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Siempre se ha dicho que el diablo sabe más por viejo que por diablo. Pero, ay, la revolución tecnológica ha llegado para poner en cuestión las habilidades hasta del mismísimo demonio. Y es que en los actuales entornos digitales acumular años de trayectoria ya no parece suponer un valor en si mismo. La velocidad del cambio, la agilidad de los procesos, la incertidumbre, la volatilidad o necesidad de empezar de cero continuamente neutralizan cualquier bagaje basado en experiencias anteriores, ya que ningún escenario se parece al anterior. Sencillamente, los éxitos del pasado ya no garantizan los del presente y, ni mucho menos, los del futuro ¿o sí?