
E n los últimos tres años, la pandemia afectó a todas las economías, pero no por igual. Mientras el impacto de la COVID en la salud pública fue perdiendo peso a lo largo de 2022, la guerra en Ucrania y el boom en la demanda de bienes y servicios dispararon los precios de los alimentos y la energía, una situación exacerbada por el lento crecimiento de la economía china. El impacto fue particularmente doloroso para las economías latinoamericanas, africanas y asiáticas, en las que los alimentos y el combustible representan una mayor parte del gasto de los hogares con respecto a la mayoría de los países desarrollados. A medida que el fortalecimiento del dólar estadounidense intensificaba las presiones inflacionistas sobre los exportadores emergentes, los bancos centrales de todo el mundo respondían con tipos de interés más altos.
Si bien 2022 deparó una serie de sobresaltos económicos para las economías emergentes, los mercados, desde Brasil hasta la India, pasando por Corea del Sur y Taiwán, están ahora bien posicionados para crecer en 2023. La inflación sigue siendo elevada, pero es probable que haya tocado techo, mientras que las economías asiáticas se benefician de la reapertura de China. Mientras tanto, el dólar estadounidense se debilita y la inflación se ralentiza en un contexto de menor demanda en EE. UU. y Europa, y de descenso de los precios energéticos. Las perspectivas de los mercados emergentes parecen ahora más favorables que las de las economías desarrolladas. Dicho esto, pese a que las condiciones económicas aún no se han normalizado, lo peor de las crisis parece haber quedado atrás.
El mayor cambio de las perspectivas se produce en China. En 2022, China registró su crecimiento del PIB más lento en décadas (un 3%), sin contar el desplome económico a raíz de la pandemia. Muchos de los factores que mermaron el crecimiento, como las medidas contra las empresas tecnológicas, las perturbaciones del mercado inmobiliario, una estricta política de cero Covid y una población menos protegida frente al virus, están llegando a su fin. En la India, un presupuesto orientado al mercado debería dar un nuevo impulso económico, y la economía brasileña, bajo un nuevo gobierno, podría beneficiarse de recortes de los tipos de interés a partir del segundo trimestre de 2023.
Los mercados emergentes no sólo dependen de la reapertura de China. Las presiones de los altos precios de la energía se han atenuado. Pese a ello, al ser los mercados emergentes son una combinación de importadores y exportadores de energía netos, la caída de los precios del petróleo favorece a las dos mayores economías, China e India y perjudica a productores como Brasil.
La caída de los precios del petróleo favorece a las mayores economías del mundo
Los fundamentos económicos también están más sólidos en comparación con anteriores recesiones. Hay más deuda denominada en moneda local y los mercados financieros de estas economías se han profundizado. En combinación con menores déficits por cuenta corriente y mayores reservas de divisas, muchos mercados emergentes cuentan ahora con divisas nacionales más sólidas. China representa una gran parte del aumento de las reservas de divisas, unos 3 billones de USD, mientras que India y Brasil poseen juntos casi otro billón de USD.
Además, la reapertura y el impulso que esta le está dando a la economía China debería ser más duradero y sostenible que el que experimentaron la mayoría de los mercados desarrollados en 2021. Las restricciones chinas no fueron acompañadas de las ayudas sociales y medidas para la protección del empleo que amortiguaron el frenazo económico en los hogares occidentales. Con un menor ahorro familiar, el aumento de la demanda de los consumidores chinos puede ser más moderado que en Europa y Norteamérica.
El regreso del turismo también debería contribuir al crecimiento económico a más largo plazo. En 2023, el número de visitantes podria alcanzar los 110 millones. Mientras que es posible que la mayor parte de ese aumento no se materialice hasta la segunda mitad de 2023, este debería suponer un impulso para destinos como Hong Kong, o Tailandia y Japón.
En términos regionales, esperamos que el sur de Asia, incluida la India, disfrute del mejor potencial de crecimiento a largo plazo, mientras que el crecimiento en América Latina y Europa del Este es más incierto. Las perspectivas generales para los activos de los mercados emergentes han mejorado junto con las perspectivas económicas. Sin embargo, mientras mejoran, estamos ajustando nuestras inversiones poco a poco, a la espera de que se confirmen la mejoría de esta tendencia.
Seguimos siendo prudentes con los bonos en divisas fuertes de los mercados emergentes, donde no vemos que los diferenciales de crédito compensen plenamente los peligros de recesión económica. Aunque los diferenciales se ampliaron en 2022, ahora son más estrechos que en recesiones pasadas, y no podemos excluir el riesgo de que los bancos centrales mantengan una política monetaria demasiado restrictiva durante demasiado tiempo. En estas circunstancias, preferimos el crédito emergente a los bonos soberanos, ya que los primeros suelen ofrecer mejores fundamentos crediticios y vencimientos medios más cortos. En cuanto a los mercados locales, los tipos de interés nacionales han aumentado significativamente en los mercados emergentes en los últimos 12 meses. En estos momentos, algunos mercados como Brasil ofrecen oportunidades: el carry yield es atractivo, en términos absolutos y relativos, y tanto los tipos de interés nominales como los reales son elevados. Por último, esperamos que a finales de este año se inicie un ciclo de recortes de los tipos de interés.
Además de preferencia desde hace tiempo por las acciones chinas, en enero aumentamos nuestra apuesta por la renta variable emergente, donde consideramos que una recuperación sólida de los beneficios impulsará una rentabilidad atractiva en 2023. Aunque por el momento no están caros, no esperamos que un aumento de las valoraciones sea un motor significativo de la rentabilidad.
La industria asiática de semiconductores puede ser un indicador útil de la recuperación del crecimiento económico, ya que sus productos son fundamentales para muchos bienes. Las exportaciones de semiconductores siguen disminuyendo, pero esperamos que pronto se produzca un cambio de tendencia a medida que se desvanezcan las fuerzas recesivas y disminuyan las existencias.
La mejora de las perspectivas debería favorecer una recuperación de las divisas emergentes frente al dólar estadounidense. El crecimiento de China impulsará a sus proveedores en Asia y América Latina, y la bajada de los precios del gas natural resultará positiva para las divisas centroeuropeas. En general, tenemos preferencia por divisas como la rupia indonesia, el peso chileno y el forint húngaro, mientras que seguimos siendo más prudentes con el yuan chino, la rupia india y el rand sudafricano.