Catedrático, abogado y consultor. Presidente del Instituto Gobernanza y Sociedad

Europa se encuentra ante una encrucijada que definirá su futuro. La intensa rivalidad geopolítica entre Estados Unidos y China reduce la capacidad de maniobra de la UE, asfixiada por la presión de ambas potencias. La dependencia crítica de recursos externos y la creciente brecha en innovación y productividad amenazan la supervivencia del modelo europeo. Los informes Draghi y Letta constituyen, en este contexto, la brújula para que España y el resto de países europeos recuperen su posición en el tablero global. Pero su materialización no puede esperar. En este momento, la pregunta no es si debemos aplicar estas recomendaciones, sino cuán rápido podemos hacerlo.

En una excelente película, El último cuarteto, se plantea la crisis en la que vive un cuarteto de música, debido a la enfermedad grave de su primer violinista y el fuerte deseo del segundo violinista, Robert, de sucederle. Esta situación inicial hace aflorar todas las tensiones latentes en la alianza que han mantenido entre los cuatro durante los más de 3.000 conciertos en los que han tocado juntos. El grupo vive de sus recuerdos, han construido una identidad común, han desarrollado trabajosamente equilibrios de poder internos, pero sufren momentos en los que parece que los egos personales, la idea de que la aportación de valor individual es mayor que la del grupo, vaya a prevalecer. La crisis en la alianza aboca a una separación, pero después de un tiempo se dan cuenta de que “cedieron a la debilidad y a la desidia” a la hora de afrontar los obstáculos, de que cometieron un error, y vuelven a rehacer el cuarteto con una nueva líder.

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