
El embarazo es una etapa única que la mayoría de padres viven con intensidad y gran expectación durante los nueve meses. La mujer especialmente ha de tener muy en cuenta su salud, puesto que repercute directamente en la de su hijo. Si bien, el papel del hombre es también crucial, de hecho, en ocasiones se involucran tanto que llegan a experimentar los mismos síntomas que la madre.
Esto es lo que se conoce como el síndrome de Couvade, donde los padres llegan a ser tan conscientes de lo que supone la gestación, que logran sentir también las náuseas, vómitos, cambios de humor, antojos o repulsión por determinados alimentos, dolores abdominales (similares a los de una contracción) y problemas intestinales en general.
Estas manifestaciones se dan particularmente en padres primerizos y surgen del miedo, la ansiedad o el estrés provocados por la incertidumbre, las dudas o el miedo a que la madre tenga alguna complicación de salud. Según los estudios, aproximadamente el 10% de los hombres que van a tener un hijo lo sufre, y esta tasa puede llegar al 65% en aquellos casos en los que el embarazo es gemelar o de riesgo.
Cómo mejorar los síntomas
Generalmente, este síndrome comienza a darse a partir del tercer mes de gestación y alcanza su pico máximo al final del tercer trimestre. Si bien se trata de una patología que no es nada grave, se pueden mejorar los efectos de este a través del diálogo, la búsqueda de apoyo psicológico, así como la adopción de hábitos saludables.
Este término surgió por primera vez en 1865 cuando fue acuñado por un antropólogo francés que describió los hábitos y costumbres de los nacimientos en la Antigua Grecia en comunidades primitivas. El síndrome de Couvade proviene del término francés 'couver' que significa incubar.
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