
Sánchez presentó en el Congreso su plan para luchar contra la corrupción, que incluye la creación de una Agencia Independiente de Integridad Pública, la exigencia de sistemas anticorrupción a las empresas y el refuerzo de controles a los partidos políticos. Todo ello tras el escándalo del caso Koldo, que ha llevado al exsecretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, a prisión por, presuntamente, cobrar mordidas a cambio de contratos públicos. Pese a que el escándalo afecta directamente a su partido, y a dos de sus más cercanos colaboradores, el propio Cerdán y José Luis Ábalos, Sánchez ha diseñado un plan compuesto por 15 medidas entre las que destacan las dirigidas contra las empresas privadas. Demuestra con ello su doble moral ya que pretende impulsar castigos contra las empresas corruptas mientras él mismo no ha asumido responsabilidad alguna por los escándalos. Tanto es así que en una de las medidas abre la puerta a multar a las firmas que participen en casos de corrupción con hasta la totalidad de su facturación anual. Con ello, el presidente señala directamente al Ibex, ya que el castigo será mayor en las firmas que ingresen más dinero.
Una imprudencia temeraria porque podría llevar incluso a la quiebra a una gran multinacional por un delito cometido por una de sus filiales. Para más Inri, intenta atacar a Feijoo, cambiando una normativa para no penalizar a los contribuyentes por errores que acaba de aprobar Hacienda hace unas semanas, lo que contradice las actuaciones dentro de su Gobierno. Afortunadamente, la puesta en marcha de este plan requerirá el cambio de un buen número de leyes, para lo que no tiene mayoría parlamentaria en el Congreso. Otra demostración de que las medidas son, una vez más, un brindis al sol para expiar sus culpas.