Opinión

La prosperidad, en juego en Europa

  • Es clave que Bruselas mantenga el espíritu reformista para transformar la economía
  • La emisión de deuda conjunta ha fortalecido el proyecto de integración europeo

Hay gestos que son más que una declaración de intenciones, que dicen todo del momento que vivimos, y de la importancia de no quedarse al margen de lo que ocurre a nuestro alrededor. Uno de ellos es, sin duda, la decisión de 30 grandes empresas alemanas de pedir frenar a la ultraderecha en las elecciones europeas del próximo 9 de junio.

Importantes empresas como Siemens, Bayer, BMW, Mercedes, Volkswagen, Allianz, Eon o Deutsche Bank han decidido renunciar a la neutralidad política para advertir de los peligros que conlleva el auge de la extrema derecha para la prosperidad económica de Europa. Una decisión aplaudida por todos los demócratas del continente pero, que más allá de su trascendencia, nos sitúa en el momento tan delicado que atraviesa la Unión Europea con la posición ascendente de partidos ultraderechistas. Posiciones que van en contra de los valores europeos, que cuestionan los principios de solidaridad e igualdad, que han sido el núcleo central de la construcción europea, y que mantienen visiones frontales contra la transición ecológica o la transformación digital de nuestra industria, claves para el desarrollo sostenible y el progreso seguro en términos económicos, sociales y de empleo.

Un ejemplo de la importancia de esa Europa que mira al futuro son las ayudas a 19 proyectos empresariales para la descarbonización de su actividad industrial por valor de 96 millones de euros, y que van a movilizar más de 300 millones de inversión, concedidas por el ministerio de Industria y Turismo. Una inversión gracias al Perte de la descarbonización y que va a permitir a grandes industrias electrointensivas acceder a la transformación de su actividad garantizando su viabilidad.

Éste es solo un ejemplo de lo importante que es que a partir del 9 de junio las instituciones comunitarias sigan manteniendo ese espíritu reformista y transformador de nuestra economía, el camino para garantizar no solo prosperidad o progreso sino también mayores cotas de bienestar y cohesión social en Europa.

La respuesta justa y solidaria que se dio en la Unión Europea tras la irrupción de la pandemia de Covid-19 o ante la escasez de bienes y servicios estratégicos tras el inicio de la guerra de Ucrania, con el liderazgo y determinación de gobiernos como el de España para lograrlo, fue muy distinta a la respuesta a la crisis financiera, marcada por las recetas basadas en recortes y austeridad, que una mayoría conservadora impuso hace más de diez años en Bruselas y que generó una mayor brecha de desigualdad entre países y entre la ciudadanía europea.

Los fondos Next Generation EU, el programa SURE o la emisión de deuda mancomunada han sido algunos de los mayores éxitos de la política económica europea y un punto de inflexión para fortalecer el proyecto de integración europeo.

Para continuar con esa senda, en los próximos años es necesario contar con un presupuesto de la UE que gane peso y capacidad para reducir el déficit estructural de inversión y continuar desplegando inversiones para afrontar algunos de los retos más importantes como lo es la doble transición verde y digital, el reforzamiento de las capacidades de seguridad y el desarrollo del Pilar Europeo de Derechos Sociales.

En este contexto, es esencial continuar con la emisión de deuda mancomunada más allá del 2026 como elemento clave de la solidaridad y la cohesión territorial europea al servicio de la construcción de una economía más fuerte, estable y competitiva ante los cambios y la inestabilidad geopolítica a nuestro entorno, estimulando el desarrollo de sectores estratégicos para promover la autonomía industrial europea.

Será necesario aumentar la seguridad económica garantizando el suministro de energía, materias primas, tecnologías, medicamentos y alimentos mediante el impulso de la economía circular, la inversión y el comercio internacional, con el objetivo también de aumentar el empleo de alta calidad y crear oportunidades de negocio en la UE.

Así como mejorar las capacidades de la UE en materia de ciberseguridad, tecnología y necesidades estratégicas, lo que requiere una inversión europea en infraestructuras críticas. Otra cuestión fundamental, es seguir aumentando las patentes e innovaciones que se lanzan al mercado y generan valor añadido para las empresas, las pymes y las startups.

Es preciso, también, culminar la unión bancaria mediante un seguro europeo de depósitos bancarios que homogenice la seguridad de todos los depósitos en el conjunto de la UE, mejorar las condiciones laborales y salariales de los trabajadores por igual a nivel europeo y armonizar las políticas fiscales y tributarias para todos los países, reduciendo las disparidades.

En definitiva, está en juego seguir avanzando en una Europa más próspera, justa y solidaria, que genere oportunidades y mayor bienestar frente a las amenazas de quienes no comparten el proyecto ni los valores europeos.

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