Antes del advenimiento de Susana Díaz, el hombre era Rafael Velasco. Él era el ungido por Griñán, el posible sucesor. De ahí su ascenso a la secretaría general del PSOE-A. El número 2, ganándole por la mano a otros aspirantes como la propia Díaz o Mario Jiménez. Una carrera meteórica que quedó truncada en octubre de 2010 cuando la Justicia destapó que la empresa de su mujer había recibido ayudas públicas presuntamente irregulares para impartir cursos de formación. Catorce años después el juez Vilaplana, de Instrucción 6 de Sevilla, lo ha citado como investigado junto al ex consejero Antonio Fernández y otras personas por aquellas ayudas, de algo más de 180.000 euros. El avance en la instrucción de la causa llega cuando se suceden en cascada los juicios de piezas separadas del caso ERE, con el chófer de la coca de nuevo en las portadas y la corrupción de los gobiernos socialistas andaluces de actualidad.

Delegado en Andalucía de elEconomista