Vicepresidente de la Comunidad de Madrid
Ignacio Aguado

La Comunidad de Madrid siempre ha sido uno de los principales motores de la economía española. Tras una década de profunda crisis económica e importantes recortes, los datos macroeconómicos empiezan a mostrarnos la luz al final del túnel: El PIB de nuestra región ha repuntado un 3,4 por ciento en el segundo trimestre de 2017, tres décimas por encima de la media nacional; el crédito sigue aumentando, al igual que las exportaciones; y el número de turistas que visitan nuestra región sigue creciendo -a pesar de la ausencia total de planificación por parte del Gobierno de Cifuentes-. Todo ello está siendo posible gracias a miles de autónomos, pequeñas y medianas empresas; pero, sobre todo, gracias al esfuerzo de la clase media y trabajadora de nuestra región, que a base de apretarse el cinturón y mucho sacrificio está consiguiendo sacar a la Comunidad de Madrid de este profundo bache en el que ya llevamos demasiados años.

Ignacio Aguado

La semana pasada, Londres y Bruselas comenzaron las negociaciones oficiales que buscan concluir con la primera ruptura amistosa en la historia de la Unión Europea. Un camino que se antoja complejo y cuyo final, de alcanzarse, no será en ningún caso antes de dos años.

Ignacio Aguado

La economía española se sostiene sobre los hombros de millones de autónomos y pequeños empresarios que, junto con sus trabajadores, se dejan la piel cada día para sacar adelante sus negocios, pagar las facturas y, en el mejor de los casos, poder aumentar sus plantillas. Autónomos y pymes representan más del 90% del tejido empresarial de este país, por lo que, sin ellos, el motor que hace avanzar a España se detendría por completo.

Ignacio Aguado

Una vez más, la sospecha de corrupción vuelve a sobrevolar las siglas del Partido Popular. Un partido incapaz de hacer examen de conciencia, de regenerarse, de reformar sus estructuras y salir del lodazal de corrupción en el que se encuentra. Siguen apostando, una y otra vez, por el discurso victimista donde todos, menos ellos, son culpables de la corrupción y de sus males. Siguen sin querer dar explicaciones, justificando lo injustificable y defendiendo lo indefendible. Siguen, en definitiva, apostando por esconder la cabeza debajo del ala y esperar que escampe, dejando tras de sí un verdadero reguero de imputaciones, detenciones y encarcelamientos que desde hace tiempo se ha vuelto insoportable, incluso para quienes confiaron en ellos y decidieron votarles.

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