Política

La encrucijada de Ciudadanos con Cifuentes: una oportunidad única... y un riesgo enorme

  • La decisión de Ciudadanos afectará a la segunda parte de la legislatura
  • El PSOE les ha puesto en un atolladero al proponer la moción de censura
El portavoz de Ciudadanos en la Asamblea de Madrid, Ignacio Aguado. Foto: EFE

Los grandes eventos políticos han pasado a ser el pasatiempo favorito de los mentideros de Twitter, donde se comentan en directo y de forma comunal. Allí se mezclan los aplausos enlatados de los favorables con las críticas descarnadas de los irredentos contrarios, todo según van pasando las cosas, confundiéndose ambos extremos entre los análisis apresurados de propios y extraños.

La comparecencia de Cristina Cifuentes para dar cuenta de las supuestas irregularidades en la consecución de su máster no iba a ser una excepción a esa moda. Así las cosas, se podía leer a un factótum de Ciudadanos aplaudiendo la 'dureza' del portavoz del partido en su discurso contra la presidenta madrileña al mismo tiempo que un dirigente de Podemos les describía como 'serviles' con el PP.

Cifuentes, en su alocución, no ha aclarado gran cosa. No ha aportado prueba alguna que refute las acusaciones contra ella y, de hecho, ha dejado de enseñar documentos que hace poco esgrimía y que ahora denuncian que fueron falsificados. Aseguraba tras su defensa que no se planteaba dimitir, mientras los suyos le aplaudían en pie igual que hicieron con hasta tres dirigentes anteriores que acabaron dimitiendo y, en dos de los casos, viéndoselas con la Justicia.

No parece que el camino de Cifuentes vaya a discurrir por esa segunda vía, pero está por ver si la gestión de los hechos -ni siquiera los hechos en sí- la acaban forzando a seguir el mismo sendero de la retirada que ya tomaran sus antecesores en el cargo. Las dudas sobre la honradez de un gestor público suelen ser la primera señal que marca un camino como ese, aunque en España no sea costumbre lo de asumir responsabilidades aun si se demuestra que existen.

Si no es Cifuentes quien decide irse sólo hay dos voluntades externas que pueden forzarle a ello. La primera, a priori descartable, es la de su propio partido. Es cierto que su feroz crítica a la corrupción como argumento de escalada interna le ha valido muchos enemigos en sus filas, y que hay quien de forma poco disimulada celebra la zozobra de su compañera de formación, pero Rajoy de momento le ha mostrado su apoyo. Si él ni se ha inmutado al verse rodeado de escándalos mucho más graves, cómo no va a ver en lo de su baronesa territorial "una polémica bastante estéril".

La duda está más bien en la segunda voluntad que puede tumbar a Cifuentes, y es precisamente la de Ciudadanos. El partido de Albert Rivera sostiene a la presidenta en el cargo. No es como con Susana Díaz en Andalucía, a quien 'permiten' gobernar, sino que en Madrid se trata de un apoyo directo y partícipe, basado en un acuerdo de transparencia y buen gobierno que ahora mismo pone en aprietos a sus firmantes.

La primera acción de Ciudadanos al respecto ha sido, además del discurso de dureza variable según quién lo juzgue, reclamar una comisión de investigación para el caso. Es cierto que eso supondría un trago desagradable para la presidenta, pero a la vez sería una forma de dilatar -y deshinchar- el asunto, diluyéndolo en el tiempo. El problema para ellos es que el PSOE se ha decidido a dar un paso que les pone en un serio atolladero: planteará una moción de censura.

El 'caso Cifuentes' pasa así a ser responsabilidad de sus aliados en el gobierno. En plena escalada en las encuestas, y con un -más o menos- enconado enfrentamiento con el PP en los últimos meses, esta sería una oportunidad de oro para cobrarse una preciada víctima en las filas de su máximo rival. El hecho de que la presidenta madrileña fuera una firme candidata a la sucesión de Rajoy, al menos hasta el estallido de esta crisis, haría que forzar su caída fuera una doble victoria: debilitar al oponente y privarle de un valor de futuro, todo a la vez.

Sin embargo, hacer caer a la presidenta sería también un gesto de complicadas consecuencias. Si la apoyara, entregaría la Comunidad de Madrid a la izquierda, lo que puede tener un alto coste en la guerra que libra ahora mismo por el votante de centro-derecha. Si no la apoyara, desperdiciaría una ocasión inmejorable para diferenciarse del PP y sacudirse de encima la imagen de 'muleta', y vería como muchos de los nuevos votantes que les otorgan los sondeos regresarían al contador de los populares.

Para mayor complicación -o facilidad, según se mire-, Ciudadanos no tiene todavía nada con lo que negociar, a diferencia de Podemos y el PSOE. Ellos viven en un equilibrio controlado de desavenencias, en el que se critican, se reprochan y se atacan, pero a la vez comparten acuerdos en ayuntamientos y comunidades a modo de control de daños, intercambiando el rol de 'apoyado' y 'apoyador' según el lugar. Ciudadanos, sin embargo, no tiene poder alguno, sino que es únicamente el 'apoyador'. Lo es, eso sí, en lugares tan sensibles como Madrid, Andalucía... o el Gobierno de la nación. Si les diera por ponerse a cuestionar sus apoyos resultaría que algo de poder sí tienen, al menos de forma indirecta.

Con todo, la decisión que tome Ciudadanos puede suponer un importante punto de inflexión. Tanto si decide dejar caer a Cifuentes como si se inclina por sostenerla, la resolución de este caso será el primer gran evento político de la segunda parte de la legislatura, con permiso del sempiterno procés catalán. Quizá el próximo resultado electoral esté a punto de empezar a articularse.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky