Director de marca, comunicación y experiencia cliente. BNP Paribas Personal Finance España
Opinión

Las empresas contemporáneas han trascendido su objetivo de generación de dividendos. Hoy, su valor se mide también por la forma en que su influencia se proyecta sobre la sociedad, moldeando percepciones y expectativas de consumidores, inversores y la ciudadanía en general. A la luz de esta coyuntura, es justo que hablemos de la reputación y la confianza como activos críticos de nuestra economía, en una era donde la transparencia y la autenticidad son peajes obligatorios para acceder al mercado y a la sociedad.

Superar problemas es inherente a la actividad empresarial, obviamente. Aun así, podríamos decir que el panorama actual que padecemos, nacional e internacional, es especialmente convulso. Siempre hay motivos para la ingesta de analgésicos, pero, con todo esto sobre la mesa, las empresas españolas ya tienen trazado su plan para 2025, y no es precisamente tímido. El informe Perspectivas España 2025 de KPMG, en colaboración con la CEOE, muestra que la jugada es clara. Primero, aumentar la rentabilidad es algo que ocupa la mente de un 65% de los directivos. En tanto, un 38% prefiere el camino del crecimiento apostando por expandirse en el mercado nacional y montándose sobre la ola de la transformación digital, con la inteligencia artificial generativa como gran promesa y comodín bajo la manga. Los líderes empresariales son conscientes de que, sin transformación digital ni talento humano, no hay gloria que valga, y por eso han puesto estos dos caballos de batalla en el centro de sus planes de inversión. Un 45% está destinando recursos a la capacitación de sus equipos y un 69% apuesta por la digitalización, volcándose a nuevas herramientas para mantenerse competitivas. Un ajuste meticuloso de procesos y operaciones de cara a la eficiencia y la agilidad.

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