Secretario general del PSOE de Cantabria. Portavoz de Economía en el Congreso

Hay datos que son indiscutibles, que indican el momento que vivimos, la situación y contexto que nos envuelve y que no pueden rebatirse desde posiciones objetivas y, por tanto, que demuestran que quienes cuestionan los datos están cuestionando la forma en la que la ciencia económica mide la realidad. Uno de ellos es, sin duda, que España crece y lo hace con mayor fortaleza y dinamismo que el resto de países de nuestro entorno, habiendo logrado recuperarse de la paralización de la actividad económica en 2020, con un mayor impulso que las otras tres grandes economías de la zona euro como Alemania, Francia e Italia.

Hay gestos que son más que una declaración de intenciones, que dicen todo del momento que vivimos, y de la importancia de no quedarse al margen de lo que ocurre a nuestro alrededor. Uno de ellos es, sin duda, la decisión de 30 grandes empresas alemanas de pedir frenar a la ultraderecha en las elecciones europeas del próximo 9 de junio.

Una de las claves para avanzar en un desarrollo económico sostenible y una buena gobernanza global en los próximos años, vendrá de un desarrollo ético y transparente de la Inteligencia Artificial (IA). Es evidente que una de las grandes transformaciones de los próximos años tendrá su origen en el impacto de la Inteligencia Artificial, que ha irrumpido con fuerza en todos los sectores económicos y sociales y, como se dice comúnmente, ha venido para quedarse.

La economía española lidera el crecimiento de la zona euro por cuarto año consecutivo tras la pandemia. La nueva previsión al alza, publicada por la OCDE, señala el crecimiento del PIB en el entorno del 1,8 por ciento en 2024 y del 2 por ciento para 2025, muy por encima de la media de los países que comparten el euro como moneda común, y de las otras tres grandes economías como son Alemania, Francia e Italia.

Las elecciones europeas del próximo 9 de junio se producen en un contexto crucial para el futuro, no solo de los veintisiete estados miembros de la Unión Europea, sino también para el conjunto del continente europeo.

Uno de los mejores indicadores de la salud económica de un país es, sin lugar a dudas, la creación de empleo y la situación del mercado de trabajo. España ha superado, por primera vez en la historia, la cifra récord de 21 millones de afiliados a la Seguridad Social en términos desestacionalizados. Una muestra de la capacidad como país de alcanzar ese objetivo marcado al inicio de la legislatura, de alcanzar el pleno empleo con una tasa de paro estructural del entorno del 8 por ciento.

El año 2023 ha sido un año que hemos cerrado con un crecimiento del Producto Interior Bruto del 2,5 por ciento, y por tanto, creciendo cinco veces más que la media de la zona euro, y liderando el crecimiento entre las grandes economías.

El autor es secretario de Política Económica y Transformación Digital del PSOE. Portavoz de Economía del Grupo Parlamentario Socialista. Los tiempos que vivimos, en ocasiones tan efímeros, en ocasiones tan intensos y convulsos, no permiten hacer el análisis sosegado que merece la realidad que nos rodea y que marcará, sin duda, no solo el presente sino también el futuro que vendrá.

El autor es secretario de Política Económica y Transformación Digital del PSOE. Portavoz de Economía del Grupo Parlamentario Socialista. El año 2024 ha comenzado con el acuerdo inicial sobre un nuevo Pacto de Estabilidad y Crecimiento, unas nuevas reglas fiscales, acordadas por los gobiernos de los veintisiete Estados miembros de la Unión Europea (UE) bajo la Presidencia española en el segundo semestre de 2023. Y también con un acuerdo entre el Parlamento y el Consejo de la UE que permitirá que los primeros planes de gastos, reformas e inversiones de los países estén listos en septiembre.

El autor es secretario de Política Económica y Transformación Digital del PSOE. Portavoz de Economía del Grupo Parlamentario Socialista. España afronta el año 2024 con algunas certezas que despejan el camino, en un contexto de incertidumbre global que está afectando a la economía mundial y que ha condicionado la política económica de todos los países de nuestro entorno. Tras la irrupción de una escalada de precios en los bienes de consumo y de recursos energéticos, provocada por la guerra en Ucrania, tras la invasión rusa y agudizada por el conflicto actual en Oriente Próximo.