
Una vez más, la sospecha de corrupción vuelve a sobrevolar las siglas del Partido Popular. Un partido incapaz de hacer examen de conciencia, de regenerarse, de reformar sus estructuras y salir del lodazal de corrupción en el que se encuentra. Siguen apostando, una y otra vez, por el discurso victimista donde todos, menos ellos, son culpables de la corrupción y de sus males. Siguen sin querer dar explicaciones, justificando lo injustificable y defendiendo lo indefendible. Siguen, en definitiva, apostando por esconder la cabeza debajo del ala y esperar que escampe, dejando tras de sí un verdadero reguero de imputaciones, detenciones y encarcelamientos que desde hace tiempo se ha vuelto insoportable, incluso para quienes confiaron en ellos y decidieron votarles.
En la Comunidad de Madrid no hay día sin sobresalto. El pasado martes volvió a ocurrir. Las portadas de los periódicos volvieron a llenarse de corrupción, de nuevos informes policiales y de sospechas, pero esta vez con la actual presidenta regional como protagonista. Personalmente, esperaba una reacción por su parte basada en la autocrítica. Sin embargo, me encontré con el mismo discurso victimista que ya había escuchado a otros compañeros de su partido. Confiaba en que pidiera comparecer voluntariamente en la Asamblea para dar explicaciones y solo vi ataques hacia la oposición y dudas sobre la labor y profesionalidad de la Guardia Civil. Esta semana ha sido la primera vez que he escuchado a Cristina Cifuentes criticar a la Benemérita y lo ha hecho precisamente cuando era ella, y no otra persona, la que aparecía en sus informes. Ha preferido, como han hecho siempre sus compañeros de partido, buscar el enemigo fuera, en lugar de responder a las preguntas que legítimamente se hacen los madrileños.
Las dudas se disipan compareciendo en sede parlamentaria y dando todas las explicaciones que sean necesarias. Es así como debería funcionar la política y es así como, de hecho, funciona el parlamentarismo. Las ruedas de prensa, los platós de televisión y las redes sociales no pueden ser el cauce elegido por un presidente regional para dar explicaciones. No en una democracia avanzada como la nuestra.
Muchos dirán que somos excesivamente duros por llamar a comparecer a Cristina Cifuentes a la comisión de investigación. Otros, que excesivamente blandos por no apoyar una moción de censura contra ella. Pero nadie podrá negar que desde Ciudadanos estamos consiguiendo limpiar las instituciones de corrupción al tiempo que garantizamos la estabilidad política de las regiones donde somos decisivos.
En la Comunidad de Madrid no habrá moción de censura porque el acuerdo de investidura no se ha incumplido. Es más, a día de hoy, es la mejor herramienta para evitar que el PP de Púnica y Gürtel vuelva a las andadas. Del mismo modo, no habrá condescendencia ni medias tintas cuando nos encontremos con nuevos casos de corrupción. Seguiremos exigiendo dimisiones y reformando las leyes para no tener que volver a vivir una etapa como la vivida durante los últimos gobiernos de mayoría absoluta del Partido Popular.
Los madrileños no merecen vivir en una constante decepción. Se puede gobernar con las manos limpias, se puede gobernar con las manos libres y, por supuesto, se puede gobernar mejor que el Partido Popular. Trabajamos para convencer a los madrileños de que lo que digo, es cierto. Trabajamos para que vuelvan a sentirse orgullosos de sus representantes. Quedan dos años de legislatura, sigamos haciendo política útil.