
Sequía. Esta es la palabra que mejor define 2019 en términos de salidas a bolsa. Así, el salto del MAB al mercado continuo de Grenergy Renovables es la única excepción que ha permitido no dejar el marcador a cero. De hecho, para encontrar una situación de parálisis similar tenemos que echar la vista atrás algo más de siete años.
Ante este panorama, la propia CNMV ha decidido tomar cartas en el asunto y promover medidas que faciliten los estrenos bursátiles, dada su relevancia para reequilibrar el mix de financiación de la economía. Entre estas destacan el establecimiento de requisitos más laxos o la búsqueda de mecanismos de entradas más sencillos, como los listings.
Sin embargo, 2020 sigue sin terminar de despegar. La rumorología sobre candidatos a debutar está abierta pero solo con la confirmación de Línea Directa. Ante este escenario, es importante que aquellas empresas que se planteen la idea de convertirse en cotizadas tengan en cuenta los aprendizajes que nos ha dejado 2019.
El uso del MAB como paso previo es una estrategia adecuada para acercarse al Ibex
El primero es el uso del MAB como paso previo. Masmóvil ha abierto camino y algunas firmas quieren replicar su exitoso trayecto del mercado alternativo al Ibex 35. Este es el caso de la citada Grenergy Renovables con su reciente salto al continuo y, parece, que lo será pronto de Holaluz, que apenas lleva tres meses como miembro del MAB. Una transición que debe tomarse como plataforma de aprendizaje para poder afrontar con garantías el paso a un mercado más exigente en términos de transparencia.
Otra tendencia a tener en cuenta es el auge de los listings. Un mecanismo, que la propia CNMV ha defendido para facilitar el acceso al mercado de capitales, y que permite comenzar a cotizar sin que ninguna acción cambie de dueño hasta su debut. Por tanto, no es necesario vender previamente la empresa a inversores, reduciendo el coste y burocracia del proceso. Esta es una alternativa que en mercado más maduros es utilizada muy intensamente por los denominadas unicornios, firmas tecnológicas valoradas en más de 1.000 millones de euros como Spotify o Slack, pero que en España todavía es muy ocasional.
Esto ocurre en un contexto de exceso de liquidez en el que el capital riesgo compite con la bolsa como vía de financiación. Así, los propietarios abren en paralelo procesos de debut bursátil y de venta privada para maximizar la valoración de sus empresas. El caso más reciente fue el de Cepsa que canceló su OPV para vender un 30% de la compañía a Carlyle.
Otro elemento importante son las ventanas de oportunidad. La volatilidad e incertidumbre del actual entorno macroeconómico está reduciendo, cuando no eliminando, los periodos habituales para salir a bolsa. Los que decidan saltar al parqué tienen que ser muy estrictos en el cumplimiento del calendario legal si quieren hacerlo en su fecha objetivo. También es clave que tengan la flexibilidad necesaria para adaptarse a hitos sobrevenidos que les obliguen a cambiar sus planes.
Y, además, de todos estos condicionantes, debemos tener en cuenta la presión mediática de un proceso de estas características. La escasez de salidas a bolsa ha disparado el interés de los medios de comunicación en aquellos pocos atrevidos que anuncian su intención de cotizar. Algo que, en determinados casos, puede llegar a ser positivo, presionando al alza su valoración, pero que también puede generar cierta tensión adicional. Por ello, la comunicación debe ser considerada como un elemento clave a la hora de definir la estrategia de la operación.
Qué contar en cada fase y cuando comenzar a hacerlo fijarán las probabilidades de éxito del proceso. Debido a esto, será clave anticiparse y comenzar a generar un entorno favorable desde las semanas previas a la ventana de oportunidad elegida. De esta manera, en el momento en que el proceso legal comience y tengamos que vender la empresa al mercado, inversores y analistas ya estarán familiarizados con nuestro modelo de negocio y sus ventajas competitivas.
En este proceso de venta, además, se debe de utilizar de forma activa el equity story de la compañía. Hay que convertirlo en la principal herramienta de marketing, articulando una historia de compañía que justifique su valor diferencial y transmita confianza sobre sus perspectivas de futuro. Ese documento deberá de ser atractivo y adaptado a cada grupo de interés al que nos dirijamos.
La incertidumbre económica reduce e incluso elimina los periodos habituales de saltar al parqué
Como señalábamos, también tendremos que gestionar una atención pública inusual. Para convertirlo en una ventaja la compañía tendrá que construir una relación de confianza con los medios de comunicación que le permita considerarlos aliados y no enemigos. La cercanía con el equipo directivo y la igualdad de trato son factores que deberían ayudar a ello y, por supuesto, a reducir el impacto de futuras crisis.
Por último, es importante destacar que una salida a Bolsa no termina con el toque de campana. Ese momento es el banderazo de salida hacia una etapa mucho más compleja en la que tendremos que responder constantemente ante el mercado. Una nueva vida en la que emergerá el rol del área de Relación con Inversores, que junto con comunicación (o incluso integrados), deberá de convertirse en parte indispensable de la cadena de generación de valor.