El peak oil o la teoría del pico del petróleo intentaba predecir en qué momento la producción mundial de petróleo alcanzaría su cenit para comenzar a caer. Aunque el planteamiento a simple vista parece correcto y posible (la producción de crudo tocará techo), lo cierto es que esta teoría tenía una base errónea: el peak oil llegaría en el momento en el que extraer petróleo comenzase a ser excesivamente caro a medida que el crudo más rentable (normalmente el más superficial) fuese extraído y solo quedase bajo tierra el más complejo y caro de bombear al exterior. Todo hace indicar que la producción de petróleo comenzará a declinar en algún momento de esta década, pero sucederá porque otras tecnologías (ya está sucediendo) comenzarán a sustituir al crudo como fuente de energía, ya sea porque son más limpias o, incluso, más baratas/rentables. Es decir, el peak oil llegará por una caída de la demanda, no porque la oferta no puede seguir creciendo.
La industria del fracking (fracturación hidráulica) y el shale oil en EEUU podrían estar a punto de presenciar el comienzo de su propio peak oil (no será porque se vaya a agotar el crudo, sino por decisiones empresariales y de inversión). El shale oil o petróleo de esquisto irrumpió con gran fuerza hace unos años en EEUU, permitiendo una mayor diversificación geográfica de la extracción de petróleo.
La llegada del crudo americano fue una bendición para la economía global, puesto que generó una suerte de contrapeso frente al oligopolio de la OPEP. Sin embargo, una serie de factores han llevado a que esta industria madure de forma anticipada. Ahora, los analistas de Bank of America Merrill Lynch creen que la producción de shale oil se estabilizará para comenzar a retroceder poco a poco en los próximos años.
La extracción de shale oil a través de la técnica del fracking revolucionó la producción de petróleo y el mercado. En solo tres años (finales de 2016 y principios de 2020), esta industria pasó de producir cinco millones de barriles diarios de crudo en EEUU a rozar los 10 millones de barriles. Sin embargo, siempre hubo dudas sobre su rentabilidad. El breakeven del fracking fue siempre más elevado que el de los productores de Oriente Medio pese a las constantes mejoras tecnológicas y de productividad. Cuando el precio del crudo se hundió en 2020 con la pandemia del covid, la producción de petróleo de esquisto también lo hizo. Aunque ahora ha remontado con la espectacular subida de precios del petróleo (al calor de la guerra de Ucrania), los analistas creen que esta industria ha tocado techo.
"No esperamos un gran cambio en la oferta de petróleo de esquisto estadounidense como sí ocurrió la década del 2010 en adelante. En los últimos tres años, las empresas de exploración y producción de EEUU han madurado y han dejado de perseguir el crecimiento, priorizando la disciplina de capital, el desapalancamiento y la rentabilidad para los accionistas", aseguran los analistas de BofA en un documento publicado esta semana. A ello hay que sumar la fuerte volatilidad del petróleo en los últimos años.
Los desafíos de la industria
Además, "la industria se enfrenta desafíos a medio plazo. Primero, las ganancias de productividad y eficiencia parecen haber tocado techo. En segundo lugar, el sector de servicios petroleros (el fracking) también ha incrementado su disciplina, lo que les otorga poder de fijación de precios e impulsa la inflación , lo que desalentará cualquier plan para acelerar la actividad". El incremento de los precios de algunos materiales necesarios para la exploración y la perforación de los pozos, junto a la escasez de personal y el fuerte incremento de los costes laborales están impidiendo que la industria en su conjunto crezca. Resulta más sencillo aprovechar los pozos y los campos de petróleo operativos, cuyos costes de producción (una vez abiertos y en funcionamiento) son inferiores.
Las empresas del sector no están dispuestas a perforar más ni a invertir en la exploración de nuevas bolsas de petróleo, no solo por los factores comentados anteriormente, también por la inseguridad que generan los posibles cambios de un marco regulatorio que parece inclinado a favorecer a las energías renovables. "Estos factores nos llevan a concluir que la producción de petróleo de esquisto podría alcanzar su pico o producción máximo en los próximos tres o cuatro años", sentencian los expertos de BofA.
El fracking ya no quiere crecer
El breakeven (punto en el que empieza a ser rentable extraer un barril de crudo) del shale oil americano se ha reducido drásticamente desde que los precios del petróleo colapsaron a mediados de la década de 2010. En ese entonces, muchos pozos de esquisto requerían 70-100 dólares por barril de petróleo para alcanzar el punto de equilibrio, pero las mejoras en la eficiencia y la productividad y la deflación del sector de servicios petroleros ayudaron a reducir la curva de costees del esquisto. Hoy en día, la mayoría de los activos de esquisto alcanzan el punto de equilibrio en la zona de los 40 dólares.
Con este breakeven, "en su vida anterior, la industria del esquisto de EEUU habría aumentado la producción entre un 15 y un 20% con los precios del petróleo y los puntos de equilibrio actuales, pero los tiempos han cambiado. Pero hoy no: los productores son más disciplinados ahora y responden menos a los precios que en la última década. De hecho, se han sumado muy pocas plataformas durante el último año, incluso cuando los precios del petróleo se dispararon por encima de $100/bbl.
Durante la última década, los flujos de efectivo (cash flow) de buena parte de la industria han sido nulos o incluso negativos. "Esto ha cambiado durante el año pasado. Los precios del petróleo se dispararon y los productores se mantuvieron cautos y disciplinados, lo que generó flujos de caja récord para muchas empresas a costa de no invertir en nueva producción. Los índices de reinversión cambiaron drásticamente después de la pandemia, cayendo desde el 80% (antes se reinvertía el 80% de los beneficios para producir más crudo o mejorar la productividad) hasta solo el 40% durante 2021-22. En esencia, las empresas de exploración y producción ha dejado de buscar el crecimiento de la oferta y se han apegado a planes de gastos manejables que permiten un amplio margen para el desapalancamiento, la recompra de acciones y los dividendos".
Con todo lo anterior, los economistas de BofA hacen un pequeño resumen en el que destacan que la industria del petróleo esquisto de EEUU ya ha pasado por dos ciclos, recuperándose de cada uno para generar un crecimiento significativo de la producción en los años siguiente. Ahora todo hace indicar que solo la Cuenca Pérmica mantendrá un crecimiento notable a corto plazo (antes de que llegue el peak oil), con un avance muy inferior en Eagle Ford, Niobrara y Bakken. "A medio plazo, creemos que el crecimiento de la Cuenca Pérmica se desacelerará y otras cuencas se estancarán o incluso comenzará a sufrir una reducción de la producción".