
El tipo de interés que no se puede ver, pero que lo mueve todo en la economía, está entrando en un nuevo ciclo o era. Este tipo de interés no se puede cuantificar con exactitud porque no lo determina ningún organismo, ni la Reserva Federal de EEUU ni el Banco Central Europeo (BCE) ni nadie. De una forma llana y sencilla, se puede decir que este es el tipo de interés que necesita la economía en cada momento para estar en equilibrio (inflación controlada, pleno empleo...). Los banqueros centrales y los economistas realizan sesudos estudios valorando multitud de factores para intentar descifrar cuál es el nivel de este tipo de interés. El resultado de esos estudios marca, a la postre, la hoja de ruta de los bancos centrales, que intentan seguir la estela del tipo de interés natural real (r*). Pues bien, todo hace indicar que ese tipo de interés (r*) estaría sufriendo un punto de inflexión en estos momentos.
Isabel Schnabel, miembro del comité ejecutivo del BCE, ha admitido este miércoles que el tipo de interés natural podría estar incrementándose a consecuencia de fenómenos a largo plazo como el cambio climático, las tensiones geopolíticas o la digitalización y despliegue de la inteligencia artificial. Estos cambios suceden por multitud de factores, algunos de ellos incluso contrapuestos.
En la lucha de tendencias, las que se imponen son las que terminan moviendo el r* y marcando el camino de los tipos de interés oficiales de los bancos centrales. Si r* está subiendo, aunque la inflación llegue al 2% en la eurozona, el BCE tendrá que mantener su tipo de interés oficial en un nivel relativamente elevado para evitar que la economía se sobrecaliente y sufra grandes desequilibrios.
Un ejemplo para comprender este tipo de interés. Imaginen una economía con una pirámide de población progresiva (una población muy joven), formada por familias jóvenes que están comprando viviendas, teniendo hijos... con una economía que crece rápido, en la que la productividad avanza y la necesidad de financiación es grande. Esta economía tendría un tipo de interés natural alto respecto a una economía con una pirámide poblacional estacionaria en el que la mayoría de las personas tienen entre 40 y 50 años y ya se preparan para encarar la jubilación.
En las últimas décadas, Japón y la eurozona han vivido en esa etapa conocida como estancamiento secular (también denominada como japonización), en la que un exceso de ahorro en la economía (el baby boom ahorraba para la jubilación, apenas nacían niños...) y la escasez de inversión provocaron años de bajo crecimiento económico y una inflación que ni llegaba al objetivo del 2%. Ahora, parte de esa narrativa está cambiando. El escenario podría ser el de un entorno de tipos de interés más altos y una inflación estructural más elevada. Sin embargo, la cuestión del crecimiento económico está en duda. Todo dependerá de la nueva revolución de la inteligencia artificial y su impacto en la productividad.
Pues bien, Occidente y la eurozona podrían enfrentarse ahora a esta nueva etapa, en la que esas personas de 40, 50 y 60 años (generación del baby boom) ya se está jubilando, dejan de producir (tensando el mercado laboral) y empiezan a gastar por encima de lo que producen, presionando al alza este tipo de interés invisible, que a su vez se ve también presionado por factores geopolíticos o climáticos.
El BCE ve un punto de inflexión
"A lo largo de la historia se han producido repetidamente retrocesos prolongados de los tipos de interés naturales reales tras grandes crisis económicas, políticas o sociales. Podríamos estar ante un punto de inflexión", ha asegurado Schnabel en referencia al tipo de interés natural real que prevalecería si la economía funcionase a pleno rendimiento y la inflación se situara en su objetivo.
"Es posible que las fuerzas fundamentales que impulsan nuestras economías en el largo plazo no hayan cambiado, a pesar de la serie de shocks que hemos presenciado en los últimos años... Sin embargo, el cambio climático y la transición verde, los cambios geopolíticos debido a la invasión rusa de Ucrania y las tensiones entre Estados Unidos y China, así como los rápidos avances en inteligencia artificial y digitalización requerirán una inversión excepcionalmente alta". Una inversión muy alta (demanda de fondos), ceteris paribus, provoca una subida del tipo de interés, que no es otra cosa que el precio del dinero.
Un cambio de era casi global
No solo la zona euro. La economía global o buena parte de ella se encuentra inmersa en este cambio de era que está sucediendo más rápido de lo que se preveía. Aunque algunos expertos ya habían advertido hace tiempo de que el exceso de ahorro global comenzaría a desaparecer en esta década, presionando al alza los tipos de interés, pocos o ninguno habría vaticinado que iba a suceder tan rápido.
Algunos acontecimientos inesperados (guerras, pandemias...) están acelerando la subida del tipo de interés natural (el tipo coherente con una inflación controlada y una economía funcionando a pleno rendimiento), lo que a su vez presiona a la banca central para mantener los tipos de interés nominales en niveles mucho más altos que en la 'era anterior'. Sin duda esto es una mala noticia para aquellos agentes que tienen hipotecas a tipo variable o que necesitan endeudarse en los próximos años. Los préstamos a tipos bajos son ya cosa del pasado.
¿Por qué está sucediendo este cambio? Como se señalaba anteriormente, todo hace indicar que el exceso de ahorro global que fue analizado y anunciado por el expresidente de la Reserva Federal Ben Bernanke hace años se está agotando. Esta burbuja de ahorro fue consecuencia, entre otras coas, de la propensión a ahorrar de la vasta generación del baby boom en Occidente, que lleva años preparándose para encarar una jubilación que ya está llegando. También el modelo de crecimiento chino, basado en el ahorro, contribuyó de forma notable. Todo eso está cambiando rápido.
Schnabel cree, de este modo, que "es posible que ahora estemos ante ese punto de inflexión. Las necesidades excepcionales de inversión derivadas de los desafíos estructurales relacionados con la transición climática, la transformación digital y los cambios geopolíticos pueden tener un impacto positivo persistente en el tipo de interés natural. Es posible, sin embargo, que la respuesta decidida de la política monetaria al estallido de la inflación haya cambiado las creencias de los participantes del mercado sobre r*, haciendo así menos probable la vuelta al estancamiento secular".
La dirigente del BCE culmina su discurso pidiendo mayor atención para este tipo de fuerzas o factores que, realmente, son las que mueven la economía, como es el caso del tipo de interés natural real: "En lugar de mirar a los mercados financieros, que podrían ser simplemente un espejo de nosotros mismos, debemos examinar a fondo si las fuerzas fundamentales que impulsan la economía en el largo plazo han cambiado y comunicar estos puntos de vista con prudencia".