Profesor de la Fundación de Estudios Financieros
Miguel A. Bernal Alonso

Hemos comenzado el año 2016 y nuevamente China, como ya ocurrió en agosto del recién finalizado 2015, vuelve a acaparar los titulares de la prensa económica y generalista, si es que en algún momento desde entonces los ha abandonado. Hoy, como en el verano reciente, la devaluación del yuan y las fuertes caídas bursátiles son noticias de primera página. Detrás de los titulares subyace una preocupación: conocer cuál es la salud de la economía del dragón asiático, la segunda mundial, no lo olvidemos para darnos cuenta de su importancia y vislumbrar los movimientos que Pekín va o quiere instrumentalizar. Muchas parecen ser las dudas e incertidumbres que genera el país asiático sobre su situación, todo ello además circunscrito a un cambio en el modelo económico, un cambio que ya genera efectos más allá de sus fronteras y que generará aún más.

Miguel Ángel Bernal Alonso

Durante este 2015 que finaliza, si bien previamente ya había una tendencia no tan marcada como en este año, China ha ido acaparando el foco de todas las miradas y desde luego no para alabarla, sino más bien para personificar en ella todos los demonios de los problemas económicos que asolan el mundo. Sobre el gigante asiático y su cambio en el modelo económico han recaído muchos de los titulares de este año. La prensa inglesa, con 'The Economist' a la cabeza, ha venido demonizando o inculpando al país asiático de todos los problemas que afectan al mundo.

Opinión | Miguel A. Bernal Alonso

Si no hubiera sido por la Reserva Federal (Fed) y el aumento de un cuarto de punto de los tipos de interés americanos, el protagonismo de la semana estaría reservado a la caída del precio del petróleo.

Miguel Ángel Bernal Alonso

La semana pasada se inició, oficialmente, la campaña para las elecciones generales del próximo día 20. Digo oficialmente pues los cuatro principales partidos llevan ya tiempo de campaña. Faltaba por conocerse el programa del partido que todas las encuestas encumbran como el más votado, el PP, aun cuando en cuatro años se deja una amplia mayoría absoluta y todo parece indicar que deberá llegar a una entente con alguno de los rivales, donde el partido de Rivera parece estar situado en el mejor puesto. Como recientemente comenté el resto de programas, en esta ocasión me centraré en el de los populares. El título es: Consolidar la economía para crear empleo y bienestar. Es apropiado, pues España es de los países que más ha sufrido en esta crisis, la cual ha devastado y empobrecido a la clase media. Un mercado laboral disfuncional, ocasionado por la dicotomía entre el tipo de contratación: temporal o indefinido; así como una estructura económica que ocasiona temporalidad, peso escaso de la actividad industrial frente a hostelería o construcción, son a mi juicio los principales factores que llevan a temporalidad o precariedad. Pues bien medidas para atajar y doblegar esta situación no se encuentran. No hay ni una sola mención a la reducción drástica de la multitud de contratos laborales; mucho menos a la creación de un contrato único que evite la dicotomía. Además el PP parece abandonar la promesa que hizo de cambiar la estructura productiva del país potenciando el sector industrial. Para ello sería necesario una apuesta por la educación de alta calidad centrada en una formación profesional muy cualificada; por supuesto de esquema dual, con la participación de las empresas mediante contratos de aprendizaje. Ahí el programa popular hace aguas o, mejor, no dice nada; sin embargo esta transformación es totalmente necesaria si queremos tener un mercado laboral más estable y no atacado de una enorme temporalidad, además de que los salarios sean mucho más altos que los actuales.

marcarán el devenir de 2016

Estamos ya casi a un mes para finalizar el año 2015, como casi siempre toca hacer pronósticos para el próximo 2016; sin embargo este año es especial. Lo es porque a la hora de construir escenarios, la atención se centra en los bancos centrales, concretamente en los tres principales del mundo: la Reserva Federal, el Banco Central Europeo y el Banco Popular chino.

Miguel A. Bernal Alonso

Estamos ya casi a un mes para finalizar el año 2015, como casi siempre toca hacer pronósticos para el próximo 2016; sin embargo este año es especial. Lo es porque a la hora de construir escenarios, la atención se centra en los bancos centrales, concretamente en los tres principales del mundo: la Reserva Federal, el Banco Central Europeo y el Banco Popular chino. Las decisiones a tomar por los tres marcarán el devenir de 2016 y me atrevería a decir de los próximos años. Quizá alguien piense que es un atrevimiento por mi parte incluir al banco central de China. En mi opinión creo que todos aquellos que no le presten atención se olvidan de un peso pesado en las decisiones mundiales. China ya no está llamada a ser el futuro económico: China es hoy ya presente de la economía a escala mundial. Lo más fascinante es que los tres tienen tareas diferentes y la entente entre todos debería ser estratégica.

Opinión | Miguel A. Bernal Alonso

La semana pasada Francia era nuevamente golpeada por el terrorismo yihadista. Durante esta semana la campaña policial contra las redes terroristas implicadas ha copado la atención de todos los medios de comunicación. Se han lanzado desde entonces multitud de amenazas por parte de los asesinos. La opinión pública europea, especialmente después de los tristemente famosos atentados en España del 11-M, reforzado posteriormente con los atentados de Londres y ahora con el referido suceso de París, es muy sensible a esta cuestión, aun cuando intenta recuperar la rutina.

semana tragica en Europa

L a semana pasada Francia era nuevamente golpeada por el terrorismo yihadista. Durante esta semana la campaña policial contra las redes terroristas implicadas ha copado la atención de todos los medios de comunicación. Se han lanzado desde entonces multitud de amenazas por parte de los asesinos. La opinión pública europea, especialmente después de los tristemente famosos atentados en España del 11-M, reforzado posteriormente con los atentados de Londres y ahora con el referido suceso de París, es muy sensible a esta cuestión, aun cuando intenta recuperar la rutina.

Opinión | Miguel A. Bernal

La zona euro sigue mostrando su incapacidad para crecer; continuamos varados en una atonía económica desesperante. Si en el segundo trimestre del presente ejercicio el área crecía a un 0,4 por ciento, tasa trimestral, en el tercer trimestre el avance se ha reducido hasta el 0,3 por ciento, una décima menos y cada vez estamos más cerca de que la actividad se estanque totalmente. El análisis es todavía más preocupante si tenemos en cuenta la fotografía de cada país, ya que en diez Estados de los quince que han presentado estadísticas el crecimiento mengua. Más datos que avalan el freno del PIB: Finlandia, Grecia y Estonia registran retrocesos en los datos de su producción. Aquí, en el nuestro, también ocurre, presentamos una menor actividad comparando trimestres. Esa desesperante atonía económica provoca que las tasas de paro, a pesar de haber abandonado la recesión, no muestren signos de rebajas sustanciosas. En mi opinión, se debe a la desconexión entre lo que los organismos y Gobiernos nos dicen: la crisis ha terminado; y lo que piensa la opinión pública: la crisis sigue estando presente. Eso que los economistas queremos decir cuando decimos que la mejora macroeconómica no se nota en la calle.

Miguel A. Bernal Alonso

Hace tiempo que asistimos a un incesante conjunto de noticias sobre demandas judiciales de personas y familias generadas por la comercialización de productos de inversión o financiación complejos, lo que en muchos sitios se denominan activos tóxicos. Entre los productos comercializados para que los ciudadanos puedan rentabilizar su dinero, activos, nos encontramos con: acciones o participaciones preferentes, deuda subordinada, convertibles obligatoriamente convertibles, contratos financieros atípicos... Pero, además de estos activos, se comercializaron o se incluyeron como cláusulas en las pólizas de crédito, pasivos, productos complejos. En este último grupo nos encontramos con swaps o permutas de tipos de interés, cláusulas suelo o floor de tipos de interés, hipotecas multidivisas... Los productos aquí enumerados son algunos ejemplos, pero hay más. En casi todos los casos y para técnicos o expertos financieros no revisten una gran complejidad, pero para la mayoría de los mortales, además de ser desconocidos, sí que la presentan. Una gran parte de los afectados por estos productos ha constituido plataformas para llevar a cabo actuaciones judiciales. Bufetes de abogados se ofrecen y se publicitan en los medios de comunicación para interponer querellas ante los tribunales. Como comentaba al principio, las demandas interpuestas ante los tribunales se han disparado. La mayor parte de ellas terminan con éxito para las familias afectadas; prácticamente nos encontramos con más del 90 % de sentencias satisfactorias para los clientes. Las entidades que comercializaron estos productos han tenido que proceder a la devolución del dinero, con el consiguiente impacto económico en sus cuentas de resultados, y a la pérdida de credibilidad, el denominado riesgo reputacional. Si me permiten, me centraré en las cláusulas suelo que aparecían en algunas hipotecas, todas ellas a tipos variable. La cláusula suelo es técnicamente la venta de una opción, concretamente se le denomina venta de un floor. Al incluir esta cláusula el hipotecado a tipo variable, en caso de caída de tipos de interés, se beneficia sÓlo hasta un determinado nivel, concretamente aquel señalado en la cláusula. A partir de ese tipo, si el índice de referencia para determinar el tipo de interés cae, el hipotecado no verá reducido lo que paga en la cuota por intereses. Cabe señalar que, como se trata de la venta de una opción, el hipotecado debería recibir una remuneración; lo mejor, a mi juicio, sería instrumentarlo a través de una rebaja de diferencial que debe asumir frente al tipo de interés de referencia. En algunos casos, se combinaba con una cláusula techo o compra de un cap, que compensaba la prima a recibir por la parte de la cláusula suelo.