado como la punta de lanza del continente. Todo esto mientras el mercado petrolero se rompió por sorpresa con un potente superávit a medida que la demanda incumplía previsiones y el crudo de EEUU, Canadá y México inundaba los mercados.

El sur de Europa se ha convertido en el motor de crecimiento de la zona euro. Pocos habrían apostado en 2020, en plena pandemia del covid y con medio mundo encerrado en casa, a que los países con una mayor dependencia del turismo y de las actividades relacionadas con el contacto social iban a ser los que liderarían el crecimiento pocos años después. Pero lo que parecía más difícil todavía es que el país con la economía más castigada en los últimos 15 años fuese el que iba a vivir una suerte de milagro económico. En los últimos cuatro años, el PIB per cápita de Grecia se ha disparado con un crecimiento del 10,9%, mientras que el de Alemania, por ejemplo, ha retrocedido un 1,6%. El 'milagro griego' tiene una explicación curiosa, relacionada con la población (la demografía importa y mucho) y el mercado laboral, que es la que ha provocado el espectacular crecimiento del PIB per cápita.

El Banco Central Europeo (BCE) afronta su última reunión del año este jueves 12 de diciembre en un contexto marcado por la incertidumbre económica global (la victoria de Trump, desaceleración china, tensión geopolítica...) y las crecientes tensiones internas, entre los que claman por mayores bajadas de tipos y los que piden guardar munición para futuras crisis. El debate no reside en bajar los tipos ahora 25 o 50 puntos básicos (pb), es algo más grande, la cuestión es si la hoja de ruta debe conducir a los tipos hacia el territorio expansivo (donde la política monetaria estimula el crecimiento y la inflación) o mantenerse en territorio neutral (ni estimula ni contrae). Los expertos coinciden en que el Consejo de Gobierno adoptará un enfoque gradual para continuar el ciclo de recortes de tipos de interés iniciado este año. Hasta aquí las certezas, la decisión clara y el consenso. La pregunta clave será cómo equilibrar la necesidad de estimular una economía debilitada al mismo tiempo que se guarda munición de cara al futuro. El eterno debate en el seno de un banco central.

El dominio de Arabia Saudí sobre la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y el propio mercado de crudo ha sido indiscutible durante años. Sin embargo, esos días dorados parecen haber quedado atrás, al menos por ahora. La cuota de mercado del país, que un día dominó con gran holgura este mercado, ha caído hasta representar alrededor del 9% de toda la oferta global. En 1981, la producción de Arabia Saudí equivalía al 20% de la producción mundial de crudo (para que se hagan una idea). Esta comparación refleja el lento, pero constante cambio de un mercado que en sus comienzos estaba altamente concentrado en un puñado de países de Oriente Medio y que hoy se acerca algo más a un mercado competitivo, con jugadores importantes en América (EEUU, Canadá, Brasil o la pequeña Guyana) y África. Esta mayor competencia se ha convertido en la china del zapato de Arabia Saudí. Y lo que es peor, esta china en el zapato se ha hecho justo más grande cuando Riad está intentando transformar su economía con un costosísimo plan que pretende diversificar los ingresos del reino.

A lo mejor en la guerra contra el todopoderoso dólar no se puede vencer del todo, pero es vital ir ganando batallas. Ese parece ser el pensamiento de China, Rusia y otras economías del llamado grupo de los emergentes que buscan con ahínco acabar con la hegemonía mundial del 'billete verde', divisa en la que se resuelve el grueso del comercio internacional, así como los movimientos financieros. Cada cierto tiempo surgen noticias como la voluntad de los emergentes (agrupados en el término BRICS) de crear una moneda común para disputarle terreno al dólar, el uso del yuan chino en grandes operaciones llamadas a liquidarse en dólares (especialmente el petroyuan para las compras de crudo) o las masivas compras de oro de los bancos centrales de estos países no alineados con Washington precisamente para sacudirse el pegajoso dominio de la divisa americana. Pero con un menor foco mediático, ha llamado especialmente la atención una 'pequeña' maniobra de China a finales de noviembre que puede acabar trasluciendo algo más grande: destruir el dólar desde dentro.

Rusia es considerado por muchos analistas expertos en geopolítica como el último de los 'imperios' europeos. Moscú sigue tratando de dominar amplias zonas de territorio que se encuentran fuera de sus fronteras. El uso de Gobiernos 'marioneta' y su influencia regional permite a Rusia controlar grandes territorios y rutas comerciales que Moscú considera como 'suyas'. Sin embargo, en los últimos años, se están produciendo una serie de eventos que están erosionando este 'poder'. Rusia ya no tiene poder para controlar todo el territorio que le gustaría, lo que ha forzado a Moscú a 'abandonar' a los armenios (un pueblo unido históricamente a Rusia) en su conflicto contra Azerbaiyán y ahora al régimen de Al Assad en su lucha contra los rebeldes apoyados por Turquía. Aunque la época de los imperios parece un tanto lejana, estos dos últimos eventos suponen dos pequeñas victorias para el Imperio Otomano frente a uno de los sus históricos enemigos: el Imperio ruso.

La historia de la Rueda de Falkirk y su papel en la revitalización de los canales escoceses es una narrativa de innovación, ingeniería y renacimiento cultural. Este ascensor rotatorio, único en su tipo, conecta los históricos canales Forth y Clyde con el canal Union, que durante décadas estuvieron separados por una diferencia de altura de 35 metros.

Pese a las guerras, la inestabilidad política, las crisis y los conflictos internos, Irak es el segundo mayor productor de petróleo crudo de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), siempre tapado por la alargada sombra de Arabia Saudí, el mayor exportador (que no productor) de crudo del mundo. Irak posee las quintas mayores reservas probadas de petróleo crudo del mundo, con 145.000 millones de barriles, lo que representa el 17% de las reservas probadas de Oriente Medio y el 8% de las reservas mundiales, según la Agencia de la Información Energética de EEUU (EIA por sus siglas en inglés). Y eso solo las reservas probadas, porque se cree que el país puede tener todavía regiones con zonas inexploradas tras años de conflicto, que podrían albergar grandes cantidades de crudo. Imaginen que este país logra cierta estabilidad, abre sus puertas a la inversión extranjera para que exploren y empieza a realizar un consumo más eficiente de petróleo a nivel doméstico para poder exportar más. El resultado podría ser un boom de la producción inédito en la historia del país. Este es el plan de Irak para casi duplicar su producción en dos años.