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El desarrollo de la próxima generación móvil (5G), que permitirá más rapidez, volumen y capacidades, encara desafíos en todos los frentes. Los países y regiones tienen aún que acordar los estándares. Los socios europeos deben coordinar la liberación del espectro. Y las industrias externas al sector de las telecomunicaciones tienen que "involucrarse más activamente", para ver cómo utilizar esta nueva tecnología, como pidió ayer el vicepresidente de la Comisión Europea para los asuntos digitales, Andrus Ansip, en el Congreso Mundial del Móvil en Barcelona.