CEO de Think & Action
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Siempre se ha dicho que el diablo sabe más por viejo que por diablo. Pero, ay, la revolución tecnológica ha llegado para poner en cuestión las habilidades hasta del mismísimo demonio. Y es que en los actuales entornos digitales acumular años de trayectoria ya no parece suponer un valor en si mismo. La velocidad del cambio, la agilidad de los procesos, la incertidumbre, la volatilidad o necesidad de empezar de cero continuamente neutralizan cualquier bagaje basado en experiencias anteriores, ya que ningún escenario se parece al anterior. Sencillamente, los éxitos del pasado ya no garantizan los del presente y, ni mucho menos, los del futuro…¿o sí?

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Que la 'Revolución Digital' se conviertiera en, simplemente, 'Realidad Digital' era una mera cuestión de tiempo, y parece que ese tránsito está cada vez más cerca de completarse. No en el sentido de 'meta' final -esa no existe como tal en esta carrera-, sino en el de asumir que ya no hay nada de extraordinario en los cambios tecnológicos exponenciales que sacuden el mundo cada día, sino que forman parte de la normalidad cotidiana. Esas mismas transformaciones que nos asustaron y deslumbraron por igual hace unos pocos años, hasta el punto de que no dudamos en calificarlas de "revolucionarias", hoy nos causan un impacto mucho menor y empezamos a verlas casi como rutinarias, "un día más en la oficina".

Análisis

Desde que hace unos años los avances tecnológicos empezaron a ganar velocidad de forma exponencial, las complejas relaciones entre humanos y tecnología han atravesado distintas fases. De los recelos y las reservas en los momentos iniciales, cuando el miedo a una vida robotizada hacía estragos entre una gran cantidad de profanos digitales, poco a poco pasamos a un creciente acercamiento. Como lo harían dos amantes que comienzan una relación, personas y máquinas van recorriendo ese camino del mutuo conocimiento con cada vez mayor confianza.

Análisis

La vorágine digital que vivimos en la actualidad lleva algunos riesgos aparejados, uno de los cuales es el de que nos den gato por liebre. Y es que no faltan quienes aprovechan el tirón del mainstream digital para pontificar acerca de lo que hay que hacer o no hacer para sobrevivir a la revolución tecnológica. Pero a poco que rascas un poco en la superficie, te das cuenta de que muchas veces detrás de tanto gurú hay más postureo que verdadera aportación de valor.

Opinión

Cada cierto tiempo se detecta un parón en el impulso que las empresas le dan a su formación. Se trata de un fenómeno cíclico, que va y viene según la coyuntura o la percepción general del mercado. De pronto, algunas compañías de referencia pisan el pedal del freno y las demás las siguen por un puro instinto de imitación.

Las personas importan cada vez más

La innovación está de moda. En la era de la transformación digital, de las empresas exponenciales o de los modelos disruptivos, organizaciones de todos los tamaños y sectores han emprendido el camino de la innovación como uno de sus grandes vectores de crecimiento.

EMPRESAS

Todos los sabemos. Los perfiles STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) son los más buscados por las empresas en los actuales entornos ultra digitalizados y mega tecnológicos. Y en este contexto, salir de la universidad con un título científico-técnico bajo el brazo equivale poco más o menos a tener un puesto de trabajo (y a uno bueno, además) garantizado de manera casi instantánea. Así que si su hijo o hija tiene dudas acerca de qué estudiar cuando lleguen a la edad de cursar estudios superiores, disípelas inmediatamente y oriénteles sin demora hacia una carrera "de ciencias".

Fernando Botella

La transformación digital y los modelos de innovación más disruptivos suelen combinar bien con empresas de la llamada nueva economía. Ya sea con las grandes tecnológicas, con los negocios basados en la economía colaborativa, con las startups de componente digital o con los modelos de crecimiento exponencial, se diría que la tecnología es el segundo nombre que acompaña y define a la perfección a este tipo de empresas.

Fernando Botella

El entusiasmo que el fenómeno de la transformación digital suscita a medida que avanza en las organizaciones no es compartido por todo el mundo por igual. De hecho, junto a defensores, embajadores, evangelistas y agentes del cambio, conviven no pocas personas que contemplan su llegada con indiferencia, y otras que directamente se oponen a ella por distintos motivos y que de una manera más o menos evidente se dedicarán a ponerle palos en las ruedas. Este grupo de detractores es heterogéneo y variable en función del momento y de los intereses particulares de cada uno.

Fernando Botella

La transformación digital es una realidad de múltiples caras. Y aunque es su faceta tecnológica la que suele concitar la mayor atención, llegando a eclipsar muchas veces todo lo demás, lo cierto es que hay en ella numerosos elementos tan importantes o más que el mero uso de una serie de dispositivos o de aplicaciones más o menos avanzados.