Correlación no implica causalidad. Vicente Nieves lleva buscando explicaciones a los movimientos de los mercados y de la economía desde la crisis financiera de 2007. Aún no tiene la respuesta.

La inflación se mantiene en cotas históricamente altas en la zona euro. Este fuerte crecimiento de los precios está ayudando a inflar el PIB nominal de las economías europeas. Cuanto más caras son las peras y las manzanas que se producen, más grande es el PIB en términos nominales (que no reales), lo que está ayudando a reducir el peso de la deuda pública sobre PIB en todos los países del euro: aumenta el denominador (PIB) más que el divisor (deuda pública), generando un espejismo (una suerte de ilusión monetaria) en el ratio de deuda sobre PIB que puede acabar muy mal en los próximos años, según advierte el Banco Central Europeo en un informe publicado esta semana.

Los últimos 200 años han sido convulsos para el mundo en general, pero sobre todo para Occidente. Más allá de las dos guerras mundiales y otros grandes conflictos que han marcado definitivamente el pasado y el presente, en esos dos siglos la economía ha dado un salto de gigante, que dio comienzo con la Revolución Industrial. Este giro copernicano, aunque terriblemente duro en sus inicios para los trabajadores, ha permitido que millones de personas salgan de la pobreza y que los países se especialicen allí donde tienen ventajas comparativas. Todo ello ha sido posible, en gran parte, gracias al crecimiento del comercio internacional.

Rusia reducirá la producción de petróleo en 500.000 barriles por día, o lo que es lo mismo, alrededor del 5% de todo lo que bombea a partir de marzo, según ha anunciado este viernes Alexander Novak, viceprimer ministro de Rusia, después de que Occidente impusiera límites de precios al petróleo y los productos refinados rusos. Estos topes han provocado que el petróleo ruso se venda con un descuento enorme en los mercados que está siendo aprovechado por las refinerías de la India y China.

La entrada en vigor de las sanciones de la Unión Europea contra la importación de productos refinados de Rusia (diésel, gasolina, nafta...) está alterando las rutas habituales que seguían los flujos de petróleo y de refinados antes de las sanciones.

El peak oil o la teoría del pico del petróleo intentaba predecir en qué momento la producción mundial de petróleo alcanzaría su cenit para comenzar a caer. Aunque el planteamiento a simple vista parece correcto y posible (la producción de crudo tocará techo), lo cierto es que esta teoría tenía una base errónea: el peak oil llegaría en el momento en el que extraer petróleo comenzase a ser excesivamente caro a medida que el crudo más rentable (normalmente el más superficial) fuese extraído y solo quedase bajo tierra el más complejo y caro de bombear al exterior. Todo hace indicar que la producción de petróleo comenzará a declinar en algún momento de esta década, pero sucederá porque otras tecnologías (ya está sucediendo) comenzarán a sustituir al crudo como fuente de energía, ya sea porque son más limpias o, incluso, más baratas/rentables. Es decir, el peak oil llegará por una caída de la demanda, no porque la oferta no puede seguir creciendo.

La evolución de los precios del petróleo trae por el camino de la amargura a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Pese a los drásticos recortes de producción del cártel, las dolorosas sanciones de Occidente al crudo y los derivados rusos, y la reapertura de la economía de China, los futuros de petróleo han caído cerca de 40 dólares en los últimos seis meses. Ante todos estos eventos, hasta la propia Agencia Internacional de la Energía (AIE) había advertido de la falta (déficit) de petróleo en el mercado. Por ahora, el crudo se encuentra en una senda, con picos y valles, pero que parece tener un fondo bajista.

Las familias de España y Portugal son las más castigadas por las dos últimas crisis que ha sufrido el mundo: la del covid y la del coste de la vida (inflación). La renta disponible de españoles y portugueses ha caído un 8 y 4%, respectivamente, entre el último trimestre de 2019 y el tercer trimestre de 2022. Además, el último dato disponible (tercer trimestre de 2022) revela que los ingresos disponibles han comenzado a crecer en la OCDE, mientras que en España y Portugal volvieron a caer.

Pasar de cero a cien, y de cien a menos diez. Esta es la forma más sencilla y esquemática de explicar lo que está ocurriendo con la oferta monetaria en EEUU. Unos movimientos drásticos que tendrán su impacto en la economía real y, quizá, en los mercados. Con la crisis del covid, la Reserva Federal y el Gobierno de EEUU pusieron en marcha políticas expansivas (monetarias y fiscales) sin precedentes en la historia. La Fed disparó la base monetaria y el Gobierno, a través del gasto público, impulsó el resto de agregados monetarios. Esto tuvo su reflejo en el gasto agregado de la economía y, finalmente, en la inflación (la demanda creció más deprisa que la oferta). Ahora, tras el desastre inflacionario, la Fed está desmantelando todo su arsenal monetario, mientras que el Gobierno ha rebajado el tono expansivo de sus políticas. El resultado es que el agregado monetario M2 ha caído por primera vez desde la Gran Depresión en EEUU, lo que puede ser la antesala de una recesión (algo negativo), pero también del principio del fin de la alta inflación (algo positivo).

La senda monetaria del Riksbank de Suecia es cuando menos curiosa. Tras varios años probando con los tipos de interés negativos, los miembros del banco central sueco decidieron comenzar a subir los tipos de interés antes de que la inflación irrumpiera como un elefante en una cacharrería a mediados de 2021. El banco central reconoció que el 'dinero gratis' podía tener también efectos nocivos en la economía, pero jamás confesó de forma directa que los tipos negativos estaban generando más perjuicios que beneficios. Sin embargo, sí admitieron que esos tipos negativos inflaron los precios de la vivienda. Ahora, con el giro de 180 grados de la banca central, la economía sueca y el mercado inmobiliario del país sufren las consecuencias: "Suecia está en el ojo del huracán de las subidas de tipos".

El Banco Central Europeo ha sufrido una transformación tan intensa como veloz. El instituto monetario fue durante años la 'gran paloma' dentro de la banca central de Occidente: tipos de interés negativos, compras masivas de bonos, subastas de liquidez más que 'regaladas' a la banca... Sin embargo, en menos de un año, el BCE ha revertido, retirado o modificado todas estas políticas expansivas. Tanto es así, que Christine Lagarde y su equipo se han quedado prácticamente solos con las subidas de tipos de 50 puntos básicos a nivel global, y podrían quedarse solos también en la carrera de subidas de tipos en el verano, según descuenta el mercado. Pero hay que recordar que la banquera gala se está convirtiendo en una especialista en confundir al mercado con giros inesperados. La primera subida de tipos de este ciclo sorprendió por su dureza, después de haber comprometido una salida suave de los tipos negativos.