Codirector general de Electra en España
Opinión

Hace apenas una década, cuando pensábamos en las grandes ciudades chinas, nuestra mente generaba imágenes de autopistas colapsadas en atascos permanentes y cielos de un gris plomizo por los altos índices de contaminación. Hoy, mientras Europa sigue buscando soluciones para acelerar su transición energética, el gigante asiático se ha convertido en el líder de una revolución eléctrica que evoluciona su movilidad urbana, impulsa su industria y mejora la calidad del aire para cientos de millones de ciudadanos.

Con el aumento de las regulaciones sobre emisiones y la creciente conciencia medioambiental, la transición hacia una movilidad más verde y sostenible es una corriente inevitable. El interés por el coche eléctrico sigue creciendo en todo el mundo y España no es una excepción, aunque las cifras de uso no llegan todavía a los niveles de Europa (apenas un 1% del total de vehículos en circulación es 100% eléctrico). Los usuarios están por la labor y, según nos han contado en una encuesta que hemos realizado recientemente, más de la mitad estaría considerando comprar uno en un plazo máximo de cinco años. Sin embargo, todavía hay algunas trabas. Se reclaman ayudas gubernamentales e infraestructuras en abundancia y fiables (es decir, cargadores accesibles y operativos). ¿Estamos preparados para abordarlo? La respuesta es sí.

Ahora que el crecimiento del número de vehículos eléctricos se está disparando, los sectores auxiliares deben ponerse las pilas, y las administraciones y empresas apostar por ofrecer a los conductores una infraestructura de carga eficiente, accesible, segura y rápida (preferiblemente, ultrarrápida).

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