
En su cumbre de esta semana con el presidente de EEUU, Joe Biden, el líder chino Xi Jinping se comprometió a enviar más osos de peluche a Estados Unidos, la forma tradicional china de cimentar las buenas relaciones con otros países. Y lo que es más importante, se produjo una significativa relajación de las tensiones entre las dos mayores economías del mundo.
Se reanudarán las comunicaciones militares, lo que reducirá las posibilidades de un error de cálculo catastrófico entre ambas naciones, se reforzarán los controles sobre los estupefacientes y se reanudarán los contactos diplomáticos de alto nivel. Queda por ver si esto se cumple. Pero si lo hace, una cosa está clara. Podría reportar un enorme "dividendo de la paz" a la economía mundial.
En realidad, las tensiones entre EEUU y una China más agresiva han sido un importante lastre para el crecimiento mundial en los últimos años. Comenzando en la etapa de Donald Trump en la Casa Blanca e intensificándose con el actual presidente Biden, EEUU ha estado imponiendo aranceles, sanciones y barreras comerciales en un esfuerzo por contrarrestar la creciente competencia económica y militar de su principal rival. No cabe duda de que eso perjudicó a la economía de ambos países, pero también a escala mundial.
Las restricciones a la transferencia de tecnología, especialmente microchips, ha paralizado nuevos productos. Se han bloqueado las inversiones chinas en la Unión Europea, Reino Unido y Estados Unidos, lo que ha reducido la cantidad de dinero que se destina a nuevas instalaciones y maquinaria, y especialmente a infraestructuras, donde China se ha erigido en actor principal. El mercado bursátil chino se ha estancado, reduciendo la rentabilidad de los inversores de todo el mundo (el índice de referencia Shanghai Composite es más bajo ahora que en 2019).
Mientras tanto, los chinos han sacado dinero de forma constante del mercado de bonos estadounidense, que es una de las razones por las que ha sido tan débil. Según un informe de Brown Brothers Harriman, las tenencias chinas de bonos del Tesoro estadounidense se redujeron este mes a 805.000 millones de dólares, el nivel más bajo desde 2009. Es comprensible que China no quisiera prestar dinero a un Gobierno tan hostil hacia ella. En general, el comercio se ha ralentizado, y México ha superado a China como principal exportador a Estados Unidos. Si sumamos todo esto, el conflicto latente supuso un importante lastre para el crecimiento mundial.
Es cierto que nadie querría que Estados Unidos se mostrara demasiado débil ante la agresión económica y comercial de China o que cediera a las exigencias de Xi. Pero con una economía china que empieza a pasar apuros, con un crecimiento que se ralentiza, con un desempleo juvenil en aumento y con una enorme montaña de deuda derivada de un desarrollo inmobiliario demasiado ambicioso, Xi puede haber decidido que una Guerra Fría a cámara lenta con Estados Unidos no es algo que necesite en estos momentos. Si es así, se desbloquearán muchas inversiones y podrá reanudarse el comercio, lo que dará a la economía mundial un impulso muy necesario en estos momentos.