
Con el aumento de las regulaciones sobre emisiones y la creciente conciencia medioambiental, la transición hacia una movilidad más verde y sostenible es una corriente inevitable. El interés por el coche eléctrico sigue creciendo en todo el mundo y España no es una excepción, aunque las cifras de uso no llegan todavía a los niveles de Europa (apenas un 1% del total de vehículos en circulación es 100% eléctrico). Los usuarios están por la labor y, según nos han contado en una encuesta que hemos realizado recientemente, más de la mitad estaría considerando comprar uno en un plazo máximo de cinco años. Sin embargo, todavía hay algunas trabas. Se reclaman ayudas gubernamentales e infraestructuras en abundancia y fiables (es decir, cargadores accesibles y operativos). ¿Estamos preparados para abordarlo? La respuesta es sí.
Celebramos el Día Mundial del Coche Eléctrico como un triunfo. La introducción de las energías renovables en las sociedades llevadas a la práctica, a la logística, a la movilidad doméstica. Un punto de inflexión en el camino hacia unas ciudades más sostenibles y eficientes. Es cierto que los vehículos eléctricos llevan ya tiempo entre nosotros, pero la percepción del consumidor sobre ellos ha cambiado notablemente en los últimos años. Hoy, los ciudadanos están cada vez más concienciados sobre la necesidad de reducir las emisiones de carbono y contribuir a un modelo de transporte más sostenible.
Porque hay beneficios. Y muchos. Empezando por el ahorro a largo plazo y siguiendo por una mayor limpieza y sostenibilidad o la independencia de combustibles fósiles. Sin embargo, para que este interés se traduzca verdaderamente en una adopción masiva, las marcas y los gobiernos deben adaptarse y afrontar las preocupaciones de los conductores. A saber: el precio, la autonomía y las infraestructuras.
Más baratos o, al menos, mejor subvencionados
Entre los principales retos que frenan el crecimiento, el precio del vehículo nuevo sigue siendo el principal. A este respecto, las marcas deben continuar buscando formas de reducir los costes de producción para hacer que los coches eléctricos sean más accesibles al gran público. Una tarea difícil, por los gastos de innovación y desarrollo que conlleva, pero que está tendiendo a estabilizarse y a 'rodar' con la implantación de facto en otros lugares como los países nórdicos europeos. Los gobiernos, por su parte, son una pieza clave para incentivar el cambio, por un lado desde la perspectiva de la regulación (penalizando los sistemas de movilidad más antiguos y contaminantes) y, por otro, desde las ayudas o las ventajas fiscales, que pueden ser una herramienta fundamental para reducir la brecha de precios entre los vehículos eléctricos y los coches de combustión interna.
En cuanto a la autonomía, los fabricantes deben seguir invirtiendo en la mejora de las baterías y la eficiencia de los vehículos, pero también hay que tener en cuenta que no se puede pedir a los vehículos eléctricos lo que le pedíamos al vehículo térmico (petróleo y electricidad no se almacenan igual). Y, en cualquier caso, lo cierto es que la cifra de kilómetros diarios recorridos se ha reducido bastante en los últimos años, estando actualmente en torno a los 50km por día, algo perfectamente asequible para cualquier batería.
Recarga "ultrarrápida"
Los dispositivos alimentados con energía eléctrica se nos han multiplicado alrededor, y el coche es solo el último en incorporarse al pack. Si hoy día ya apenas nos atrevemos a salir sin el cargador del móvil en el bolsillo y buscamos con la vista un enchufe o un puerto USB en restaurantes, oficinas o incluso en el metro, con el coche eléctrico estamos destinados a una situación similar. Más pronto que tarde -los que ya conducen coches eléctricos sabrán de lo que hablo- todos nos veremos obligados a buscar también esa recarga fácil en cualquier esquinao en cualquier lugar al que vayamos habitualmente: el supermercado, el colegio de los niños, el gimnasio, los centros de ocio…
Por todo ello, el otro quid de la cuestión junto al económico, y uno de los principales factores que impulsarán la adopción masiva del coche eléctrico, es la expansión de la red de puntos de recarga de libre y fácil acceso. Algo que a día de hoy, en España, sigue siendo insuficiente. Y lo es especialmente en zonas rurales y en trayectos interurbanos, lo que genera incertidumbre entre los conductores que, a menudo, temen quedarse sin batería antes de llegar a su destino.
Pero el problema no es solo la cantidad de estaciones disponibles, sino también la fiabilidad y velocidad de recarga. Lo que indican ahora las cifras es que hasta un tercio de todos los puntos de recarga actuales en sitios públicos no están operativos, ya sea porque no se ha completado su puesta en marcha, por averías o por otros problemas. Y entre los que sí funcionan, no todos ofrecen potencia de recarga que permita una verdadera conveniencia para el ciudadano ocupadísimo de hoy día. Nadie quiere dedicar horas (sí, horas) al proceso. De hecho, la prioridad para muchos consumidores según la encuesta de Electra es contar con puntos de recarga ultrarrápidos, que les permitan continuar su viaje en 30 minutos o menos. Resolver este tema será crucial para mejorar la confianza en la viabilidad de los vehículos eléctricos a largo plazo.
Está claro que el auge del coche eléctrico parece inevitable y que, antes de que nos demos cuenta, la mayoría de nosotros tendrá uno, porque esa es la tendencia de economía y sostenibilidad que, además, nos debemos como humanidad. Desde la tribuna del Día Mundial animamos a un compromiso conjunto entre gobiernos, empresas y consumidores, la movilidad eléctrica tiene el potencial de transformar el sector del transporte en los próximos años.