E n los últimos tres años, la pandemia afectó a todas las economías, pero no por igual. Mientras el impacto de la COVID en la salud pública fue perdiendo peso a lo largo de 2022, la guerra en Ucrania y el boom en la demanda de bienes y servicios dispararon los precios de los alimentos y la energía, una situación exacerbada por el lento crecimiento de la economía china. El impacto fue particularmente doloroso para las economías latinoamericanas, africanas y asiáticas, en las que los alimentos y el combustible representan una mayor parte del gasto de los hogares con respecto a la mayoría de los países desarrollados. A medida que el fortalecimiento del dólar estadounidense intensificaba las presiones inflacionistas sobre los exportadores emergentes, los bancos centrales de todo el mundo respondían con tipos de interés más altos.