
El transporte español está de moda. El éxito de la liberalización del ferrocarril de alta velocidad ha puesto patas arriba el tablero de la movilidad nacional en apenas tres años. Así, la gestión del tren en España se ha convertido en el gran ejemplo a seguir para reguladores, gobiernos e instituciones europeas que quieren abrir sus vías a la competencia y mejorar el servicio a sus ciudadanos. Los propios competidores y pretendientes evolucionan cada día su propuesta y aplican sus aprendizajes en otros países donde tienen operación o pretenden hacerlo, como Iryo (Trenitalia) o Ouigo (SNCF).
Más allá de las compañías extranjeras que ya operan en España, es la propia Renfe la que está volcada en la internacionalización de su actividad con el fin de lograr los ingresos y la rentabilidad que inevitablemente van mermando ante el nuevo escenario que ha de afrontar la compañía pública. El experimento del Haramain, el llamado AVE del desierto en Arabia Saudí, ha sido tal éxito que este es el primer corredor por número de viajeros de la operadora pública. Con el know-how acumulado, Renfe aspira ahora a conquistar el mercado francés y busca crecer en Europa Central de la mano de su filial Leo Express, de momento sólo operativa en República Checa y Eslovaquia, pero que ambiciona hacerlo en Alemania o Polonia. Para más adelante, los planes pasan por Estados Unidos (Texas), Bélgica o Portugal.
El triunfo del ferrocarril como medio de desplazamiento en la larga distancia ha impregnado al transporte de viajeros por carretera y cada vez son más las voces que reclaman la liberalización del sector del autobús. La posibilidad de que la tarta decrezca en España está sobre la mesa y algunas de las grandes empresas hace ya tiempo que miran al extranjero para asegurar su futuro. Es el caso de Alsa, que crece firme en Marruecos y Portugal mientras extiende sus rutas internacionales por Europa. También la catalana Moventia cerró importantes contratos en Francia y Arabia Saudí, con el fin de trasladar su excelencia operativa a nuevos países.
En el mercado de la aviación, que vive su mejor etapa fruto de la intensa demanda de viajes en el sector turístico, las aerolíneas españolas están inmersas en una nueva expansión internacional ante las dificultades de crecer en España hasta que se ejecuten las infraestructuras previstas, que permitirán elevar la capacidad de tránsito de los aeropuertos. Es el caso de la gran aerolínea de bandera española, Iberia, que mantiene el foco puesto en el continente americano con el fin de extender su dominio a ambos lados del Atlántico. La operación de compra de Air Europa, pendiente del visto bueno de la Comisión Europea, facilitaría el competir de tú a tú con otros gigantes ajenos al grupo IAG, como Air France-KLM o Lufthansa. Esta consolidación convertiría a Madrid en el nuevo Puerto de Indias, que además de mirar a América también lo haría hacia Asia, la asignatura pendiente en el sector aéreo nacional.
Pero en el mercado de las aerolíneas hay hueco para mucho más. Las nuevas demandas de movilidad que ha impulsado el teletrabajo y la mayor propensión a los viajes de ocio han disparado las peticiones para moverse en el corto y medio radio, lo que da alas a las compañías de bajo coste Vueling y Volotea para impulsar su crecimiento. La filial catalana de IAG sigue mejorando sus indicadores de desempeño y probando nuevas rutas pese a estar condicionada por el retraso en la ampliación de El Prat y la ausencia de nuevos aviones.
De su lado, la compañía con sede en Asturias tiene en marcha un plan de expansión que ya ha tenido su primer éxito en Francia: ya es la primera aerolínea del país por número de rutas domésticas, por delante de Air France. En la misma línea, el negocio del transporte de pasajeros en el sector marítimo vive sus grandes días, con cientos de cruceros que este verano escalarán en los puertos españoles al visualizar al país como un atractivo sin igual. Con vistas a planificar el futuro, las nuevas terminales en fase de diseño y construcción en Barcelona, València o Alicante permitirán incrementar el número de pasajeros en tránsito en las principales escalas españolas.
Aunque no todo queda en casa, con firmas como Baleària acometiendo grandes inversiones para crecer en lugares lejanos como el Mar Caribe. En lo relativo al transporte de mercancías y carga marítima, las dificultades para transitar por el Mar Rojo han convertido a España en puerto de entrada y salida del Mediterráneo. Esta privilegiada situación geográfica, aunque no exenta de dificultades, es una ganancia para todos: para las navieras, que tienen donde descargar sus contenedores; para operadores portuarios e instalaciones, que ven cómo este incremento de tráfico redunda en más tasas; y para las ciudades, que ven incrementada su actividad económica. Aunque los años previos, no exentos de dificultades, también sirvieron a las navieras para evolucionar sus negocios, con casos como el de la naviera cántabra Pérez y Cía acometiendo importantes inversiones para posicionarse en un mercado ultracompetitivo y cada vez más dependiente de la energía.
El futuro
La experiencia acumulada en las últimas décadas ha provocado que las compañías encargadas de ejecutar las grandes obras públicas miren más al extranjero que a España. Acciona, ACS, Ferrovial y Sacyr no dejan de adjudicarse contratos de construcción y concesión de infraestructuras a lo largo y ancho del continente americano al tiempo que mantienen un ojo sobre otra gran economía como Australia, tierra llena de oportunidades. El anteriormente señalado éxito del AVE de Arabia Saudí ha provocado que muchas de las empresas que conformaron este consorcio público-privado hayan optado por seguir probando suerte en este tipo de aventuras empresariales.
La ingeniería pública Ineco continúa con su expansión mundial con el foco puesto en Latinoamérica, Europa y Oceanía. Por su parte, Adif trata de impulsar su área internacional mientras Renfe amplía sus servicios como operador en la sombra en el Tren Maya de México o Rail Báltica, la alta velocidad que unirá Estonia, Letonia, Lituania y Polonia entre sí.
El sector ferroviario hace tiempo que dejó de jugar su partida a nivel local para hacerlo en todo el globo. Apoyada por el desarrollo de las infraestructuras, la industria de la movilidad vive su particular edad de oro con contratos a muy distintos países. Así, los fabricantes de trenes CAF y Talgo, de origen vasco, registran una cartera récord de pedidos para muy distintos clientes.
La primera, centrada en la construcción de trenes de cercanías, regionales, metros y tranvías, entregará trenes a Noruega, Países Bajos, Italia o Reino Unido. Tiempo atrás también apostó por expandir sus ramas de negocio con la compra de la polaca Solaris, y ahora no para de encadenar contratos de suministro de buses eléctricos y de hidrógeno por todo el continente. Talgo, inmersa en un cambio de accionariado marcado por una opa peculiar, también tiene importantes pedidos por entregar en los próximos años para Alemania, Dinamarca, Francia o Egipto, además de estar en negociaciones con actores europeos y de Oriente Medio que garanticen carga de trabajo en el medio y largo plazo.
El resto de fábricas ferroviarias sobre suelo español, aunque en manos de actores extranjeros, también viven un momento de intensa actividad. Es el caso de la fábrica de Alstom en Barcelona, centrada en la fabricación de trenes de Cercanías para Renfe pero que ambiciona quedarse con el megacontrato de Marruecos, por el que también pugnan sus competidores. Stadler Rail, en Valencia, vive uno de los mejores momentos de su historia con una fábrica llena de pedidos y garantías de seguir estándolo en años venideros. Otra importante compañía como es Irízar, en el País Vasco, acaba de estrenar una sede en Australia que consolida su negocio en Asia-Pacífico, justo un año después de hacer lo propio en Uruguay. La industria española del transporte está más viva que nunca gracias al gran trabajo conjunto desempeñado hasta ahora.