Economía

El BCE pide a los gobiernos que se preparen: la inflación genera un espejismo en la deuda que puede explotar en el futuro

  • La deuda pública sobre PIB cae en primera instancia por el aumento del denominador
  • Más tarde, el gasto público y el auge de los intereses destruyen ese beneficio
  • "El efecto acumulativo sobre la deuda sería significativo en el horizonte de 10 años"
Sede del Banco Central Europeo (BCE) en Frankfurt. Fotografía de iStock

La inflación se mantiene en cotas históricamente altas en la zona euro. Este fuerte crecimiento de los precios está ayudando a inflar el PIB nominal de las economías europeas. Cuanto más caras son las peras y las manzanas que se producen, más grande es el PIB en términos nominales (que no reales), lo que está ayudando a reducir el peso de la deuda pública sobre PIB en todos los países del euro: aumenta el denominador (PIB) más que el divisor (deuda pública), generando un espejismo (una suerte de ilusión monetaria) en el ratio de deuda sobre PIB que puede acabar muy mal en los próximos años, según advierte el Banco Central Europeo en un informe publicado esta semana.

Un buen ejemplo (por cercanía) son las finanzas públicas españolas. Pese a que el déficit público sigue disparado, la deuda pública sobre PIB de España ha caído en diez puntos porcentuales en poco más de un año. La inflación está detrás de este milagro del que tanto presume el Gobierno en cada publicación de datos.

En el primer trimestre de 2021 (justo antes de que comenzase el shock inflacionario), la deuda pública se situaba por encima del 125% del PIB. En el tercer trimestre de 2022, la deuda sobre PIB había caída al 115%, según Eurostat. La fuerza de la inflación ha impulsado el deflactor del PIB (un índice de precios más amplio que el IPC), lo que a su vez ha llevado a que el PIB nominal de España alcance máximos históricos.

Susto en los próximos años

Sin embargo, esto puede ser pan para hoy y hambre para mañana. La inflación erosiona la deuda pública en el corto plazo, pero lo cierto es que el gasto público termina, poco a poco y con retraso, persiguiendo a la propia inflación y destruyendo el espejismo fiscal (salvo que la inflación perdure in aeternum). El proceso es el siguiente: la inflación sube primero y rebaja en términos relativos el peso de la deuda pública; pero después los gobiernos actúan, suben las pensiones, los salarios de los funcionarios, el consumo público se encarece también y se aprueban medidas para paliar la propia inflación que tampoco salen gratis (subsidios, ayudas, prestaciones...). 

Muchas de estas políticas temporales perduran en el tiempo, mientras que otras son irreversibles. Por ejemplo, las pensiones y los salarios de los funcionarios suben con la inflación, pero si un día llega la deflación (como ocurrió en 2014-2015), esas mismas prestaciones y salarios públicos son rígidos a la baja, es decir, no se tocan: el gasto es fácil subirlo y casi imposible reducirlo en términos nominales.

Además, hay que tener en cuenta que el BCE sube (y probablemente seguirá subiendolos tipos de interés para combatir la propia inflación, lo que a medio plazo daña el gasto público a través de un mayor pago por intereses (suben los rendimientos de los bonos soberanos). El BCE ya advirtió de que el almuerzo gratis para los gobiernos se estaba acabando.

Los primeros años provocan una ilusión monetaria, una mejora en el equilibrio fiscal de las finanzas públicas, puesto que la inflación también suele generar un aumento de las bases imponibles, pero "en los años siguientes, sin embargo, las presiones sobre el gasto se intensifican y compensan con creces los beneficios por el lado de los ingresos, provocando un deterioro de casi el 0,5% del PIB en el nivel de equilibrio presupuestario en 2024", sostiene el BCE.

Riesgo de recesión y finanzas públicas

Además, el BCE intenta advertir de los gobiernos de que ante la elevada inflación, la política monetaria seguirá siendo restrictiva, lo que a la fuerza reducirá la actividad económica (PIB real) y puede terminar generando un mayor gasto público (estabilizadores automáticos que se activan para contrarrestar la caída del PIB real) y, por tanto, un deterioro de la deuda pública. El BCE habla incluso de una recesión provocada por la subida de los tipos de interés. Una recesión generaría una mayor deuda pública, como ha venido ocurriendo en las últimas décadas.

"En el caso de un shock (inflacionario) de oferta externa con una reacción de política monetaria estándar de la regla de Taylor, las simulaciones muestran un impacto adverso en la relación deuda/PIB, principalmente a través del canal del PIB real que domina el impacto favorable de una mayor inflación", advierte el informe.

"En este escenario, el choque tiene un impacto negativo en la actividad económica. La caída del PIB se debe a dos factores principales: los efectos recesivos directos de un aumento de los precios de importación y la reacción de la política monetaria para contrarrestar la consiguiente mayor inflación", aseguran los autores del informe del BCE.

"Su impacto se ve exacerbado por la naturaleza inesperada del shock. Se estima que el efecto de un PIB más bajo es al menos dos veces mayor que el efecto positivo de reducción del coeficiente de deuda del deflactor del PIB más alto. El efecto acumulativo sobre el índice de endeudamiento sería significativo en el horizonte de diez años", concluyen los expertos del BCE.

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