Director del área Corporativo Financiero en LLYC España

Han transcurrido pocos días desde que la Comisión Nacional del Mercado de Valores amonestó a las empresas cotizadas por aderezar sus comunicaciones de resultados con demasiados criterios no contables. Estamos probablemente ante la admonición de la década. Desde luego, entre directores financieros y responsables de relación con inversores el revuelo ha sido mayúsculo. En estos días, en el palacio de la Bolsa se ha hablado más de taxonomías y de métricas que en las obras completas de los dos Carlos, Linneo y Darwin.

La crisis de la covid19 ha puesto en jaque la economía, la política e incluso nuestra forma de vida. Líderes y expertos de toda índole no terminan de ponerse de acuerdo sobre cómo será el ritmo de recuperación, y, por el momento, en lo único que todos ellos parecen coincidir es en el brutal impacto que está situación ya está teniendo en la actividad empresarial.

Sequía. Esta es la palabra que mejor define 2019 en términos de salidas a bolsa. Así, el salto del MAB al mercado continuo de Grenergy Renovables es la única excepción que ha permitido no dejar el marcador a cero. De hecho, para encontrar una situación de parálisis similar tenemos que echar la vista atrás algo más de siete años.

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