La economía de la eurozona podría ser considerada como la 'pupas' del mundo desarrollado. Frente al dinamismo, estabilidad y crecimiento de otras regiones avanzadas (sobre todo las del mundo anglosajón), la zona euro no sale de una crisis y ya está metida en otra. Entre 2010 y 2012, la crisis de deuda soberana estuvo a punto de acabar con el euro. Dentro de los países que amenazaron la estabilidad de la zona euro se encontraban España y Portugal (entre otros). Hoy, la península ibérica ha dejado de ser un problema (por ahora) para convertirse en motor de crecimiento. Sin embargo, un poco más al norte han aparecido otros dos países o economías que guardan ciertas similitudes con la España y Portugal de 2012. En la eurozona, los problemas no desaparecen, solo se transforman o simplemente se traspasan: con permiso de la siempre vigilada fiscalmente Italia y de un Grecia que parece haber encontrado la receta hace tiempo, Francia y Bélgica han pasado a ser el foco de atención de los inversores ante unos déficits fiscales disparados y una deuda pública que ya supera con creces a la de España y Portugal. El último monitor fiscal del Fondo Monetario Internacional (FMI), publicado este miércoles ya ha dado buena cuenta de ello.