No me resisto a emprender esta crónica sin elogiar una iniciativa del lugar: sugerir una sopa fría como primera providencia, algo insólito en la cocina china. No es un gazpacho, claro, pues el tomate es bastante ajeno a la despensa oriental, sino una crema de lichys con edamame tierno, jamón de pato y pimienta Sichuan con jengibre y cilantro. Pero gratifica de veras al paladar veraniego y verifica que te hallas ante un chino sin rutinas.