Opinión

El presidente Donald Trump ha triunfado claramente sobre la Unión Europea

  • Después de dos décadas de declive económico, la UE ahora es demasiado débil para enfrentarse a EEUU
  • Con el acuerdo arancelario del domingo entre la UE y EEUU, la guerra comercial se puede dar por terminada de manera oficial
  • Asestará un gran golpe a sectores clave para Europa, como el automóvil, los artículos de lujo y los productos farmacéuticos
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, durante su reunión en Escocia
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Los diplomáticos pueden tomarse un descanso durante lo que queda de verano. El mercado de valores puede volver a preocuparse por las ganancias y la deuda y olvidarse de la guerra comercial, si es que no lo habían hecho ya, porque las bosas llevan ya un tiempo al alza. Y las empresas más grandes del mundo pueden pensar en lanzamientos de productos y campañas de marketing en lugar de reorganizar las cadenas de suministro para esquivar los aranceles. Con el acuerdo arancelario del domingo entre la Unión Europea y los Estados Unidos, la guerra comercial se puede dar por terminada de manera oficial. Y, sin embargo, a medida que el polvo se asiente, un punto se aclarará por encima del resto. A pesar de todo el caos y de las amenazas de unos y otros, este acuerdo se ha convertido en un contundente triunfo para el presidente de EEUU, Donald Trump y una humillación para una Unión Europea claramente debilitada.

El trato es muy simple. La UE y Estados Unidos han acordado un arancel general del 15% sobre las exportaciones europeas al mercado estadounidense, mientras que al mismo tiempo el bloque comunitario ha acordado nuevas y enormes compras a Estados Unidos. En concreto, la UE acepta comprar energía de EEUU por valor de 750.000 millones de dólares e invertir 600.000 millones de dólares más que actualmente en equipamiento militar. Con la fecha límite de 1 de agosto acercándose, y con la amenaza de gravámenes del 30%, la presidenta de la Unión Europea, Ursula von der Leyen, sin duda sintió que no tenía más remedio que aceptar los términos ofrecidos por el mandatario estadounidense. Una guerra comercial en toda regla habría asestado un golpe aplastante a una economía europea ya atrapada en un ciclo de estancamiento. Claro, un 15% es indudablemente mejor que un 30%.

Pero no importa cuánto intenten darle la vuelta los fanáticos del euro, en realidad Donald Trump ha salido victorioso. Curiosamente y lejos de sacar pecho, como suele hacer, se ha limitado a decir que "el pacto es beneficioso para todos". El acuerdo tendrá enormes consecuencias para el comercio transatlántico. Recaudará enormes ingresos para Washington. Las exportaciones de la Unión Europea a Estados Unidos tienen un valor de 516.000 millones de euros al año, y disfruta de un superávit de 198.200 millones de euros.

Podemos esperar que las exportaciones caigan un poco a medida que se impongan los gravámenes, pero aún así recaudará 70.000 millones de euros (82.000 millones de dólares) o más para el gobierno estadounidense. Hará al menos una pequeña mella en el déficit federal de 1,8 billones de dólares y, lo que es más plausible, permitirá a Donald Trump reducir los impuestos en otros lugares. Animará a las empresas de la Unión a invertir masivamente en los Estados Unidos como única forma de seguir siendo competitivas en el mercado más lucrativo del mundo. Y, por si fuera poco, asestará un gran golpe a sectores clave para Europa, como el automóvil, los artículos de lujo y los productos farmacéuticos, donde Europa todavía disfruta de algunas ventajas competitivas, paralizando la ya débil economía de Alemania y empeorando la ya crítica crisis presupuestaria de Francia.

¿Y qué obtuvo la Unión Europea a cambio de todo eso? Absolutamente nada. Está destinado a ser una superpotencia negociadora. Pero no se ve así en este momento. De hecho, ha terminado aceptando un arancel al 15% a prácticamente todo, cuando se había negado a uno que superara el 10%. Con todo, peor aún para el bloque es que Gran Bretaña, que se suponía que se había debilitado fatalmente en las negociaciones comerciales tras el Brexit, ahora tiene una tasa más baja del 10% con Estados Unidos. E Irlanda parece estar lista para ser golpeada por las exportaciones farmacéuticas, una de sus industrias más grandes, que ahora enfrentará gravámenes crucificantes. Aparte de tener que enviar la Mona Lisa como regalo de cumpleaños a la Casa Blanca, es difícil ver cómo podría haber funcionado mejor el acuerdo para el presidente Donald Trump. La cruda verdad es esta. Después de dos décadas de relativo declive económico, y con impuestos y regulaciones aplastantes que sofocan la vida de su industria, la Unión Europea ahora es demasiado débil para enfrentarse a los Estados Unidos. Su fragilidad ha sido dolorosamente expuesta, y este acuerdo solo lo empeorará en los próximos años.

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