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Arabia Saudí pierde el control del petróleo en el peor momento posible: su revolución económica peligra

  • Riad necesita grandes ingresos para financiar su gran plan de transformación
  • Riad tiene a media OPEP en contra y el petróleo no termina de remontar
  • Para colmo... Arabia Saudí organizará varios eventos 'caros' en los próximos años

El dominio de Arabia Saudí sobre la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y el propio mercado de crudo ha sido indiscutible durante años. Sin embargo, esos días dorados parecen haber quedado atrás, al menos por ahora. La cuota de mercado del país, que un día dominó con gran holgura este mercado, ha caído hasta representar alrededor del 9% de toda la oferta global. En 1981, la producción de Arabia Saudí equivalía al 20% de la producción mundial de crudo (para que se hagan una idea). Esta comparación refleja el lento, pero constante cambio de un mercado que en sus comienzos estaba altamente concentrado en un puñado de países de Oriente Medio y que hoy se acerca algo más a un mercado competitivo, con jugadores importantes en América (EEUU, Canadá, Brasil o la pequeña Guyana) y África. Esta mayor competencia se ha convertido en la china del zapato de Arabia Saudí. Y lo que es peor, esta china en el zapato se ha hecho justo más grande cuando Riad está intentando transformar su economía con un costosísimo plan que pretende diversificar los ingresos del reino.

Tal y como publica The Wall Street Journal en un extenso reportaje, el reino saudí está teniendo dificultades para ejecutar su plan de recortes de la producción, que busca mantener los precios del crudo elevados, ante la creciente negativa de buena parte de sus 'aliados' en el cártel. Unos precios más altos ayudarían a financiar su ambicioso programa de infraestructuras, valorado en un billón de dólares, destinado a transformar rápidamente la economía y reducir su dependencia del petróleo. Pero esta misma política está poniendo techo a la producción de países que tienen gran capacidad para bombear más crudo, como es el caso de Irak, Kuwait o Emiratos Árabes Unidos, miembros de la OPEP que llevan tiempo invirtiendo grandes cantidades de dinero para producir crudo en mayores cantidades. El crudo cotiza en la zona de los 72 dólares por barril, el Brent, una cota quizá insuficiente para los planes de Arabia Saudí.

Riad quiere mantener a toda costa las restricciones en la producción en un intento por obtener unos mayores ingresos por cada barril vendido y poder financiar sus planes. Desde JP Morgan explican en el documento de previsiones para 2025 que la caída prevista de los precios del crudo para 2025-26 puede representar un desafío importante para Arabia Saudí. El reino ha estado y probablemente seguirá adoptando una postura fiscal expansiva ante todo lo que se le viene. Al costosísimo plan para transformar su economía, Riad tiene que lidiar en el corto plazo con una larga lista de eventos que pondrán a prueba su capacidad como potencia regional: "Esto refleja los compromisos de albergar grandes eventos internacionales como la Copa Asiática de Fútbol (2027), los Juegos Asiáticos de Invierno (2029), la Exposición Mundial (2030) y, potencialmente, la Copa Mundial de la FIFA (2034), junto con importantes inversiones en infraestructura como parte de su estrategia transformadora Visión 2030", sentencian estos expertos.

"Con la disminución de los ingresos petroleros, es probable que la brecha financiera del país se amplíe, lo que ejercerá una mayor presión sobre sus finanzas públicas. Si no se modifican las políticas y la producción de petróleo se mantiene en 9 millones de barriles diarios (mbd), el déficit fiscal podría ampliarse desde un 3,7% del PIB (40.000 millones de dólares) previsto en 2024 hasta alrededor del 10% (110.000 millones de dólares) en 2026. Los gastos a través del Fondo de Inversión Pública (FIP) se sumarían a las necesidades de financiación. Naturalmente, esto elevaría el precio de equilibrio del petróleo para equilibrar un presupuesto consolidado para el gobierno, el PIF y Saudi Aramco", aseguran desde JP Morgan.

Para aliviar las presiones de financiación, es probable que Arabia Saudí considere una serie de medidas, que incluyen recortes del gasto, mayor inversión interna de los superávits de cuenta corriente, ahorro y mayor emisión de bonos de mercado. Una consideración clave en estas discusiones será si se debe aumentar la producción de petróleo. "En el corto plazo, con los precios del petróleo todavía por encima de los 70 dólares por barril y las incertidumbres geopolíticas en la región que siguen siendo altas, anticipamos que la estrategia preferida implicará una combinación de restricción del gasto no relacionado con infraestructura, mayor inversión interna de los superávits de cuenta corriente, reducción del ahorro pasado y mayor endeudamiento en el mercado. Sin embargo, con el tiempo, es poco probable que estas medidas sean suficientes", advierten desde JP Morgan.

El plan para revolucionar su economía

Arabia Saudí lo había hipotecado todo a su plan de transformación económica, un plan con el que levantar minas de todo tipo de materiales bajo la arena del desierto, sembrarlo de placas solares y todo tipo de energías alternativas, alzar ciudades imposibles, convertirse en un titán del turismo, tener un imperio financiero con participaciones en empresas de todo el mundo (como el 9% que tienen en Telefónica) o incluso convertir su liga de fútbol en algunas de las más grandes con enormes inversiones en estadios y jugadores como Cristiano Ronaldo, Benzema o Kanté. La idea es que todo tipo de sector vayan sumando al PIB del país para reducir su dependencia del petróleo mientras el mundo cada vez consume menos, sin embargo, el dilema al que se está enfrentando está afectando ya de forma crítica a este plan.

Este verano el último informe del FMI señalaba que Arabia Saudí necesitaba el petróleo a los 100 dólares para poder realizar este ambicioso plan, manteniendo intacto su equilibrio fiscal. Sin embargo, el país ha apostado por utilizar su bajo endeudamiento para seguir recortando petróleo para impedir una caída total y, sin tener los precios en su punto óptimo, seguir financiando este programa. Este pulso financiero ya ha empezado a medrar el ánimo de los saudíes, que ya se han encontrado ante la necesidad de imponer recortes a su ambicioso plan.

El martes 26 de noviembre, el gobierno presentó sus presupuestos para 2025 en el que llevaron el déficit a solo el 2,3% del PIB gracias a importantes recortes. Según Capital Economics esto viene de "una caída de los ingresos petroleros que esperan que sea del 7% de cara a 2024" por los recortes de producción y los bajos precios. Por su parte, señalan que esto es una prueba fehaciente de que han perdido el control sobre un mercado que no son capaces de dominar como lo hacían antaño. Desde el Arab Guld States Institute (AGSI) van más allá y defienden que el daño sería aún mayor si no empiezan a retirar recortes. "Si la producción se mantuviera en 9 millones de barriles diarios y los precios del petróleo promediaran 70 dólares por barril, los ingresos serían un 9% más bajos que lo proyectado por el FMI".

"Creemos que estas previsiones reflejan o bien que esperan recortar aún más su producción o bien que caigan los precios del petróleo", comentan desde Capital Economics. Desde la firma señalan que lo primero es poco probable, por lo que han tenido que moldear su gran proyecto. "Tal y como sospechábamos se están reduciendo los gastos en sus megaproyectos. Esto se ve en la reducción del 11% en el gasto corriente en bienes y servicios y del 23% en la partida de otros gastos".

Arabia Saudí sufre para financiar sus proyectos

Por su parte, el exceso de capacidad ociosa que domina el país ha hecho que limiten de forma clara sus próximos proyectos, dando por hecho que no esperan una ofensiva clara por recuperar esa cuota de mercado que no paran de ver reducida. Así lo estiman los analistas de Fitch en su último informe sobre el Reino en el que hablan abiertamente de una "expansión paralizada que reducirá su margen de oferta en el medio plazo". La agencia de rating explica que "Aramco ha mostrado un cambio de estrategia que manda una señal al mercado. Este no debería depender de Arabia Saudí para absorber la demanda".

Desde Arnold Ventures señalan que ya solo le quedan dos opciones al Reino: "O mantiene un precio de 70 dólares y ve como su cuota de mercado sigue erosionando o intenta retomar su posición provocando un desplome de los precios". En ese sentido, la situación actual "supone mantener competitivo el mercado sacrificándose ellos mismos a largo plazo, una estrategia terrible, pues deja la gestión de la cuota de mercado en manos de otros jugadores".

En ese sentido, la firma señala que si decidiera tomar su trono podría lograr hundir la producción de otros países, congelando la inversión, al hacer que no sea rentable. En ese sentido, la firma cree que más tarde o más temprano deberá apretar ese botón del pánico o perderá por completo su posición con una industria mundial ya bombeando suficiente para convertir al antiguo rey en un actor secundario- "Supone un impacto a corto plazo muy doloroso, pero no veo otra opción".

Desde AGSI confirman que la decisión es crítica y puede marcar el futuro de Arabia Saudí y el reparto del mercado petrolero mundial. "Ahora mismo existe la preocupación de una caída de ingresos petroleros. Esto ahora mismo se puede manejar cómodamente, dado el sólido balanza del gobierno". Pero advierte que, en caso de convertirse en algo permanente a medida que pierde cuota de mercado "obligaría a tomar decisiones muy difíciles y generaría un riesgo de ingresos más bajos recurrentes, lo que obligaría a reordenar sus prioridades de gasto y su ambicioso plan de nuevas fuentes de ingresos", destaca el investigador Tim Callen.

De momento, solo la geopolítica puede darle un balón de oxígeno al antiguo rey del crudo para postergar esta decisión. Sin embargo, desde BCA Research explican que la prima que había generado Oriente Medio "ya está incorporada y apunta cada vez más a una reducción". En ese sentido, solo una enorme escalada de EEUU e Irán tras el ascenso al poder de Donald Trump. Sin embargo, la firma explica que hay una reserva de crudo tan grande sin utilizar en el mundo que "la capacidad ociosa será suficiente para compensar cualquier pérdida de suministro iraní". Todos estos movimientos, para la firma, bloquean de forma decisiva cualquier opción de un recorte adicional "dado que la pérdida de cuota de mercado sería ya importante".

La OPEP se tensa y las cuentas no salen

Las cosas no pintan bien para Arabia Saudí y su estrategia. Tal y como señalan desde The Wall Street Journal, dentro del cártel, las tensiones son cada vez más evidentes. Varios miembros abogan por aumentar la producción para maximizar beneficios a corto plazo, en parte anticipando la creciente competencia de los perforadores de petróleo de esquisto (el temido fracking) en Estados Unidos, animados por la reelección de Donald Trump como presidente. En su discurso de victoria del 6 de noviembre, Trump declaró: "Tenemos más oro líquido que cualquier otro país del mundo, más que Arabia Saudí, más que Rusia".

Riad se enfrenta a un dilema que ya se eterniza: continuar defendiendo los precios del petróleo o luchar por recuperar cuota de mercado. Sin embargo, parece que los saudíes no están dispuestos a iniciar otra guerra de precios, por el momento. Funcionarios saudíes han indicado que probablemente mantendrán restricciones a su propia producción, retrasando nuevamente los planes de flexibilización ya pospuestos en dos ocasiones. Según un alto cargo saudí, "no podrán aumentar la producción el próximo año".

Mientras tanto, otros grandes productores como los Emiratos Árabes Unidos podrán añadir más barriles al mercado a partir de enero. Además, Irak y Kazajistán están presionando al cártel para incrementar su propia producción, lo que aumentaría aún más la oferta y probablemente deprimiría los precios. La OPEP+, que agrupa al núcleo liderado por Arabia Saudí junto con otros grandes productores como Rusia, ha visto cómo su cuota en el mercado global de suministro de petróleo se reduce a uno de los niveles más bajos desde la fundación del grupo ampliado en 2016.

En el pasado, Arabia Saudí intentó combatir el petróleo de esquisto (shale oil) estadounidense mediante guerras de precios en 2014 y 2020, pero finalmente fracasó en su intento de frenar la creciente producción norteamericana. El fracking parece dispuesta a caer y levantarse todas las veces que sea necesario. La economía de EEUU cuenta con unos mercados de capitales vastos y flexibles. Si el precio del crudo sube, las firmas de fracking recibirán el crédito necesario para volver a perforar y producir.

Además, en esta ocasión, los funcionarios saudíes son más cautelosos y están atentos a las señales de Trump sobre el nivel de precios que preferiría. Aunque Trump ha declarado anteriormente su intención de aliviar los precios para los consumidores, su campaña fue financiada en parte por empresarios del sector petrolero que se benefician de precios más altos. La Agencia Internacional de Energía estima que, si la OPEP+ no recorta su producción, el suministro global de petróleo superará la demanda en más de un millón de barriles diarios el próximo año. Esto, sumado a un exceso de inversión en la industria petrolera, está llevando a analistas y fondos de inversión a adoptar posturas pesimistas sobre los precios del crudo, como se vio en septiembre, cuando los fondos de cobertura asumieron por primera vez posiciones netamente bajistas en futuros de Brent.

Algunos miembros de la OPEP+ temen que el lema de Trump, "drill, baby, drill" (perfora, bebé, perfora), impulsado por una regulación más laxa y un mayor arrendamiento de tierras federales, pueda añadir más presión a la baja sobre los precios. Sin embargo, tanto ejecutivos petroleros como analistas estadounidenses creen que estas palabras y decisiones no tendrán un impacto notable en la producción de EEUU.

Actualmente, las proyecciones oficiales estiman que la producción de petróleo en Estados Unidos alcanzará un promedio de 13,2 millones de barriles diarios este año, un 47% más que la producción de Arabia Saudí en octubre. La frustración de Arabia Saudí por su menguante influencia es palpable. El ministro de Energía saudí, Abdulaziz bin Salman, ha advertido en reuniones de la OPEP que los precios podrían caer hasta los 50 dólares por barril si algunos miembros del cártel no cumplen con los límites de producción acordados. Bajo su supervisión, las reuniones de la OPEP han sido canceladas o convocadas a última hora, muchas veces en línea para evitar filtraciones.

Para algunos analistas, la estrategia saudí de mantener altos los precios del petróleo equivale a una apuesta a largo plazo que depende de que el shale oil estadounidense alcance su pico de producción en los próximos años. Mientras tanto,mantener la cohesión de la OPEP+ será crucial para que el grupo pueda afrontar lo que podría ser un período prolongado de precios bajos y elevado gasto para Arabia Saudí. Según Karen Young, investigadora del Centro de Política Energética Global de la Universidad de Columbia, la supervivencia del cártel dependerá de su capacidad para adaptarse a estas nuevas realidades del mercado energético global.

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