Responsable de ASG en Ibercaja Gestión

Con toda la problemática inherente a la evolución de la regulación de las inversiones sostenibles en Europa, no debemos olvidar el foco, que es la financiación de la transición climática. El artículo 2.17 SFDR no está ayudando a destinar financiación a proyectos sostenibles, y tampoco está funcionando la Taxonomía europea. De media, la alineación taxonómica de ingresos es del 10%, si bien ligeramente superior en inversiones, del 14%, lo que, al menos, es una señal que apunta en la dirección correcta. Visite el portal especializado elEconomista ESG.

Desde nuestra propia experiencia no consideramos que hayamos identificado casos de greenwashing o “lavado verde” en nuestros diálogos con las empresas en cartera. Si bien es cierto que nos hemos encontramos algunas dificultades para entender y comparar los objetivos de descarbonización y también para disponer, analizar y comparar datos sobre agua, residuos, biodiversidad. Al menos las grandes cotizadas llevan tiempo trabajando la matriz de materialidad financiera y de impacto, pidiendo a su vez feedback a los inversores. Los equipos de reporte en sostenibilidad están creciendo y tienen claro que el objetivo no es solo reportar sino identificar áreas de mejora para dar valor a la empresa. Visite el portal especializado elEconomista ESG.

El agua es esencial para el progreso de la sociedad, con implicaciones en la salud, desigualdad social y geopolítica. A pesar de que el 71% de la superficie de la tierra está cubierta de agua, menos del 1% es segura para ser bebida, ya que el 96,5% está en el océano. La demanda de agua ha subido un 40% en los últimos 40 años y se estima que crezca un 25% hasta 2050, pero la oferta se ha reducido a la mitad desde 1970, según el Banco Mundial. Una confluencia de megatendencias está acrecentando el problema, crecimiento de la población, urbanización, clima e industrialización. La demanda crece por el lado de industria, consumo y agricultura, mientras que la oferta se reduce por la contaminación y el cambio climático. Esta paradoja, abundancia y escasez, cuenta con tremenda repercusión y se plasma en el análisis de riesgos y oportunidades, en el seno de las compañías y, por ende, en las carteras de inversión. Visite el portal especializado elEconomista ESG.

Las finanzas sostenibles continúan su desarrollo imparable. El Parlamento europeo publicó recientemente el estándar voluntario de bono verde. Es la primera etiqueta de bono verde respaldada por gobiernos, con mayores requisitos de transparencia y alineación con la taxonomía verde. Asimismo, la industria financiera sigue su curso y amplia la oferta de ETFs que replican índices alineados con la senda de reducción de emisiones adoptada en los Acuerdos de París, toda vez que la Comisión Europea dio su visto bueno a la categorización como artículo 9 (fondo verde oscuro) de los denominados Paris Alligned Benchmarks (PAB). Sin embargo, la realidad en la cotización de la inversión sostenible medioambiental es otra. No hay más que ver el precio de los fondos que dedican toda o buena parte de su cartera a la inversión en valores directamente ligados a la descarbonización, especialmente desde principios de agosto. La fuerte escalada de los tipos de interés (la deuda americana paga un 4,80%, en máximos de los últimos 16 años) y, por tanto, de los costes de financiación, junto a determinadas medidas de estímulo por parte de los gobiernos, incremento de costes y acumulación de inventarios se retratan como culpables del desinterés de los inversores en este tipo de valores. A lo que cabe añadir que nos encontramos en período de realización de pérdidas al finalizar el año fiscal. Visite el portal especializado elEconomista ESG.

Cerramos el primer semestre del año con más novedades desde el ángulo ASG, siendo la más reciente la publicación, a nivel entidad, de las principales incidencias adversas sobre los factores de sostenibilidad por parte de los participantes en los mercados financieros. Se trata de la primera vez que se reporta sobre los impactos que las inversiones de una cartera agregada provocan de puertas hacia fuera, sobre la gente y el planeta. Visite elEconomista Inversión sostenible y ESG.

Sin duda, la biodiversidad quiere y merece el mismo protagonismo que el cambio climático y 2023 va a ser el año en que su análisis y consideración gane arraigo. 

Tras las clarificaciones de las Autoridades de Supervisión Europeas (ESAS) emitidas a principios de junio, los participantes de los mercados financieros ganamos claridad en lo relativo a indicadores de sostenibilidad, desglose de información y al principio de no causar daño significativo (DNSH). Visite elEconomista Inversión sostenible y ESG, el portal verde de elEconomista.

Permítanme el atrevimiento en la elección del título, pero para los artesanos de productos de inversión que incorporan la sostenibilidad a su estrategia de negocio, dominar los desarrollos regulatorios en el ámbito ASG y sus correspondientes ramificaciones no ha sido coser y cantar. Casi un año después de la entrada en vigor del Reglamento de Divulgación (SFDR, por sus siglas en inglés), muchos son los avances en la industria de gestión de activos, sin embargo, quedan puntos por resolver y camino por andar, lo que es indicativo de una materia viva y en desarrollo. Lea otras tribunas sobre sostenibilidad en elEconomista Inversión sostenible y ESG. 

Conforme avanza la regulación y la práctica en materia de sostenibilidad, ésta va sedimentándose. Uno de los aspectos que se ha abierto camino es el de la doble materialidad, aquélla que no sólo presta atención a cómo la gestión de los riesgos y oportunidades ASG (ambiental, social y gobernanza) por parte de las compañías afecta a sus resultados financieros, sino también a los impactos o externalidades, negativos, pero también positivos, que la empresa provoca de puertas hacia fuera, es decir, en la sociedad y medioambiente. Consulte más artículos sobre sostenibilidad en elEconomista Inversión sostenible y ESG.