Se imponen los discursos y los actos a las partidas de nacimiento
Cuando Podemos aún no era un partido y Pablo Iglesias era poco más que un tertuliano con popularidad, el debate sobre la renovación de la política ya llevaba tiempo sobre la mesa. Era la época de las manifestaciones en la calle, del desapego social, y del sentimiento generalizado de 'no nos representan', todo ello agudizado por la rampante crisis económica de la que todavía la sociedad española no ha acabado de recuperarse. La jugada maestra del PSOE a Podemos, tan involuntaria como demoledora.