
Si no hubiera sido por la Reserva Federal (Fed) y el aumento de un cuarto de punto de los tipos de interés americanos, el protagonismo de la semana estaría reservado a la caída del precio del petróleo.
Desde luego si alguien piensa que el desplome del precio del barril no tiene consecuencias tan importantes, al menos como la decisión de la Fed, se equivoca; es más, puede incluso que sea mucho más importante. El mundo lleva más de un siglo basándose en el petróleo como la fuente de energía universal; la variación de su precio trae enormes consecuencias desde el punto de vista de estructura económica y puede suponer un cambio considerable. Pero es que además todo parece indicar que, en un futuro no muy lejano, el petróleo dejará de ser la principal fuente de energía cediendo su protagonismo a otro tipo de energías mucho más limpias, las denominadas alternativas.
Desde luego parecía imposible, hace muy pocos años, ver el descenso tan rápido que el precio del barril está teniendo. En la actualidad se está dando un cambio tanto en la oferta como en la demanda del mercado del petróleo, lo que denominaríamos como dos shock bajistas en precios tanto por parte de la oferta como de la demanda y que explican la caída del, otrora, oro negro.
Las variaciones en la oferta son de sobra conocidas y achacables al fracking o fractura hidráulica. Hasta la llegada de este importante avance tecnológico las reservas de petróleo eran cada vez menores Y muchos echaban cuentas de hasta cuándo el mundo contaría con esta materia prima. En la actualidad, por el contrario, parece que con la posibilidad de extraer petróleo de forma no convencional tenemos crudo suficiente para mucho tiempo. Lógicamente si el mundo cuenta con mayores reservas extraíbles el descenso en el precio es de toda lógica económica: el shock de oferta comentado anteriormente.
Pero es que, además, se está produciendo también un cambio en la demanda. La creciente preocupación por la contaminación, así como la utilización de energías alternativas a las fósiles, tanto en automoción como en otras actividades, presiona de manera notable a la baja del precio: el aludido shock de demanda. A mi juicio ésta, y no el menor crecimiento chino, al que algunos aluden, es la consideración más importante y de efectos duraderos en el tiempo. Cambios que, como decía, conllevarán una nueva estructura energética, con países y empresas perdedoras; algunas de estas empresas incluso desaparecerán, dando lugar a otras que acapararán el protagonismo perdido.
Si estamos de acuerdo precisamente en este último punto, el del cambio de la fuente de energía, se puede decir que la caída del precio del petróleo se consolidará en el tiempo. El petróleo pasará a ser un bien secundario en las prioridades de los consumidores a nivel mundial. No es de extrañar por tanto que los países árabes, aquellos con mayor capacidad de extracción, y a menores precios, no quieran una disminución de la producción. Estos países, conscientes de que su fuente de riqueza se agota, estarían extrayendo todo el petróleo que puedan antes de que su demanda sea residual o al menos mucho menor que en la actualidad.
En todo caso la caída del precio del petróleo supone un espaldarazo para Europa y, cómo no, para un país como el nuestro, tan falto de hidrocarburos. El año pasado la caída del precio del barril supuso una menor factura de 15.000 millones para nuestro país, una cantidad que hace que España comience a rozar el equilibrio entre exportaciones e importaciones, las cuales son deficitarias por culpa de nuestras necesidades de petróleo y gas. Es más, el precio tan bajo del petróleo puede añadir más crecimiento: recordemos que el precio del barril con los que se han hecho los presupuestos es de 62,5 dólares, cuando en la actualidad se cotiza casi a la mitad y desde luego no parece que durante el año 2016 el crudo suba, algo que incluso parece descartable, más allá de los cincuenta dólares. Para las familias el abaratamiento de la factura de gasolina y diésel le puede permitir, además, liberar dinero para otros gastos, ahorros o disminución de deudas. En el mundo empresarial también se notan los cambios: miremos el comportamiento bursátil de Repsol frente a Gamesa.
Pero este cambio también tendrá perdedores, como son los países productores. El más claro ejemplo es Venezuela, bien es cierto que más que al descenso del precio del petróleo, su problema es política y concretamente la utilización que del petróleo están haciendo Maduro y previamente lo hizo Chávez. Tendrá problemas, cómo no, Rusia que es ultra dependiente de sus exportaciones de gas y petróleo, donde casi un tercio de sus ventas al exterior son energéticas y donde estos dos productos surten al presupuesto federal con más del 85 por ciento de sus ingresos.
Como titulo esta tribuna, el oro negro comienza a dejar de ser oro; el mundo puede verse sometido a una transformación radical en el aspecto energético, algo que agradeceremos toda la población mundial por los problemas de contaminación, pero que los españoles todavía podemos agradecer aún más. Es la revolución verde o de las energías alternativas. Una vez más la tecnología avanza solucionando problemas; pero además es la revolución de los países que han sido dependientes del petróleo y su precio a otras energías, por ejemplo la solar o del viento. Aquí en España con ambas podríamos no ser solo autosuficientes sino exportadores.