
Cuando Podemos aún no era un partido y Pablo Iglesias era poco más que un tertuliano con popularidad, el debate sobre la renovación de la política ya llevaba tiempo sobre la mesa. Era la época de las manifestaciones en la calle, del desapego social, y del sentimiento generalizado de 'no nos representan', todo ello agudizado por la rampante crisis económica de la que todavía la sociedad española no ha acabado de recuperarse. La jugada maestra del PSOE a Podemos, tan involuntaria como demoledora.
Todo aquel movimiento fue capitalizado en un principio por gente joven, uno de los colectivos más afectados por la situación. Aquellos a los que la crisis se llevó por delante y, en muchos casos, cercenó todas sus expectativas laborales y sociales.
Quizá por eso, cuando ese popular tertuliano se lanzó a la carrera política, pensó en poner la venda antes de sufrir la herida. Igual que en las plazas del 15M empezaron a aparecer 'yayoflautas', en las asambleas fundacionales de su incipiente formación había muchos mayores que se habían visto igualmente perjudicados. Muchos perdieron sus trabajos, otros la posibilidad de una jubilación digna.
Así, la presencia del veteranísimo Carlos Jiménez Villarejo en aquella primera lista electoral fue una sorpresa relativa. El exfiscal anticorrupción quiso ayudar a la cristalización de ese malestar en una expresión política, aunque eso supusiera enrolarse en la política. No pensaba que a sus casi 79 años iba a tener que verse en la tesitura de renunciar al acta de eurodiputado, porque no esperaba que fuera a conseguirla.
Con Podemos ya en marcha y el bipartidismo en crisis, Iglesias y los suyos han hecho el esfuerzo contrario a sus oponentes políticos: mientras casi todos intentaban cambiar rostros por otros más jóvenes, en Podemos se esforzaban por incorporar a veteranos al lado de perfiles que para muchos eran más inexpertos. Así, a Alfredo Pérez Rubalcaba le sucedió Pedro Sánchez, y a Javier Arenas y Carlos Floriano les sustituyeron con el tiempo Pablo Casado o Andrea Levy.
Aunque es cierto que la parte visible de los cuadros de Podemos son gente joven o de mediana edad, tampoco les han dolido prendas por poner en primera fila a gente mucho más veterana. Es el caso de la alianza con Xosé Manuel Beiras en Galicia, o con el fichaje de Manuela Carmena como candidata independiente para la alcaldía de Madrid.
El encanto de los veteranos
Ha ido lloviendo mucho en estos últimos cuatro años. La crisis no ha pasado, la situación de los jóvenes no ha mejorado, pero el debate de la renovación ya no se articula sólo en términos de edad. Es cierto que Iglesias, Sánchez y Rivera han supuesto cierto soplo de aire fresco para la a veces envejecida vida política, pero también es cierto que otros mucho más veteranos han sido 'redescubiertos' para una época convulsa. Gente de ayer que, con la experiencia de la veteranía, ahora se permiten una claridad que antes no era fácil de ver.
El caso más llamativo, al hilo de la crisis con Cataluña, fue el de Josep Borrell. Denostado durante años por los suyos, reapareció en televisión y encandiló a muchos jóvenes desencantados con un discurso con el que se identificaban, aunque no lo esperaran. La clave no era la edad, sino la solvencia. Hasta llegó a sonar su nombre como candidato de consenso, pero no se materializó. Algo similar intentaron con el fichaje de Margarita Robles, aunque no les funcionó tan bien.
Por eso no es una locura que el PSOE haya deslizado una invitación a Manuela Carmena para que sea su cabeza de lista en la carrera electoral del año que viene. La ahora alcaldesa al lado de la confluencia de Podemos ha vivido tres años convulsos en el cargo, no tanto por la oposición que se vio destronada, sino por las tensiones entre los suyos.
Se da la circunstancia de que el PSOE ya se arriesgó en la Comunidad de Madrid con otro de esos valores solventes, aunque mayores, como fue el de Ángel Gabilondo. Entonces, a pesar de la pujanza de Podemos y Ciudadanos, y la sempiterna crisis socialista, logró rescatar un esperanzador resultado. Su discurso, y su condición de independiente, le dispararon en apoyo electoral.
Si finalmente se diera la improbable circunstancia de que la actual alcaldesa accediera a presentarse por el PSOE, su tándem electoral en la Comunidad de Madrid sumaría casi siglo y medio de experiencia: 70 años Gabilondo, 75 años Carmena. Y, sin embargo, podría ser uno de los tándems con mayor apoyo popular -y joven- de los últimos tiempos. La renovación política quizá acabe dependiendo más de los discursos y los actos, y no tanto de las fechas en las partidas de nacimiento.