
Suiza, y especialmente la ciudad de Ginebra están en todos los medios de comunicación españoles. ¿Por qué? Pues allí se están reuniendo los enviados de Pedro Sánchez con los separatistas catalanes de Junts. Lo cual es algo más que un encuentro entre amigos, es una estafa electoral y un juego peligrosísimo para la unidad de España y para la Constitución que los españoles nos dimos el 6 de diciembre de 1978.
Suiza ha sido y representado muchas cosas en Europa. Era la Suiza neutral durante las dos guerras (1914-1918 y 1939-1945) que asolaron Europa y fue, hasta antes de ayer, el país de los bancos fuertes. Pues bien, esa historia bancaria se acabó. En efecto, la caída en picado de Credit Suisse puso de manifiesto un desastre financiero. Fue Urs Rohner, presidente entre 2011 y 2021 quien se cargó esa financiera convirtiéndola en un polvorín. Aunque, como buenos suizos, la culpa se le atribuyó a fuerzas externas que provocaron la huida de los clientes del banco, especialmente el pánico que se desató tras la sorprendente quiebra de Silicon Valley Bank.
La semana pasada el consejero delegado de UBS, Sergio Ermotti, afirmó que Credit Suisse se dejó llevar por sus problemas y tuvo "repetidos fallos operativos y de gestión de riesgos que minaron la credibilidad de su dirección y del consejo".
Pero, ¿quién era Rohner? Un abogado de Zürich sin experiencia en banca. Pero impresionó a un presidente anterior como abogado principal de Credit Suisse y director de operaciones. La táctica de Rohner consistía en impugnar o retrasar los pagos en investigaciones y pleitos, aumentando los beneficios a corto plazo.
De joven, fue campeón de Europa de carrera de obstáculos, y más tarde dijo que quería escribir guiones cuando se jubilara. Sus antiguos colegas le describen como una persona educada, inteligente y excelente abogado.
Un asociado de Harris Associates llamado David Herro ha dicho que la gestión de Credit Suisse fue un fracaso en la gestión del riesgo, con todo en contra de los accionistas.
Rohner se ha defendido como gato panza arriba, pero la verdad es que durante su mandato las acciones de Credit Suisse perdieron tres cuartas partes de su valor. Una serie de escándalos —préstamos corruptos en Mozambique, un gestor de patrimonios deshonesto que robó el dinero de un multimillonario, el desmantelamiento de un socio financiero— culminaron en los últimos días de Rohner con una de las mayores pérdidas repentinas de la banca, un golpe de más de 5.000 millones de dólares por el colapso de Archegos Capital Management.
La caída se consumó cuando en 2014 Credit Suisse fue objeto de una condena penal por conspirar para ayudar a la evasión fiscal y tuvo que pagar 2.600 millones de dólares de multa. Los fiscales del Departamento de Justicia de EEUU dijeron que la cooperación inadecuada del banco y los retrasos impulsaron al Gobierno a obligar al banco a declararse culpable. Rohner, que dirigió el departamento jurídico durante algunos de los presuntos delitos, aseguró que estaba libre de culpa. El banco culpó a un pequeño grupo de empleados.
Como puede verse, un éxito suizo. Es decir, un desastre.